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2010/10/13

El cuidado de los ancianos surgió hace 500.000 años

Publico

Tras años de trabajo, científicos españoles podrían haber descubierto el primer caso de cuidado de los mayores. Un equipo de investigadores de Atapuerca ha conseguido recomponer la pelvis y la mayor parte de la columna de un homínido de hace 500.000 años. Por el análisis de los restos han descubierto que era mayor de 45 años, lo que entonces era pura senectud. También han demostrado que sufría artrosis interespinosa, tenía una joroba lumbar y al menos una vértebra desplazada, lo que, además de serios dolores de espalda, le impediría vivir sin la ayuda de otros.
El grupo de investigadores, formado por paleoantropólogos del centro UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos de Madrid, recuperó varios restos de homínidos hace años en la Sima de los Huesos, en la sierra de Atapuerca. Tras un minucioso trabajo establecieron que se trataba de una población con más de 500.000 años de antigüedad, lo que la sitúa en pleno periodo geológico del Pleistoceno Medio. El grupo pertenecía al Homo heidelbergensis, especie humana antecesora de los neandertales. Entre los restos hay varios ancianos.
Ahora, los investigadores presentan un exhaustivo trabajo en PNAS con los restos de uno de ellos. "Era de los mayores del grupo, por encima de los 45 años", dice Alejando Bonmatí, uno de los autores del trabajo. Los heidelbergensis, de gran altura y mayor complexión que los Homo sapiens, tenían una biología que les hacía envejecer antes. Además, su estilo de vida basado en la caza y el nomadismo era más duro que el actual, lo que reducía más su esperanza de vida.

Columna atrofiada

De este espécimen ya se estudió a fondo su pelvis, que los científicos bautizaron como Elvis. Ahora han conseguido reconstruir casi toda su columna y relacionar su mal estado con el de la pelvis. Los científicos han comprobado que sufría los achaques propios de la edad: tenía espondilolisis, es decir, una de las vértebras de la zona lumbar estaba desplazada hacia delante, quedando la mitad como suspendida. También tenía una deformidad cifótica, como una joroba en la baja espalda que le hacía estar encorvado. Por último, tras el análisis vertebral, los autores sostienen que tenía la enfermedad de Baastrup, un reumatismo degenerativo de la columna.
"Por lo que hemos visto, debió de ser algo progresivo y tuvo que vivir varios años así, con estas patologías", explica Bonmatí. El dolor ante un cuadro clínico de este tipo debía de ser crónico y es probable que tuviera que ayudarse de un bastón. Pero más importante es que le incapacitaba para unirse al grupo cuando salían de caza. El trabajo sugiere por tanto que el grupo de cazadores al que pertenecía el anciano debió de cuidar de él. "Si no hubiera tenido cuidados, no habría sobrevivido tantos años", añade el investigador. El viejo debía de quedarse en el campamento y realizar otras labores, como la recolección junto a las mujeres del grupo. En apoyo de esta tesis, los investigadores lo comparan con las actuales sociedades primitivas dedicadas a la caza y recolección, donde los hombres, cuando pierden sus habilidades cazadoras, se quedan en el poblado, ayudando a las mujeres en el cuidado de los niños o recolectando.

Aparición del altruismo

La aparición de los cuidados sociales de los menos favorecidos entre los humanos es uno de los aspectos que más han interesado a los científicos. Este mismo equipo ya descubrió también en Atapuerca una niña que nació con una extraña dolencia en el cráneo por la que los huesos de la cabeza se fusionaron antes de tiempo, impidiendo un completo desarrollo del cerebro, lo que debió de provocarle una grave limitación cognitiva a la que no habría sobrevivido sin la ayuda de sus congéneres. Pero la joven vivió hasta los 12 años.
"Son sólo evidencias, pero vamos añadiendo piezas al puzzle del altruismo", opina Bonmatí.

Parir con dolor viene de antiguo 

Los científicos han comparado también el conducto pélvico del anciano de la Sima de los Huesos con el de otras pelvis humanas fósiles de sexo femenino de otros yacimientos. Los resultados señalan que las diferencias entre los sexos de los individuos fósiles se asemejan a las existentes entre los hombres y las mujeres actuales.
Este hallazgo permite a los investigadores de Atapuerca sostener la hipótesis de que las mujeres de estos humanos extintos sufrirían también alumbramientos difíciles.

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