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2011/01/27

Matthew Eltringham: "La comunidad puede influir en lo que explican los medios y en cómo lo explican"

Fue a partir del tsunami que asoló varios países asiáticos en 2004. La recepción entonces de numerosas fotografías, vídeos y otros materiales remitidos por ciudadanos anónimos que estaban sobre el terreno hizo que la BBC intuyera la potencia informativa que podía llegar a tener la participación ciudadana gracias a la tecnología -a las cámaras instaladas en los teléfonos móviles, por ejemplo-, importancia que efectivamente ha ido a más a partir de las llamadas redes sociales. Se montó un equipo de tres personas para gestionar ese inicipiente colectivo que pasaba del estado de audiencia pasiva a la participación activa. Pero aún hicieron falta unos meses más, y otro impacto informativo en forma de desastre, en este caso los atentados contra el metro de Londres el 7 de julio de 2005, para que la empresa, una de las organizaciones de medios de comunicación más potentes del mundo, percibiera en toda su magnitud la importancia de la interactividad y decidiera montar un equipo dedicado a dar juego y sacar partido, tanto periodísticamente como en términos de difusión, a esa parte de la audiencia dispuesta a erigirse en una comunidad participativa.

Entonces pasaron de tres a veinte personas, recuerda Matthew Eltringham, periodista de la cadena británica desde hace más de 15 años, y el hombre que se encargó de montar ese equipo. bautizado como Used Generated Content Hub, y que es el que hoy gestiona todas las estrategias que tienen que ver con la comunidad de usuarios y la actividad en las redes sociales de la BBC. Eltringham ha explicado su experiencia en la sesión celebrada este miércoles en el marco del ciclo 10 en comunicació que organiza la Fundació ESCACC.

Para Eltringham, no tiene sentido que un periodista en el siglo XXI no domine las herramientas que ofrece la tecnología, y que incluyen, claro, el manejo de las redes sociales, pero entiende que "es necesario que la gente entre en ellas de forma natural", sin forzar nada. ''Que uno aprenda del compañero que tiene al lado", por ejemplo. Aquí, de nuevo ha esgrimido su experiencia: la BBC organiza cursos, seminarios, y tiene un equipo que viaja por todas las redacciones que la organización tiene en el Reino Unido explicando a sus periodistas cómo usar estos nuevos recursos y la importancia de la interactividad. Y cuando la gente empieza a twittear, explica, incluso los reacios acaban convencidos al ver los beneficios que la red les puede aportar, razona.

Eso sí, un mal uso, recuerda, puede ser contraproducente: ahora ya no basta con que el periodista verifique la historia manteniéndose al margen. "El periodista se tiene que exponer ahí fuera, a merced de la comunidad, y de sus críticos" con la comunidad, y si no vas con cuidado, si no tratas a la gente "de igual a igual", por ejemplo, puedes salir escaldado.

El caso es que la potencia de las redes sociales, insiste, no se puede ignorar, nos guste o no. Eltringham ha puesto el caso de las recientes protestas estudiantiles que hubo en Londres el 9 de diciembre, cuando pese a ser un tema ignorado en primera instancia por los medios de comunicación tradicionales, se difundió en yYoutube un vídeo en que se veía a la policía maltrantando a un joven con parálisis cerebral, Jody Mcintyre,  al que varios agentes tiraron de la silla de ruedas y arrastraron por el suelo. Tras varios días hirviendo en las redes sociales, el tema finalmente acabó convertido en noticia. Y la potencia de estos nuevos medios volvió a demostrarse con las críticas que arreciaron al tratamiento que la BBC dió al tema cuando finalmente le hizo un hueco en su agenda informativa.

El caso demuestra que "la comunidad puede influir en lo que explicamos y en cómo lo explicamos". Sin duda, un arma de doble filo. Porque, ¿significa eso renunciar a un criterio editorial propio? En absoluto, opina Eltringham. De ninguna manera se trata, argumenta, de renunciar a las herramientas que siempre ha tenido el periodismo. Los mecanismos de comprobación, por ejemplo, no deben relajarse, porque "lo importante sigue siendo, como siempre, el contenido", insiste. ¿Y qué pasa con la selección de temas, y de los enfoques pertinentes? Ahí, también es inflexible: "En la BBC son nuestros valores editoriales los que nos ayudan a tomar decisiones y nos sirven para publicar la noticia. Con frecuencia la noticia más vista no es la primera para nosotros, pero nuestro trabajo consiste en esto".

Hay otro ámbito, extraperiodístico, en el que importa cada vez más la comunidad, y cómo gestionarla: el de la fidelización de la audiencia. Ejemplos: desde el programa Open de ABC Australia, en que se pide a la comunidad que proponga preguntas que hacer a un invitado, que después -a diferencia de lo que pasa con el modelo Tengo una pregunta para usted- son filtradas y "convertidas en periodismo", hasta los foros de fans que se generan en torno a un programa. Alguno de los cuales tienen lugar en plataformas externas, que no pertenecen a la cadena. Como Facebook, sin ir más lejos. Una herramienta que para Eltringham puede desbancar a Google a la hora de buscar en internet, porque la gente,a rgumenta, puede preferir las sugerencias que le haga un conocido, y en eso el invento de Mark Zuckerberg no tiene rival.

En todo caso, ha insistido, "todos estamos en transición". Hacia donde nadie lo dice, tampoco el ponente. Pero el pasado lunes la BBC anunció cambios que comportan la supresión de 360 puestos de trabajo en sus portales web. Eso sí, la mayoría de los despidos, ha precisado cuando le han sacado el tema de los recortes, no se harán en el área informativa, sino en otros contenidos.

La Vanguardia

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