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2011/06/03

Vuelos no tripulados: más allá de las misiones militares

BOULDER, COLORADO.- Padre de cinco niños y declarado fanático de las computadoras, Chris Anderson, quien es el jefe de redacción de la revista Wired, siempre está buscando actividades que podrían, espera él, inculcar a sus hijos la pasión por la tecnología.
En consecuencia, durante un fin de semana, en el año 2007, Anderson llevó a su casa un avión de modelo a escala controlado a través de radio y un kit de robots Lego Mindstorms. Pronto, él y sus hijos colocaron a los dos juguetes juntos y lograron que el robot Lego hiciera volar el avión. El resultado fue un torpe avión Lego guiado por radio.
Sus hijos continuaron jugando con otras cosas. Pero Anderson quedó cautivado por el avión. Y eso lo llevó a hallar una red on line dedicada a los entusiastas aficionados de los aviones a control remoto, llamada DIY Drones, y fundó una nueva empresa, 3D Robotics , que cuenta con un negocio on line para quienes disfrutan de dicho pasatiempo.
"Este es el futuro de la aviación", dijo Anderson, de 49 años. "Nuestros hijos no creerán que la gente solía conducir automóviles y aviones. Somos el eslabón débil de la cadena".
A diferencia de los tradicionales aviones controlados por radio, los vehículos no tripulados (o UAV, por su sigla en idioma inglés) poseen la capacidad de volar y navegar de manera autónoma. Se asemejan en sus funciones a las naves empleadas en diversas operaciones militares para controlar el espacio aéreo de Irak o Afganistán.
Un avión comandado a través de una radio se convierte en un aparato autónomo cuando se le coloca un piloto automático, acción a la cual Anderson denomina "conferir un cerebro al avión".
El editor de Wired se encontraba entre los entusiastas que recientemente asistieron a la tercera Competencia Anual de Vehículos Autónomos, donde equipos de programadores de software y armadores de robots de todo el país se enfrentaron en carreras de robots.
Aunque muchos de los competidores se enfocaron en payasadas (por ejemplo, en vestir a sus robots como si fueran dinosaurios), Anderson considera que la aviación no tripulada no es simplemente para los fanáticos que lo toman como pasatiempo
Anderson cree que los pequeños aviones a control remoto, equipados con sensores, podrían ser utilizados para evaluar situaciones de emergencia, como la que tuvo lugar en la planta nuclear Fukushima Daiichi, con el fin de hallar sobrevivientes en catástrofes naturales, ayudar a cumplir leyes y monitorizar tuberías, cosechas agrícolas y poblaciones de vida salvaje.
No es el único que tiene en mente esta idea; muchas compañías e instituciones dedicadas a la investigación están trabajando con el propósito de diseñar aviones no tripulados para usos comerciales y también para otros fines. La Administración Federal de Aviación (FAA, por su sigla en idioma inglés) estima que alrededor de 50 compañías, universidades y organizaciones gubernamentales están preparando al menos 155 diseños de aviones a control remoto solamente en Estados Unidos. Algunas empresas ya fabrican ejemplares sofisticados. AeroVironment, con base en Monrovia, California, diseñó el avión Raven, de casi dos kilos, el cual se lanza con la mano y que en la actualidad utiliza el ejército de Estados Unidos en Irak y en Afganistán.

Sin embargo, existen preocupaciones respecto de la privacidad y la seguridad, las que la FAA mitiga limitando las oportunidades comerciales para los UAV y solicitando permisos especiales para que los vehículos no tripulados puedan volar en el Sistema del Espacio Aéreo Nacional: una compleja red compuesta por más de 19.000 aeropuertos y que involucra alrededor de 100.000 vuelos diarios y miles de controladores de tráfico aéreo.
Hasta el momento, la agencia ha emitido 240 permisos. El Departamento de Seguridad Nacional recibió permiso para patrullar la frontera con aviones de este tipo y a la NASA se le permitió hacer volar aviones no tripulados para detectar incendios fuera de control en el Oeste.
La FAA tiene pendientes otras 164 solicitudes de permiso y a principios de este otoño (boreal) espera dar a conocer nuevas reglamentaciones. Anderson espera que dichas normas sean más indulgentes respecto de la aviación no tripulada.
Anderson dijo que DIY Drones ya cuenta con 15.000 miembros y que tenía aproximadamente un millón de visitas en su página por mes, accediendo de esta manera a un mundo de aficionados por el "hágalo usted mismo", quienes construyen sus propios aviones pequeños y los hacen volar alrededor de parques y vecindarios. Muchos de los miembros del sitio, dijo, trabajan a horario completo en importantes compañías dedicadas a la tecnología, como Apple, y en sus horas libres desarrollan software de fuente abierta que puede lograr que vuelen aviones del tamaño de una gaviota, comandados por controles remotos.
Anderson fundó 3D Robotics con Jordi Muñoz, de 24 años. Ambos se conocieron apenas Anderson incursionó en la red para contactarse con fabricantes locales de aviones no tripulados y vio un video de Muñoz haciendo volar un helicóptero mediante un control de Wii modificado para tal propósito. Ahora, la compañía vende el hardware para pilotos automáticos, los cables y los sensores que se necesitan para construir aviones y quadcopters, pequeños helicópteros de cuatro hélices.
"Estamos creciendo verdaderamente rápido", expresó Muñoz, quien es el jefe ejecutivo de la compañía, y quien ensambló los primeros prototipos en su casa. "Cuando comenzamos, yo trabajé las 24 horas del día, los siete días de la semana, prácticamente durante un año".

La compañía abrió una fábrica en San Diego, la cual ahora cuenta con 14 empleados que ensamblan y envían partes de aviones no tripulados. El año último, la firma experimentó un incremento mensual del 20 por ciento en las ventas, lo que significó ventas totales de más de 1 millón de dólares. Los clientes pagan aproximadamente 300 dólares por un piloto automático que incluye un dispositivo de GPS (Sistema de Posicionamiento Global, en idioma español), así como acelerómetros, magnetómetros y todos los dispositivos necesarios para convertir un avión fabricado a escala en uno autónomo.
Otras compañías venden aviones no tripulados que han sido previamente ensamblados.
En virtud de las pautas establecidas por la F.A.A., quienes toman estos vuelos como una actividad recreativa, como Anderson y sus clientes, deben hacer volar sus aviones no tripulados a una altura menor que 122 metros de altura, lejos de otros aviones y dentro del alcance de la vista de su operador.
Nicholas Roy, un profesor adjunto de aeronáutica y astronáutica, en el Instituto de Tecnología de Massachussets, trabaja con estudiantes para construir el software que sea capaz de comandar pequeños aviones sin tripulación que no dependan del GPS, el cual con frecuencia suele fallar.
"En términos de comprensión de lo que significa hacer funcionar algo en el mundo físico con inteligencia, los vehículos aéreos no tripulados son una manera fantástica de hacerlo", señaló Roy, quien también lidera el Robust Robotics Group, del M.I.T.
Pero él tiene ciertas reservas respecto del uso generalizado de estos aviones.
"Es fácil decir: Estas cosas son tan pequeñas. ¿qué daño puede hacer?", dijo. "Pero pueden llevar una tremenda cantidad de energía y pueden acumularla muy rápidamente. Cuando uno de ellos deja el cielo y toca el piso, el potencial de daño real está allí presente".
Otros enfatizan los temas vinculados con la privacidad.
"Los aficionados son los que menos inquietud ocasionan, desde la perspectiva de la privacidad, pero estoy preocupado por el control de ciertas partes de ciudades que puedan ejercer los encargados de hacer cumplir las leyes mediante el uso de los aviones no tripulados, como si de algún modo estuviéramos en el escenario de guerra", dijo Ryan Calo, quien es el director de Consumer Privacy Project, en la Facultad de Derecho de la Universidad Stanford. "Y estoy preocupado por las deficiencias que muestra la ley de privacidad para tratar esto en el ámbito constitucional y subconstitucional".
Pero, en el evento de los aviones no tripulados, Anderson y Muñoz parecieron estar más preocupados por mantener a sus aviones secos y volando, a pesar de las ráfagas de nieve.
"Sin agallas, no hay gloria", expresó Anderson, quien esperaba que cayeran algunos aviones sin tripulación.
Después de un día de estruendosas fallas y vuelos espectaculares, y con frecuencia impredecibles, el primer puesto en la categoría aérea lo obtuvo Antonio Liska, un ingeniero aeroespacial de 29 años que espera iniciar un negocio dedicado a la venta de aviones no tripulados. Él programó su propio piloto automático y planea hacer volar su avión no tripulado hacia el interior de volcanes en América Central: "¡Simplemente porque puedo hacerlo!", dijo.

La Nacion

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