La huelga general que tiene lugar en Portugal contra el presupuesto de austeridad que debatirá el Parlamento el viernes intensifica la presión sobre el país europeo.
Con la soga de la crisis irlandesa colgándole al cuello, un déficit fiscal en aumento y creciente descontento en las calles, el gobierno socialista de José Sócrates busca dar una clara señal a los mercados para evitar un contagio que lo convierta en el tercer miembro de la eurozona en ser rescatado por los nuevos bomberos del continente: la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).El presupuesto contempla una reducción del 5% en el salario de los empleados públicos, un congelamiento de la pensión estatal y un aumento a del impuesto al consumo (IVA) al 23%.
A pesar de la furia de los sindicatos, el presupuesto -acordado luego de arduas negociaciones con el principal partido de oposición- contará seguramente con la aprobación del Parlamento, pero difícilmente baste para recuperar la confianza de los mercados.
Mercados duros de roer
El gobierno de Socrates afirma que Portugal es diferente de Irlanda porque el sector bancario se sostuvo sin problemas durante la crisis financiera global de 2008-2009 y no ha habido una burbuja especulativa hipotecaria seguida de un espectacular derrumbe.Las autoridades se comprometieron a reducir el déficit fiscal de un 9,3% en 2009 a un 7,3% este año, algo que -según aseguró el primer ministro el lunes- es "más bajo que en Francia, Grecia, Irlanda, Reino Unido, Estados Unidos o Japón".
El problema es que, por el momento, el gobierno no está cumpliendo con esta meta.
El ministro de Finanzas Fernando Teixeira dos Santos reconoció el mes pasado que el déficit había aumentado unos 207 millones de euros comparado con los nueve primeros meses de 2009.
La reacción de los mercados no se hizo esperar: la tasa de interés que paga Portugal para financiarse dio un salto.
Pero además, según comentó al diario británico Financial Times Edward Hugh, un economista basado en Barcelona, la austeridad ya no es suficiente para apaciguar a los mercados.
"Es que cuanto más se contrae la economía siguiendo estos programas de austeridad, más se reduce la capacidad de pagar", explica Hugh.
En otras palabras, el riesgo estaría hoy en tener un alto déficit fiscal y en intentar reducirlo mediante un ajuste.
Pasó en Irlanda. El año pasado los mercados financieros aplaudieron el primer ajuste fiscal, elogiaron la valentía y la decisión del gobierno y le bajaron el pulgar cuando fue claro que la economía no crecería.
Volver a crecer
Uno de los grandes problemas de las llamadas economías periféricas de la eurozona es volver al crecimiento luego del estallido financiero de 2008.La economía portuguesa se contrajo un 2,6% en 2009 y, según los cálculos oficiales, crecerá un 1,3% el año próximo.
El ajuste fiscal que va a votar el Parlamento el viernes complicará las cosas.
Un recorte salarial y un aumento impositivo difícilmente sirvan para estimular el consumo, uno de los motores de la expansión económica.
En medio de esta turbulencia del euro, con las recriminaciones cruzadas que sobrevuelan la eurozona, apareció un invitado inevitable de los últimos grandes eventos mundiales: China.
El presidente Hu Jintao visitó a principios de noviembre Portugal y prometió "ayuda concreta" al país, que podría incluir la adquisición de bonos gubernamentales para financiar el déficit.
No ha sido suficiente.
Un correo electrónico con un comunicado falso atribuido al primer ministro refleja el estado de ánimo de los portugueses.
"Dada la situación actual de nuestras finanzas públicas y ante la necesidad de cortar el gasto público, la luz al final del tunel será apagada hasta próximo aviso".
BBC Mundo
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