En la iglesia de una pequeña ciudad del norte de Italia se está llevando a cabo una revolución tecnológica, nada menos que en el método utilizado para hacer sonar las campanas.
El pueblo de Chiari es famoso por producir restauradores de campanas altamente calificados y muchos de los 20.000 pobladores de la zona tiene antecedentes familiares en la artesanía de campanas.
Los hermanos Rubagotti, Luca y Giacomo, no son una excepción.
"Hemos estado haciendo este trabajo toda la vida. Somos artesanos", dicen.
Su padre Carlos aprendió el oficio en la fábrica de campanas del pueblo, que ahora está cerrada, convirtiéndose en uno de los primeros en intentar la construcción de campanas motorizadas.
Hoy en día muchas campanas se controlan por sistemas eléctricos que se pueden programar para que repiquen en determinados momentos y en numerosas ocasiones.
Un regalo del cielo. Los hermanos Rubagotti heredaron de su padre la pasión por la innovación. Pero incluso dentro de su mundo de antiguas tradiciones, ellos también tienen la intención de empujar los límites y ahí es donde su amigo de la infancia Giorgio Campiotti entra a jugar un papel esencial.
Giorgio es un experto en informática y fue capaz llevar a la práctica la visión de los hermanos Rubagotti mediante la creación de un programa para celulares que permitía a los sacerdotes operar las campanas de la iglesia a distancia, lo que significa que no tendrían que estar físicamente dentro de la iglesia.
Ahora los sacerdotes pueden sacar sus smartphones, cargar una aplicación y hacer doblar las campanas.
Están muy lejos aquellos días en que en cada torre de cada iglesia vivía un campanero, encargado de hacer repicar las campanas cada hora. Y ahora que el número de sacerdotes ha disminuido en Italia, Giorgio dice que ser capaces de manejar varias iglesias al mismo tiempo es un regalo del cielo.
"Cada vez hay menos sacerdotes en Italia por lo que tienen que administrar y cuidar más iglesias, dos o tres como mínimo. Por eso un sistema remoto puede ayudar a un sacerdote que tiene que estar en dos o tres lugares al mismo tiempo", agrega.
100% automático. La aplicación contiene cientos de combinaciones diferentes, lo que resulta muy fácil para el sacerdote, que puede elegir cómo quiere que suenen las campanas.
Un sacristán, Silvano, que se aprovechó de la idea, la utiliza para administrar sus campanas.
"Las distintas tonalidades ya están listas. Vas a la biblioteca de sonidos y puedes elegir uno diferente. Yo sólo tengo que seleccionar el que quiero, selecciono el botón de play y comienza la melodía".
"El sistema es 100% automático. Lo puedo programar por todo un año y las campanas sonarán solas", agrega.
Aunque la iglesia no es el lugar donde naturalmente se espera encontrar a gente en la cúspide de la innovación tecnológica, los hermanos Rubagotti están gratamente sorprendidos por la asimilación de los sacerdotes.
"Los sacerdotes se sienten muy atraídos por la nueva tecnología y el sistema digital", dice Giacomo.
"Un sacerdote, amigo mío, tiene tres celulares: un iPhone, un Blackberry y un Nokia. ¡Le encanta la tecnología!", asegura.
Y aunque algunos sectores de la comunidad religiosa extrañan la rutina tradicional de los campaneros tirando de las cuerdas, Giacomo dice que sin su tecnología el sonido de las campanas de la iglesia se escucharía cada vez menos.
La Nacion
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