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2010/04/06

Colaboradores de la censura

Fuente: ABC.

Se acabó el pastel para Google, que ha optado por renunciar al mayor mercado de internet del mundo para protestar contra la censura que impone el autoritario régimen de Pekín. Aunque condicionada probablemente por su litigio con los editores de este país por la copia masiva de libros sin pagar derechos de autor, su denuncia contra los «ciberataques» de «hackers» chinos resulta ejemplar y ha sido aplaudida por los grupos defensores de los derechos humanos y la libertad de expresión.
Pero, desde un punto de vista empresarial, su desafío puede salirle muy caro porque se calcula que China, donde ya controlaba un 30 por ciento del mercado tras el portal Baidu, pasará de sus casi 400 millones de internautas actuales a 840 millones en el año 2014.
Tras bloquear desde 2006 contenidos sensibles, como «Tiananmen», «Tíbet», «Dalai Lama» o «Falun Gong», su decisión de cerrar su portal en mandarín (Google.cn) y redireccionarlo a Hong Kong (Google.com.hk) ha puesto en evidencia a otras compañías tecnológicas extranjeras que colaboran con el Gobierno chino. Entre ellas figuran Yahoo, Microsoft, Cisco Systems, Nortel Networks, Sun Microsystems y Websense, que han ayudado a Pekín a levantar la «Gran Muralla cibernética» («Gran Cortafuegos» o «Great Firewall») con que se protege de las críticas de los disidentes y anula la libertad de expresión.
Pruebas condenatorias
Argumentando su cumplimiento de la ley, Yahoo incluso ha llegado a entregar a los tribunales chinos correos electrónicos que han servido como pruebas para condenar por subversión contra el Estado al menos a dos disidentes, Jiang Lijun y Li Zhi, y al periodista Shi Tao por sus ataques al Partido Comunista y su defensa de la democracia.
La semana pasada, los correos de Yahoo de varios corresponsales extranjeros en China, entre ellos el de ABC, quedaron misteriosamente bloqueados hasta que se solicitaba por teléfono una nueva contraseña. ¿Nueva víctima tras el «caso Google» o colaboracionismo con el régimen chino? De momento, Yahoo no ha ofrecido ninguna explicación y se ha limitado a condenar los «ciberataques», pero sigue cooperando con las autoridades igual que Microsoft, cuyo poderoso magnate, Bill Gates, suele agasajar con cenas privadas al presidente de China, Hu Jintao, cuando éste visita Estados Unidos.
Además de filtrar palabras vetadas en Skype, el régimen dispone de decenas de miles de «ciberpolicías» que vigilan la Red en tiempo real e inspeccionan los contenidos de las páginas web visitadas por los usuarios. Algunos portales, como «Jingjing» o «Chacha», hasta muestran en sus pantallas el dibujo de un agente para informar a los internautas de que están siendo observados y advertirles de que no entren en lugares prohibidos.
Más simbólico que práctico
Por eso, el gesto de Google de trasladar su portal en mandarín a Hong Kong, donde hay mayor libertad que en el continente, es más simbólico que práctico. La multinacional estadounidense ya no seguirá vetando contenidos en su buscador de internet, pero la tecnología con que cuenta el Gobierno chino le permite seguir silenciando todos los temas espinosos con la misma facilidad con que bloquea Youtube, Facebook o Twitter.
Como consecuencia, Google no sólo no ha podido librarse de la censura, sino que además aún sigue impidiendo el acceso a determinadas web en los servicios de búsqueda que presta a algunos de sus socios chinos, como los portales Tianya o Sina. Mientras ambas se preparan para cortar sus lazos comerciales con la firma californiana, la portavoz de Google en Tokio, Jessica Powell, ha explicado que «si hay casos en los que estamos suministrando un motor de búsqueda censurado por exigencias de contrato, cumpliremos con nuestro compromiso por un tiempo, pero no volveremos a ofrecer este servicio en el futuro».
A pesar de las limitaciones, y gracias a programas que burlan la censura, en la «Gran Muralla cibernética» han aparecido grietas por las que se cuelan mensajes políticos prohibidos, apuestas clandestinas y hasta la ilegalizada pero abundante pornografía.

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