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2011/04/27

Otros once Chernóbil siguen vivos

El fantasma de Chernóbil no podría estar más vivo. Once reactores de diseño soviético iguales al que causó el peor desastre nuclear de la historia hace hoy 25 años siguen funcionando en Rusia, donde son capaces de generar hasta el 8% de toda la energía eléctrica que consume el país.
Tanto la UE como EEUU han cuestionado la seguridad de este tipo de factorías inspiradas en el programa militar de la URSS. Tanto es así que la UE impuso a Lituania en 2003 el cierre de la central de Ignalina, con dos reactores como el de Chernóbil, como condición inexcusable para su entrada en el club europeo. Tras el cierre progresivo de todos los reactores de la central ucraniana, Rusia es hoy el único país que sigue usando este modelo, conocido como RBMK, e inspirado en las factorías de plutonio para bombas nucleares.
Lo más llamativo de este tipo de reactores que generan electricidad a partir de uranio es que no tienen las estructuras de contención de acero y hormigón que poseen las centrales diseñadas únicamente para uso civil como las que funcionan en EEUU, Japón y España, entre muchos otros países. Esto significa que, tras un accidente como el del 26 de abril de 1986 en Chernóbil, hay una barrera menos para impedir que el material radiactivo del núcleo salga al exterior, con su peligrosa carga. Aunque los reactores RBMK existentes fueron mejorados tras el accidente de Chernóbil, las modificaciones no convencen a todos. Por ejemplo, es imposible construir un sistema de contención que evite un desastre como aquél.
"Tenemos claro que es una tecnología que no queremos en Europa", asegura Alfredo de los Reyes, jefe de Relaciones Internacionales del Consejo de Seguridad Nuclear. "Los rusos dicen que estos reactores están mejorados, pero seguimos considerando que los PWR o BWR usados en Europa son mucho más seguros", reconoce.
A pesar de las presiones internacionales, son los rusos los únicos que pueden decidir su cierre. Inaugurados antes de la caída del Muro de Berlín, los 11 reactores que siguen en marcha suman 10.300 megavatios de potencia instalada de los 23.000 que genera todo el parque atómico ruso (32 reactores), es decir, un 44% del total, según datos de la World Nuclear Association (WNA). Rusia defiende la seguridad de estas plantas y ha ampliado la vida útil de al menos seis de los reactores RBMK más allá de sus 30 años iniciales, según la WNA. El último en cerrar según los planes será el reactor 4 de la central de Leningrado, previsto para 2026.
La URSS no fue el único país que aceptó el riesgo de esta tecnología. EEUU operó durante 22 años el reactor N, otro generador sin contención que fabricaba plutonio para las bombas atómicas estadounidenses. Al igual que los RBMK, utilizaba grafito para controlar la desintegración de los átomos de uranio, de la que se desprende la energía que aprovechan las centrales nucleares.
El reactor cerró de forma preventiva en diciembre de 1986 a raíz del accidente de Chernóbil para que se mejorase su seguridad. Jamás volvió a operar, después de que varios estudios independientes cuestionasen su seguridad y la capacidad del personal que lo gestionaba en el complejo militar de Hanford, en el estado de Washington, que es hoy uno de los lugares más contaminados del planeta.
"Dentro de la normativa de seguridad del mundo occidental esos reactores son inaceptables", señala Agustín Alonso, catedrático emérito de Tecnología Nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid. Alonso sirvió durante años en el grupo de físicos occidentales que revisaron la seguridad de los reactores RBMK para el Organismo Internacional de Energía Atómica y propusieron las modificaciones necesarias. A raíz de su trabajo, Rusia realizó los cambios solicitados a sus reactores, incluyendo "un sistema secundario de apagado", señala Alonso, quien reconoce que estos diseños son ahora "más estables", aunque sigue habiendo peros. "Los expertos pensamos que están a la cola en seguridad, aunque es una opinión que no se expresa con fuerza", añade el experto.

Renacimiento

El accidente de Chernóbil produjo un parón de diez años en la industria nuclear rusa que, sin embargo, ya está renaciendo de sus cenizas.
El actual Gobierno quiere que en 2030 la nuclear suponga un 30% de la tarta energética, en la que hoy sólo ocupa un 16%. A finales de siglo, Moscú aspira a que esta cifra llegue hasta el 80%. El país planea en su suelo ocho nuevos reactores y además ha vendido centrales a potencias emergentes como China o India. De ser la vergüenza del sector nuclear, Rusia se está transformando en una potencia que rivaliza con Occidente.
"Los nuevos diseños rusos que hay ahora en el mercado sí cumplen la regulación de los países occidentales", señala Alonso. De hecho ,ofrecen interesantes tratos para la operación de sus reactores, que incluyen la retirada y almacenamiento del combustible gastado fuera del país que compre su tecnología.

El prólogo del mayor desastre nuclear

Iba a ser la mayor central nuclear del mundo, la joya atómica de la URSS. Pero la catástrofe de Chernóbil arruinó los planes de construir 24 reactores en la planta de Balakovo, en la orilla del río Volga, 900 kilómetros al sur de Moscú. Allí, en uno de los cuatro reactores que sí se construyeron y que todavía hoy funcionan, se escribió el prólogo del desastre de Chernóbil. El 27 de junio de 1985, una válvula de seguridad del circuito de refrigeración se desactivó y un chorro de vapor a 300 grados entró en una sala con trabajadores. Murieron 14 personas. La URSS atribuyó entonces el accidente a un error humano. Un año después, Chernóbil.

Publico

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