Por una semana la ciudad del pecado (Sin City) se transforma en la ciudad de los bits. Incluso este año no se hará coincidir, pared con pared, el desparrame tecnológico con el pornográfico, el Adult Entertainment Expo, una feria dedicada a la industria de la pornografía que hacía lujuriosas ofertas para los asistentes a la otra feria (el 40% de las visitas a la expo porno lo eran también del CES).
Los tiempos cambian para todo. No hay feria del sexo (reubicada a partir del día 18), las azafatas del CES van cada año más recatadas, se levantan hoteles sin casinos y las fiestas que organizan las empresas se cierran a menores de 21 años. Durante esta semana, Las Vegas presenta su cara más seria; una ciudad de luz y color se pone rijosa con miles de hombres de negro colgando de una tarjeta.
El CES, promocionado como el evento tecnológico más grande del mundo, en realidad no es tal; se lleva la fama, pero le ganan otras por superficie, como la alemana CeBit, pero sin duda tiene algo que no tienen otras; quizás le favorezcan las fechas escogidas, que facilitan dar la panorámica de lo que va a ocurrir en el año que comienza, o simplemente es que la ciudad invita, dicen, a la perdición en el mal sentido de la palabra, pues más allá del extravío en los inacabables pasillos de los megahoteles, es imposible hallar tentación que no tenga otra urbe.
Las Vegas es un contrasentido en sí misma; tecnológicamente, un cero a la izquierda. Tan artificial es su preocupación por la informática, como el puente de los suspiros del hotel Venetian, el más grande del mundo, tras arrebatarle el récord a su vecino MGM.
Sea por el vicio o por el beneficio, la feria presenta récords de ocupación cuando las del resto del mundo occidental languidecen. Año tras año, el CES ha ido sumando cualquier sector en auge, sin hacerle ascos a ninguno. Aumenta la presencia de empresas de videojuego, automoción, fotografía, cine, salud o ecología. En esta ocasión no solo se reciclarán los kilómetros de infectas moquetas, también las acreditaciones de los 140.000 profesionales que pisarán los salones de martes a viernes, en busca del aparato más sexi del año.
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