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2010/04/15

Una ópera en mitad de la selva

Fuente: ABC.

Dicen que el rincón más aislado del planeta es Isla noruega Bouvet, en el atlántico sur; dicen también que el lugar poblado más recóndito es la Isla de Pascua, más conocida como Rapa Nui pero si lo que queremos es encontrar el núcleo urbano más importante y a la vez alejado de cualquier otro del mundo, nos tenemos que ir hasta el corazón de la selva brasileña. Allí donde confluyen el río Amazonas con el río negro se encuentra Manaos, una extravagante joya de la civilización en mitad de la nada fundada en 1669 por portugueses y símbolo del próspero desarrollo generado en torno a la industria maderera del "Gran Río".
No en vano Manaos cuenta con una población cercana a dos millones de habitantes que nada tiene que envidiar a cualquier otra gran capital del planeta, con un puerto al que incluso pueden acceder los trasatlánticos. Esta extravagancia geográfica esconde tras de sí todo un ejemplo de crecimiento y lujo en la zona fruto de la fiebre del caucho. Tal era la riqueza y actividad comercial generada en la ciudad que fue una de las primeras en contar con con sistemas de alumbrado eléctrico, redes de alcantarillado, tranvías, calles bien planificadas y asfaltadas y, cómo no, edificios imponentes.
Entre tanta majestuosidad y opulencia destaca el edificio de la ópera, en cuya construcción se invirtió la fabulosa suma de diez millones de dólares y en el que un verdadero ejército de albañiles y artesanos de todo tipo trabajó para dejarlo acabado en tan sólo diecisiete años (1896). Entre los materiales que se emplearon en tan magna construcción y que llegaron, cómo no, a través de los ríos de la zona, no faltan el hierro forjado de Glasgow para las columnas, mármoles y porcelanas italianas, 66.000 azulejos franceses, cristalería y arañas de Bohemia, telones tejidos por los tapiceros de Bruselas y decenas de artistas de renombre que pintaron las decoraciones al fresco de los gigantescos salones interiores. Frente a la entrada principal, en el foyer que semejaba un templo griego, se ubicó una fuente de la que en los días de representación manaba sin cesar champagne francés.

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