De la habitación privada que pedía Virginia Woolf se ha pasado al cuarto público de Gran Hermano. La exhibición sin pudor de la intimidad como un espectáculo en las redes sociales o la televisión es el mismo fenómeno. Desde el ordenador uno se conecta al mundo y se muestra a él. Paula Sibilia cree que el abuso de ficcionalizarlo todo ha creado una sed de veracidad. No sólo en los documentales-ficción o en las novelas en las que aparecen personajes basados en personas reales. "Con tanto photoshop, la gente quiere realidad y ver a las modelos no plastificadas como en Playboy, sino con sus defectos. Cuando se descubre la mentira de los reality, pierden su atractivo y han de ser retirados de la programación: por eso se busca al menos una apariencia de realidad". El capitalismo industrial, el de Tiempos modernos de Chaplin, requería trabajadores estáticos, mecanizados. Ahora, el capitalismo posindustrial necesita otro tipo de productores, flexibles. El ordenador y el móvil permiten trabajar desde cualquier sitio las 24 horas del día y estar en conexión permanente. Y muchos utilizan Facebook para trabajar y para contar su vida privada. La fusión entre los dos ámbitos está dada".
El filósofo José Luis Pardo cree que las fronteras entre lo público y lo privado son móviles: el caso de Dominique Strauss-Kahn se convierte en un asunto público y en un caso extremo, quien está más expuesto a la pérdida de su ámbito íntimo en las sociedades actuales es, según Pardo, el homeless. Su casa es el espacio público, expuesto a todas las miradas. El filósofo enmarca el fenómeno de la conversión de la privacidad en una mercancía en un momento de "decadencia de lo público, del Estado de Derecho".
Las redes sociales e Internet en general son instrumentos liberadores y creativos, con una gran capacidad para poner en comunicación a personas de distintos lugares del planeta. "Las comunidades no funcionan como hace medio siglo y las redes sociales permiten superar conflictos a personas que antes se sentían excluidas de por vida. Muchos pueden reconstruirse gracias a lo global cuando su mundo local no se lo permite", dice la antropóloga Mercedes Martorell. "Un niño que haya crecido en la selva sin contacto con ningún ser humano nunca se reconocerá como humano. Es así, en contacto con los otros, como nos constituimos como personas y siempre nos hemos remodelado para gustar a los demás". La antropóloga cree que también siempre hemos tenido curiosidad por saber la vida de los otros. "Esos programas basura crean criterios: 'yo nunca haría eso', se dice. Este vivir en público lo secreto encaja con la economía global. Mi intimidad no es vivirla en casa con los míos, puedes vivirla globalmente, de la misma manera que mis ahorros dependen de China".
La Vanguardia
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