Después de que varios periódicos en Estados Unidos hayan anunciado su intención de revisar su política sobre los comentarios para establecer niveles de usuarios en función de la resonancia y el valor de sus aportaciones, The Guardian ha abierto un debate en su sección «The Observer» sobre la ideoneidad de que estos comentarios vayan firmados para garantizar su calidad y evitar la presencia multitudinaria de «trolls».
Como ya es habitual en estos debates, existen dos posturas. En este caso, la pregunta que se plantea es: ¿Deberían los lectores hacer comentarios con sus nombres reales?
Los argumentos a favor del sí, que defiende la periodista Rachel Cooke, son:
-El «derecho de las personas a enviar comentarios y opiniones en internet de forma anónima tiene graves consecuencias para la calidad de nuestra vida intelectual». Y sustenta esta idea con varios ejemplos en los que revela cómo la gente, lejos de aportar una visión distinta a lo publicado, recurre al insulto y a la expresión fácil.
-En este sentido, considera que la gente tiende a decir cosas (juicios de valor, insultos...) bajo el anonimato que no diría si se conoce su identidad, lo que, sin duda, demuestra su cobardía;
-Los comentarios anónimos suelen tener poco valor, precisamente porque encierran opiniones muy superficiales y poco ajustadas a la historia publicada;
Entre las ideas que emplea Aleks Krotoski para defender el no, figuran:
-El anonimato no compromete a los lectores con el medio y sus periodistas;
-Varios estudios han demostrado que si se obliga a la gente a identificarse se pierde frescura en los comentarios, espontaneidad y otros aspectos esenciales que deben definir este tipo de aportaciones de los usuarios en su interacción con el medio;
-En este sentido, niega, como sostienen los más críticos con el anonimato, que la gente no muestra su peor cara si no se identifica. Esta es una creencia que, a su juicio, es anecdótica y completamente infundada. Existen investigaciones al respecto que muestran todo lo contrario: las personas que no se registran están más dipuestos a ser abiertos y honestos;
-Alude a un argumento realmente interesante: el problema de este debate tiene su origen en el hecho de que los periodistas no están acostumbrados a los comentarios de los lectores;
-Además, los comentarios anónimos requieren más tiempo y dedicación para su filtrado.
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