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2010/10/02

La guerra de las divisas

BBC Mundo

"Estamos en medio de una guerra cambiaria internacional"
Las palabras del ministro de finanzas del Brasil Guido Montega el lunes destaparon un secreto a voces en circuitos gubernamentales y financieros.
Este viernes el primer ministro de Japón señaló que seguiría interviniendo en los mercados de divisas "cuando fuera necesario".
El miércoles, la Cámara de Representantes de EE.UU votó a favor de un proyecto de ley que podría allanar el camino a sanciones comerciales a China como represalia por la política cambiaria de este país.
"Estamos presionando a China porque su moneda está subvaluada", explicó el presidente Barack Obama.
El problema es que lejos de ser excepciones, China y Japón encabezan una larga lista de países - de Corea del Sur a Colombia y Suiza - que han intervenido en los últimos meses en el mercado de divisas para controlar el precio de la moneda nacional.
Según los detractores, se trata de una medida "desleal" para mantener artificialmente bajo el valor de la moneda y favorecer las exportaciones a fin de ganar competitividad en el comercio internacional.
El gran temor es que una generalización de estas políticas obstaculice la frágil recuperación económica mundial como sucedió en la crisis de los años 30.

Una cuestión bilateral

La posibilidad de una guerra comercial entre EE.UU y China, los dos motores de la economía mundial, es el principal peligro.
Según la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, si China no interviniera en el valor de su moneda, EE.UU crearía "millones de puestos de trabajo y reduciría el deficit comercial en unos 100 mil millones de dólares".
El proyecto de ley tiene que ser aprobado por el senado y rubricado por el presidente Obama, pero China le advirtió este jueves a Estados Unidos que su aprobación podría dañar las relaciones entre ambos países.
Según el gobierno chino, EE.UU está desviando la atención de sus problemas internos por motivos políticos (elecciones de renovación del congreso en noviembre).
En una reunión bilateral el jueves 23 de septiembre, el primer ministro chino, Wen Jiabao, le advirtió al presidente Barack Obama que China no iba a cambiar de política porque una valorización del Yuan del 20% llevaría a una masiva pérdida de puestos de trabajo y bancarrotas sin otorgar ningún beneficio a EE.UU.

Una cuestión unilateral: Japón

El conflicto sino-estadounidense ha estado cocinándose a fuego lento en los últimos cinco años.
El 15 de septiembre se añadió a la cocción un ingrediente inesperado.
El Banco Central de Japón intervino por primera vez desde 2004 en los mercados de divisas con una venta masiva de yenes y, como aclaró este viernes el primer ministro Naoto Kan, va a seguir haciéndolo.
El gobierno de Kan lo justificó por la crisis económica que atraviesa el país que no ha logrado despegar de la burbuja financiera e inmobiliaria que vivió a fines de los 80.
En Estados Unidos el congresista republicano Tim Murphy lo interpretó como la luz verde que la política intervencionista china estaba dando a países como Japón.
En la Unión Europea, los 16 miembros que manejan el euro como moneda, acusaron a Japón de irresponsabilidad.
"Acciones unilaterales de este tipo no son apropiadas para lidiar con los desequilibrios globales", señaló el presidente de los países de la eurozona Jean-Claude Juncker.
La palabra clave es "unilateral".

¿Acuerdo posible?

Una manera de evitar devaluaciones competitivas como la de los años 30 es llegar a acuerdos internacionales que den una mayor previsibilidad a la política monetaria internacional.
Los acuerdos de Bretton Woods de 1944 tomaron esta experiencia en cuenta para establecer un sistema de tipo cambio fijo que rigió hasta principios de los 70, pero el modelo histórico que muchos empiezan a analizar para evitar una guerra cambiaria son los acuerdos del Hotel Plaza en los 80.
En septiembre de 1985, Estados Unidos, Francia, Alemania Occidental, Japón y el Reino Unido se reunieron en el Hotel Plaza en Nueva York y acordaron una depreciación coordinada del valor del dólar estadounidense.
Estados Unidos pudo mejorar su desequilibrio comercial con las otras naciones y el acuerdo fue la base para una coordinación macroeconómica internacional de los países del G7 de ahí en adelante.
Pero el acuerdo no es visto con buenos ojos por China que es consciente del alto precio que pagó Japón.
"Con la competitividad de sus exportaciones dañada por la apreciación de su moneda y con la presión estadounidense para que redujera su superávit de cuenta corriente, Japón eligió una expansión monetaria que terminó en una burbuja y la década perdida de los 90", puntualizó esta semana el editor del Financial Times, Martin Wolf.

El G20

Es difícil que el proyecto aprobado por la cámara baja se convierta en ley antes de las elecciones legislativas de noviembre, y no está claro tampoco que, en caso de que sea aprobado, cuente con la firma del presidente Barack Obama.
El Departamento de Comercio, entre otros, ha manifestado su oposición al proyecto, al que ha calificado de "contraproducente".
La estrategia del gobierno estadounidense parece apuntar a aumentar la presión sobre China de cara a la cumbre del G20 en Corea del Sur en noviembre.
En la cumbre de Toronto en abril esta presión no dio el resultado deseado.
El canciller de Brasil, Celso Almorín, dejó en claro la semana pasada que no formaría parte de una campaña para obligar a Pekín a apreciar su moneda.
Como recordó Amorin, "China es nuestro principal socio comercial".
En la cumbre en Seúl, podrá visualizarse con más claridad el nuevo paisaje económico-diplomático global que ha creado la emergencia de China.
Lo que está claro es que, por el momento, no hay acuerdo internacional en la "guerra de las divisas".

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