A pesar de su carácter presidencialista y poco democrático, Egipto ha sido bien visto en los últimos años tanto por Israel -es uno de los pocos países árabes que tiene unas relaciones activas con el estado judío- como por Occidente -no hay que olvidar, que el presidente de los EE UU, Obama, eligió El Cairo para dar su célebre discurso dirigido al mundo musulmán en junio de 2009-.
Un cambio de Gobierno en un país donde los islámicos Hermanos Musulmanes es una de las principales fuerzas de oposición, podría cambiar ese statu quo de la región. Todo ello a pesar de que, aunque frecuentemente se ha acusado a esta hermandad de apoyar la violencia fundamentalista, en los últimos tiempos algunos de sus líderes han optado por la no violencia y EE UU ha recomendado en alguna ocasión un acercamiento para su integración democrática.
No hay que olvidar tampoco que habría otras opciones como el Nobel de la paz, Elbaradei, o Amer Moussa, el secretario general de la Liga Árabe.
Hay que recordar que el país es un pilar importante de la Liga Árabe -el presidente es egipcio- y un miembro destacado de la Unión Africana, destacando su papel estratégico fundamental como puerta entre Asia y África.
Aunque la protesta egipcia tiene mucho que ver con la economía y sus insostenible tasa de paro -sobre todo entre los más jóvenes- no hay que olvidar que Egipto es la segunda economía africana tras Sudáfrica y el tercer país más poblado del continente. Su economía está basada en la agricultura y el turismo, pero cuenta con recursos de gas (es el decimocuarto mayor productor del mundo) y de petróleo (vigésimo noveno).
Tampoco hay que olvidar que quién gobierne en Egipto controlará el Canal de Suez un punto marítimo vital en los transportes entre Asia y Europa y por el que pasa aproximadamente el 14% del tráfico marítimo mundial.
El riesgo de contagio
La preocupación no sólo se centra en Egipto, el efecto contagio de Túnez y el país del Nilo está teniendo ecos en otros países del ámbito musulmán: Argelia, Jordania, Yemen, Arabia Saudí y Marruecos -que ya ha iniciado medidas para abaratar los productos básicos y cortar así el malestar-. La inestabilidad de esta gran zona que abarca el norte de áfrica y Oriente Próximo traería importantes consecuencias. Dos ejemplos: Arabia Saudí es el primer exportador del mundo de crudo y, en ámbito más doméstico, el consumo de gas natural español viene en gran parte de Argelia.En cualquier caso, hay que decir que, en general, las potencias europeas y norteamericanas no ven con malos ojos estas protestas siempre que sean pacíficas, aunque hayan apoyado durante décadas a los gobernantes objetivo de las manifestaciones como un baluarte contra el islamismo radical, en muchos casos.
20minutos
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