A Tsung-Hiang Chang y Yang Li les parece que buscar una dirección en el ordenador de sobremesa, enviarla por correo al teléfono y abrirla luego en la aplicación de mapas de Google en el teléfono para poder usarla en el coche, por ejemplo, es demasiado laborioso. Por no hablar de usar USB o Bluetooth. Por eso, el estudiante de Informática e Inteligencia Artificial del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y el empleado de Google han ideado un sistema que permite transferir tareas entre dispositivos con una simple imagen.
El invento, que el estudiante ha bautizado Deep Shot, usa algoritmos de visión por computador y explota el hecho de que muchas aplicaciones web utilizan un formato estándar, denominado URI, que permite identificar inequívocamente un recurso, para conseguir transmitir datos de un dispositivo a otro, previa instalación del software correspondiente, por supuesto.
Así, con Deep Shot, el usuario tan sólo tiene que hacer una fotografía con el móvil de lo que está visualizando en el ordenador para que la imagen y los datos que tiene asociados se transfieran al teléfono. De la misma forma, si el usuario quiere completar una tarea que ha iniciado en el móvil con un teclado más cómodo, puede transferirla al ordenador de sobremesa.
Chang y Li desarrollaron el sistema durante el verano del 2010 cuando el primero estaba trabajando de becario en Google -con lo que la tecnología es propiedad del gigante de Mountain View-, y presentaron un paper sobre el tema en un congreso sobre la interacción hombre-máquina el pasado mes de mayo. Ahora Deep Shot funciona con varias aplicaciones web, entre las que se encuentran, por supuesto Google Maps, pero también Yelp, que funciona como unas páginas amarillas.
Que el invento pueda salir al mercado es otra historia. El Cloud Computing se lo pone difícil. ¿Si todo está en la nube, para qué enviar información de un dispositivo a otro? Para Jeffrey Nichols, investigador de IBM especialista en aplicaciones móviles, el mayor obstáculo con el que se topa Deep Shot es que requiere que los diferentes fabricantes de terminales se pongan de acuerdo sobre los estándares de interoperabilidad, lo que es harto difícil, por mucho que Tsung-Hiang Chang y Yang Li insistan en que “hace las cosas mucho más fáciles”.
La Vanguardia
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