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2012/02/20

Los griegos pierden la confianza en el Estado

Las casas que aparecen en las laderas de los acantilados sobre la bahía del Pireo tienen los colores típicos griegos: crema y rosa. Las ramas desnudas que sobresalen de las cestas y los enrejados están listas para dar sus brotes, tan pronto como llegue el calor.
En la clínica, en la esquina, la gente se reúne cerca de la puerta. Algunos tienen las mejillas hundidas. Otros aparecen con una marca internacional de pobreza: una bolsa de plástico de colores, llena de ropa vieja y alimentos básicos.

Doctores y enfermeras voluntarios abrieron la clínica para atender a inmigrantes que quedaban fuera del sistema griego de seguridad social. Las enfermedades no son inusuales para una zona golpeada por la pobreza: diabetes, hipertensión, estrés.
Pero desde que estalló la crisis, sucedió algo sorprendente. Los griegos también aparecen en la clínica, incluso en número mayor.
"Pasó del 8% de los usuarios al 30% en cuatro meses y dado que veo la tendencia a través de todas nuestras clínicas, estoy seguro de que alcanzará el 50% para el final de 2012", dice el doctor Nikitas Kanakis, presidente de la organización Médicos del Mundo en Grecia.

Desconfianza de la ciudadanía

Lo que está claro, una vez que se toma distancia del griterío de la televisión griega y de los enfrentamientos entre los anarquistas y la policía, es que este rápido derrumbe de la certidumbre tiene un gran e inconmensurable efecto sobre las expectativas políticas de la gente.
Los sondeos cuentan una parte de la historia. El partido Pasok, que intentó y fracasó en la aplicación del primer plan de austeridad hasta que fue reemplazado por una coalición tecnócrata en octubre, cayó al 11% de intención de voto (encuesta de Epikaria, 16 de febrero de 2012).

Nueva Democracia, el partido de centro-derecha que se espera forme gobierno, también tiene problemas. Su propio respaldo electoral, del 27,5%, no es suficiente para formar gobierno. Y 20 diputados acaban de ser expulsados por oponerse al plan de rescate.
El Partido Cristiano Ortodoxo LAOS, de derecha y línea dura, también se dividió tras abandonar la coalición gubernamental durante el voto del plan de ajuste el pasado domingo.
La extrema izquierda tiene una intención de voto conjunta del 43,5%. El partido de extrema derecha Golden Dawn está en el 2,5%.

Hostilidad hacia la Unión Europea

Durante el pasado otoño, los comentaristas griegos empezaron a hablar de un "colapso anómico", en referencia a la situación que se da cuando la gente empieza a desobedecer las leyes y las normas sociales individualmente.
Ahora es diferente. La anomia pasó a algo mucho menos oscuro en los anales de la historia social: una hostilidad visceral a los alemanes y noreuropeos a quienes se ve como responsables de la austeridad. Y la hostilidad no hizo más que crecer esta semana, conforme el eurogrupo tiró en la cara del gobierno griego sus medidas de ajuste y rehusó liberar el dinero del rescate.
Pocos griegos creen que el plan de austeridad pueda funcionar. El razonamiento de los políticos pasó de ser "Hacer los recortes y nos recuperaremos" a "Hacer los recortes porque no hay otra opción".

Los expertos en finanzas consideran una quimera los cálculos de los economistas del Fondo Monetario Internacional, que contemplan que los griegos pueden reducir su deuda al 129% para 2020 mediante la aplicación de una serie de medidas adicionales sobre el gasto a corto plazo.

Política fragmentada

Nueva Democracia, ND, quiere mantenerse dentro de los límites fiscales acordados con Bruselas pero deja entrever una reforma radical de carácter liberal en la economía: aceleración de la privatización y posible aplicación de un impuesto fijo para liberar pequeños negocios.
Pocos creen que ND pueda obtener una mayoría para su terapia de libre mercado. De hecho, el total de intención de voto para ND, el Pasok y LAOS es del 43% en las encuestas.
La izquierda, por su parte, sigue marcada por las divisiones. Cuando las fuerzas de seguridad del sindicato comunista PAME chocaron con los anarquistas durante una manifestación el pasado verano, los comunistas responsabilizaron al otro gran partido de la izquierda, Syriza.
A los lados de ambos partidos, un pequeño partido anteriormente "eurocomunista" llamado Izquierda Democrática, subió al 16% en los sondeos.
Yiannis Bournos, portavoz internacional de Syriza, cree que, pese a la división, puede ser posible que la izquierda forme gobierno. "¿Y dirigir un país que forma parte de la OTAN?", le pregunto. Bournos deja claro que cualquier gobierno de izquierda haría las cosas básicas, desde luego no abandonar la OTAN.
Syriza e Izquierda Democrática no quieren siquiera abandonar la zona euro: la propuesta de Syriza es que Grecia declare una moratoria selectiva en los pagos de deuda y que utilice el dinero del rescate europeo para un programa de reforma social.
Mientras tanto, su creciente popularidad no se debe sólo al ambiente militante de las protestas: "Hemos construido un historial sólido en las administraciones locales", reclama Bournous.

"Y a lo largo de todo el paíis, grupos de nuestros partidarios organizan actividades: provisión de comida, clubs de trueque, grupos de auto-ayuda. Así es como nos hemos construido a nosotros mismos.
"Estamos hablando de un nuevo bloque de fuerzas que tienen sus diferencias internas pero están de acuerdo en el rechazo de un nuevo memorando y de esta política sofocante de superausteridad".
¿Cree de verdad que pueden formar gobierno?.
"Esta es nuestra propuesta. Hay que dejar a un lado las diferencias parciales y, después de las elecciones, sí, formar un nuevo bloque de poder".
Esta semana, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, expresó los temores que otros sólo han comentado en privado: dadas las pobres previsiones de los "partidos tradicionales", debería haber un gobierno verdaderamente tecnócrata, sin políticos de carrera involucrados.
Otros, como la diputada del Pasok Elena Panaritis, una economista que aconseja a los líderes del partido, dice que las elecciones deben posponerse.
"Si se celebran los comicios tan pronto, entonces habrá elecciones nuevamente en dos meses, y otras elecciones en los meses siguientes, y podremos despedirnos del país y posiblemente del euro.
"Si no consideramos seriamente las repercusiones de esto, nos podemos encontrar con una situación similar a la de Rusia a principios de los 90. En aquel momento, Rusia tenía un índice de pobreza superior al de la época del comunismo. Y tenía sinvergüenzas gobernando el pais".
He estado informando sobre la crisis griega alrededor de dos años, y parece que algo cambió de forma palpable en los últimos 10 días.
Los partidos establecidos perdieron confianza en lo que la UE les está forzando hacer, sectores de la UE también la perdieron, y la gente, amplias capas sociales, perdió la confianza en la clase política.

Castigo colectivo

No puedo enfatizar lo suficiente el rol que juegan las fuerzas del mantenimiento del orden y los medios en esta crisis.

En el terreno, la manifestación del domingo se percibió como algo masivo. Nunca se permitió la concentración de gente en un mismo lugar, pero incluso el contingente del PAME, donde yo estaba, parecía que contaba con 50-70.000 personas.
Los organizadores dicen que 250.000 personas intentaron unirse a la marcha. La policía habla de 4.500. Los medios, de 15.000. Estas dos últimas cifras son una broma.
Lo que no fue ninguna broma fueron los choques entre la policía y los manifestantes más duros - desde el bloque anarquista, los marginales de la extrema izquierda y en número creciente de la extrema derecha, seguidores de fútbol en la órbita del LAOS y el grupo fascista Chrissi Avgi.
Una vez más, en aras de confrontar a los alborotadores, la policía actuó sobre grandes grupos de manifestantes pacíficos.
De esto apenas hablan los ministros griegos y la UE no parece interesada en hacer comentarios al respecto. Pero puedo decir, por experiencia, que se percibe como un proceso de castigo colectivo a una mayoría pacífica.
Creo que esta semana sorprendió a Grecia en el borde proverbial de un cambio. La ira puede fácilmente solidificarse en un sentimiento anti-alemán pero con los conservadores y la derecha ortodoxa involucrados en el primer rescate, la rabia puede más fácilmente fluir hacia la izquierda.
Puede ser que esté sobreestimando los peligros. Pero aquí hay otro problema de percepción: en las tres horas que pasé en o cerca de la protesta en la noche del domingo, no vi ni un solo equipo de televisión.
El nuestro fue atacado repetidas veces, verbal y físicamente, más duramente por un pequeño grupo de extrema derecha que nos acusó de ser alemanes. Al comienzo de la manifestación vi otro equipo extranjero de televisión y eso fue todo.

Parte de los medios griegos dejaron de informar hace tiempo sobre lo que ocurre en las calles, para la mayor parte de ellos es demasiado peligroso, tanta es la hostilidad popular hacia unos medios que muchos creen que están pagados por una clase política que consideran corrupta.
Esto es triste, pero genera un problema más amplio. Si eres Schauble, Rehn, Merkel, Lagarde, cada vez te mueves más a ciegas en esta crisis. Los periódicos griegos, alineados políticamente, sólo pueden reflejar parcialmente lo que ocurre.
Los políticos griegos con los que hablas pasan sus noches encerrados en oficinas anónimas, no pueden aparecer en público, no pueden sentir lo que pasa en la calle.
Los políticos griegos en el poder no pueden ofrecer al país que gobiernan un paquete de austeridad en el que no creen. Y después de las elecciones, es probable que el poder esté todavía más fragmentado.
Al igual que el poder combinado del FMI y del gobierno griego está tirando de palancas económicas que no funcionan, el problema más insidioso es que ambos están tirando de cuerdas políticas que están rotas.

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