El término nanotecnología se está usando como reclamo comercial, según se ha denunciado hoy al presentar el documento "Nanotecnología y Bioética Global", el primer texto de Europa con consejos para los sectores implicados, que recomienda establecer un marco de seguridad y responsabilidad en este campo.
La nanotecnología es un área de las ciencias que no crea materia, sino que está orientada al control y manipulación de la materia a una escala menor que un micrómetro, la milésima parte de un milímetro, y sus aplicaciones se extienden al campo de la medicina, el medio ambiente, la energía, las comunicaciones, los productos químicos y farmacéuticos y a materiales diversos.
Elaborado por el Observatorio de Bioética y Derecho (OBD), del Parque Científico de Barcelona, el texto propone recomendaciones a los centros de investigación, las compañías e industrias de productos nanotecnológicos, a los poderes públicos, a los medios de comunicación y a los ciudadanos para que los avances y las aplicaciones científicas que se generen se hagan en condiciones de respeto a los derechos fundamentales.
La directora del OBD, María Casado, ha destacado que cuando se habla de nanotecnología se habla de partículas que son invisibles, "pero no es algo espiritual, sino real", y que aunque son buenas porque dan más bienestar y conducen hacia una sociedad más cómoda, "este bienestar social que debe esperarse no debe ser únicamente económico, sino también de valores".
Así, el documento pide a los poderes públicos estimular el interés por la ciencia y definir las garantías jurídicas y las bases éticas que han de guiar las investigaciones, y a los investigadores, que transmitan los avances nanotecnológicos de forma veraz, porque los riegos también se derivan de mantener invisibles la dirección y las decisiones de la investigación.
El director general del Parque Científico de Barcelona, Fernando Albericio, y al vicedecana de Relaciones Internacionales y de Investigación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, Cristina González, han coincidido en que la nanotecnología constituye una plataforma tecnológica sin precedentes por la convergencia que se da entre química, física, biología, la ciencia de los materiales, la informática y las ciencias cognitivas.
Precisamente esta pluralidad es lo que impide que haya interconexiones entre países, centros y el mundo industrial, y que no haya protocolos a escala global para examinar la toxicología, la trazabilidad y la biodegradación de los nanomateriales.
En el acto se ha puesto de manifiesto que aunque hay muy pocos productos en el mercado derivados de la nanotecnología, se atribuye esta condición a muchos que no lo son, como el caso de los liposomas que se emplean en cosmética, que no son nanotecnología.
Para los asistentes, está pasando ahora lo mismo que ocurrió hace años con los productos "bio" y, en este sentido, se han preguntado por qué la Unión Europea no regula este campo, como ha ocurrido con los productos manipulados genéticamente, para que se etiqueten como tales.
En la actualidad, lo que preocupa es que al manipular la materia en una escala tan minúscula aparecen fenómenos y propiedades nuevos que pueden provocar riesgos potenciales como la toxicidad, y la dificultad en controlar la trazabilidad, la biocompatibilidad o la biodegradación de los materiales inertes.
Los expertos han remarcado que los investigadores y la industria no son un grupo homogéneo, y cada uno mantiene distintas regulaciones de seguridad, tanto en los laboratorios como en las plantas de fabricación, una situación que debería cambiar.
El Grupo de Opinión del Observatorio de Bioética y Derecho reconoce que las nanotecnologías son una oportunidad para el progreso de la sociedad, "pero siempre que su desarrollo se haga en un marco de convergencias de responsabilidad, seguridad y colaboración entre todos los sectores implicados, y se establezcan regulaciones de evaluación y control transversales".
La nanotecnología es un área de las ciencias que no crea materia, sino que está orientada al control y manipulación de la materia a una escala menor que un micrómetro, la milésima parte de un milímetro, y sus aplicaciones se extienden al campo de la medicina, el medio ambiente, la energía, las comunicaciones, los productos químicos y farmacéuticos y a materiales diversos.
Elaborado por el Observatorio de Bioética y Derecho (OBD), del Parque Científico de Barcelona, el texto propone recomendaciones a los centros de investigación, las compañías e industrias de productos nanotecnológicos, a los poderes públicos, a los medios de comunicación y a los ciudadanos para que los avances y las aplicaciones científicas que se generen se hagan en condiciones de respeto a los derechos fundamentales.
La directora del OBD, María Casado, ha destacado que cuando se habla de nanotecnología se habla de partículas que son invisibles, "pero no es algo espiritual, sino real", y que aunque son buenas porque dan más bienestar y conducen hacia una sociedad más cómoda, "este bienestar social que debe esperarse no debe ser únicamente económico, sino también de valores".
Así, el documento pide a los poderes públicos estimular el interés por la ciencia y definir las garantías jurídicas y las bases éticas que han de guiar las investigaciones, y a los investigadores, que transmitan los avances nanotecnológicos de forma veraz, porque los riegos también se derivan de mantener invisibles la dirección y las decisiones de la investigación.
El director general del Parque Científico de Barcelona, Fernando Albericio, y al vicedecana de Relaciones Internacionales y de Investigación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, Cristina González, han coincidido en que la nanotecnología constituye una plataforma tecnológica sin precedentes por la convergencia que se da entre química, física, biología, la ciencia de los materiales, la informática y las ciencias cognitivas.
Precisamente esta pluralidad es lo que impide que haya interconexiones entre países, centros y el mundo industrial, y que no haya protocolos a escala global para examinar la toxicología, la trazabilidad y la biodegradación de los nanomateriales.
En el acto se ha puesto de manifiesto que aunque hay muy pocos productos en el mercado derivados de la nanotecnología, se atribuye esta condición a muchos que no lo son, como el caso de los liposomas que se emplean en cosmética, que no son nanotecnología.
Para los asistentes, está pasando ahora lo mismo que ocurrió hace años con los productos "bio" y, en este sentido, se han preguntado por qué la Unión Europea no regula este campo, como ha ocurrido con los productos manipulados genéticamente, para que se etiqueten como tales.
En la actualidad, lo que preocupa es que al manipular la materia en una escala tan minúscula aparecen fenómenos y propiedades nuevos que pueden provocar riesgos potenciales como la toxicidad, y la dificultad en controlar la trazabilidad, la biocompatibilidad o la biodegradación de los materiales inertes.
Los expertos han remarcado que los investigadores y la industria no son un grupo homogéneo, y cada uno mantiene distintas regulaciones de seguridad, tanto en los laboratorios como en las plantas de fabricación, una situación que debería cambiar.
El Grupo de Opinión del Observatorio de Bioética y Derecho reconoce que las nanotecnologías son una oportunidad para el progreso de la sociedad, "pero siempre que su desarrollo se haga en un marco de convergencias de responsabilidad, seguridad y colaboración entre todos los sectores implicados, y se establezcan regulaciones de evaluación y control transversales".
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