El consejero delegado de la tecnológica estadounidense Yahoo, Scott Thompson, prepara una reestructuración «masiva» de la empresa que podría incluir miles de despidos, según publica este lunes el blog especializado «All Things Digital».
Estos planes, que podrían ser anunciados a finales de este mismo mes, afectarían principalmente al área de organización de productos de Yahoo, así como a las de relaciones públicas, márquetin o investigación, según fuentes cercanas a la compañía citadas por esa publicación.
El director ejecutivo de la tecnológica, que asumió su cargo en enero tras haber presidido la división de Pay Pal de eBay, ha contratado a la firma Boston Consulting Group para que ayude a Yahoo a centrarse en iniciativas de crecimiento y determinar el mejor camino para salir adelante.
«Algunas áreas serán recortadas para permitir que los recursos se inviertan en mejores esfuerzos», dijo a «All Things Digital» una persona conocedora de estos planes que añadió que «éste tiene que ser un cambio de verdad para que la compañía recupere el rumbo». La reestructuración comprenderá probablemente «miles» de despidos en una compañía que actualmente emplea a 14.100 personas, según los últimos datos ofrecidos por Yahoo en los resultados empresariales relativos al cuarto trimestre del año pasado.
Estos planes forman parte de la estrategia del nuevo consejero delegado de Yahoo para generar nuevos recursos, por la cual inició a finales de febrero una disputa con Facebook, a la que acusa de utilizar sin permiso sus patentes tecnológicas en sus sistemas de publicidad y comunicación entre los usuarios. Yahoo atraviesa una situación crítica desde hace meses debido a su incapacidad para mejorar sus ingresos publicitarios frente a la competencia de sus rivales Facebook y Google, lo que llevó a la puesta en marcha de duros recortes de gastos y la renovación de su cúpula directiva.
Por otra parte, el pasado mes se conoció también que la firma de Silicon Valley suspendió las negociaciones centradas en la reducción de su participación en las empresas de dos socios asiáticos, el grupo chino Alibaba y el banco japonés SoftBank, con las que buscaba ahorrarse 4.000 millones de dólares en impuestos en EE.UU.
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