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2011/04/08

"La homeopatía tiene éxito porque a la gente le gusta tomar pastillas"

Como una sana rutina, atiza a los charlatanes de la pseudociencia desde su columna en el periódico británico The Guardian. Pero son tantos y tan dañinos que se le quedó pequeña, y tuvo que explayarse en un libro. Ben Goldacre (Londres, 1974) les da ahora su merecido rapapolvo en las páginas de Mala ciencia (ahora traducido en España, Paidós, 2011), su concepto para definir a la pseudociencia y a los medios que la compran. Según cuenta por teléfono desde su despacho londinense, este psiquiatra de la Universidad de Oxford no aspira a desenmascarar a los farsantes: se conforma con evitar que cuelen sus productos milagro en las páginas de los periódicos.
¿Qué pretenden conseguir de la ciencia los grandes medios de comunicación?
Aspiran a que la ciencia les dé certezas, y a veces la ciencia sólo puede darte probabilidades de que algo sea cierto. La ciencia a menudo lucha por ofrecer a los periódicos una gran historia que acapare toda la atención por su trascendencia. Por ejemplo, en los últimos años, la mortalidad se ha reducido de forma vertiginosa. Pero no se debe a un único y maravilloso avance científico, sino a la acumulación de un número inmenso de pequeños pasitos diminutos. Por eso es difícil para el periódico ofrecer grandes historias sobre ciencia, y por eso tiene la responsabilidad de evitar presentar esos pequeños pasos como si fueran los grandes avances que todos andan buscando.  
Incluso un buen periodista necesita un buen titular.
Desde luego. En ese sentido, es interesante analizar las diferencias entre los periódicos y lo que hace la gente que escribe gratis en internet. En un periódico tienes un gran titular, con el que tratas de llamar la atención, porque tienes que venderle el periódico a cuanta más gente mejor. Cuando alguien escribe en internet, escribe para una pequeña audiencia que generalmente ya está interesada en el tema que trata, por lo que no tiene que llamar la atención exagerando el titular. Un periodista sostiene su autoridad en el prestigio de la cabecera que le respalda, mientras que si eres un bloguero independiente, no tienes una marca que te respalde. Así que estás obligado a demostrar que eres fiable a través de enlaces. Enlazando al estudio científico, enlazando a los trabajos previos, enlazando a quienes discuten los resultados... Si no lo haces, es probable que pierdas visitas de lectores que puedan interpretar que les estás engañando al no mostrarles la fuente original en discusión.
¿Qué opina de que los blogueros científicos sean a veces muy críticos con los periodistas?
Las críticas siempre son buenas. La ciencia se basa en las críticas al trabajo académico de los demás. Cuando lees una revista científica ves que están llenas de artículos con experimentos que tratan de demostrar que las hipótesis de otros están equivocadas. British Medical Journal publica los tres estudios más mencionados, y los tres son muy críticos con la práctica médica porque precisamente sobre eso trata la ciencia. Y por eso creo que la ciencia es tan buen sistema para entender el mundo, porque su estructura anima a otros a criticar activamente los resultados de los demás, y les ofrece los instrumentos para hacerlo. Las culturas, países y sociedades en las que está prohibido responder críticamente frente a las ideas de otros son lugares poco sanos en los que todo funciona mal.
¿Cuándo empezó a preocuparle la mala ciencia?
Es demasiado común leer noticias supuestamente científicas tan ridículas y tan obviamente equivocadas que es muy difícil no sentirse frustrado y decepcionado con la prensa. Lo que hice cuando empecé a escribir fue convertirme en portavoz de millones de amantes de la ciencia cabreados de alrededor del mundo.
¿Sólo le interesan los equívocos de los periodistas?  
No me preocupa especialmente que haya gente que se deje timar por charlatanes o vendedores de milagros. Es peligroso, sí, pero yo creo que es más interesante analizar el trabajo de los periodistas. Y esto es así porque tengo distintas expectativas sobre distintas personas; no espero nada de los charlatanes que venden píldoras mágicas a gente vulnerable. Sin embargo, tengo grandes expectativas de los directores de los periódicos, porque dirigen grandes organizaciones que venden en los quioscos -supuestamente- hechos ciertos. Y sí considero que ellos me fallan cuando venden algo que no es correcto. No sé si es posible evitarlo, quizá debería prepararme psicológicamente para cuando no lo consiga.
¿A la gente le interesan las noticias de ciencia o sólo las noticias divertidas sobre ciencia?

Creo que hay gente distinta interesada en cosas distintas. Mientras todos puedan tener lo que buscan y estén felices... Ahora que ha llegado internet soy más optimista con el futuro de la comunicación científica. Porque en los grandes medios no suele tener mucho espacio, pero los amantes de la ciencia como yo ahora sí tenemos dónde consumirla en muchos otros sitios.
¿Y hasta qué punto debe el periodista profundizar en los detalles? ¿Se puede ser riguroso sin ser aburrido?
¡Claro que sí! Lo que siempre debe recordarse es que no hay gente estúpida, sino gente poco interesada en leerte o en lo que estás contando. Así que si les interesa lo que escribes, estarán deseando que les hagas un recorrido detallado para explicar exactamente por qué algo es cierto o falso. Si no está interesado, buscará  rápidamente la frase en la que se resume todo el tema. La gente no siempre necesita saber los detalles de los avances científicos. Pero es necesario preocuparse porque la gente conozca cómo se desarrolla la ciencia para poder tomar decisiones importantes. La gente debería poder manejarse con los hechos científicos que no sólo afectan al mundo, sino a su propia salud, por ejemplo. Porque de ahí surgen las supersticiones absurdas sobre supuestos males inventados o los remedios milagrosos.
A veces, los científicos engañan a los periodistas.
Es cierto, y el trabajo del periodista es escrutar al científico, saber quién es y qué nos vende, pero también conocer a fondo el contenido de su estudio. Es razonable exigir que quien escribe conozca lo elemental de esa área. Yo no escribiría una noticia de fútbol ni por un millón de libras. No tengo ni idea de lo que es un fuera de juego, no sé cuánto dura un partido ni cuánta gente participa. Por eso, nunca escribiría una noticia sobre fútbol. Y ese mismo sentido común se debe aplicar a la ciencia.
¿Qué opina de los científicos estrella?
Los científicos que se vuelven locos por salir en los medios, los que creen que lo importante es ir a la tele, me preocupan poco. Se les caza en seguida porque dejan de hacer cosas interesantes. Por ejemplo, en el Reino Unido yo tengo lo que llamo ‘microfama'. Tengo pequeña notoriedad en un pequeño rincón de mi mundo de amantes de la ciencia. Andy Warhol dijo aquello de que todo el mundo sería famoso durante 15 minutos, sin embargo ahora todo el mundo puede ser famoso para 15 centenares personas. Siempre que me llaman de la tele o la radio para hablar sobre algo que no domino digo que no. Y creo que no todo el mundo dice no tantas veces como yo, esa es la diferencia.
¿Y los dietistas que se hacen famosos por sus métodos?
Ese es un problema mucho más grave. Se apoyan en grandes compañías que se dedican a vender sus productos y pastillas, y en su presencia en la televisión. Dan una visión distorsionada de la ciencia porque están obligados a hacer grandes promesas. Te prometen que arreglarán tus problemas para hacerte ver que necesitas sus instrucciones. Es interesante cómo inventan métodos complejos que les sean útiles para vender productos, cómo se sirven de cierta parafernalia científica para hacer creer que su trabajo es demasiado difícil para entenderlo. La visibilidad de estos gurús tiene consecuencias negativas. Cuando la gente cree que mejorará su salud haciendo dietas de cinco días, están olvidándose de lo importante. Porque si lo que se quiere es reducir la posibilidad de morir joven -nunca es seguro-, debes tener un estilo de vida sano durante las próximas cinco décadas, no durante los próximos cinco días. Y el peligro es que la gente piense que por hacer estas dietas o consumir esos productos está sana, cuando a lo mejor no lo está.
¿Por qué hay médicos titulados que prescriben homeopatía?
Sí, es llamativo. También hay muchos médicos que realizan operaciones que no son las más indicadas o que siguen recetando medicinas que ya no son las más apropiadas. La homeopatía es sólo el ejemplo más claro de una mala praxis, porque es recetar píldoras que no tienen nada. Puedes encontrar médicos haciendo cosas idiotas de todo tipo, muchas veces por la presión de que hacer algo será mejor que no hacer nada. A menudo, los mejores médicos son los que no dan a los pacientes lo que andan buscando, como cuando piden antibióticos para un resfriado. Llevarle la contraria a un paciente es muy arriesgado, ya que quizá no quiera volver más. En cambio, habrá médicos que prefieran prescribir algo, aunque sean pastillas de azúcar, antes que dejar que parezca que no son capaces de hacer nada. Yo creo es mejor decirle la verdad al paciente antes que dejarle contento.
¿Desaparecerá algún día la homeopatía?
No, no, nunca. Es una de esas cuestiones fascinantes... Las terapias alternativas como esta, sin evidencias científicas que la avalen, se usan en función de las modas y no de la aparición de resultados que las sostengan. Y aunque es un fenómeno difícil de explicar, creo que en buena parte se puede resumir en que a la gente le gusta tomar pastillas. Es muy agradable poder acudir a una consulta regida por alguien que tiene una píldora mágica para curar lo que sea que te pase, o creas que te pasa. Además, muchos de los pacientes de las terapias alternativas sólo se acercan a estos métodos tras una mala experiencia personal con la medicina convencional. Ya sea un error médico, o lo que el paciente cree que ha sido un error, o tras la frustración de no poder poner remedio a una enfermedad que es crónica. La medicina alternativa forma parte del paisaje emocional de nuestra cultura, es una expresión más de nuestras preocupaciones y dudas sobre nuestra salud y cómo afrontarlas.

Publico

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