La decisión de las autoridades indonesias es importante porque la situación es muy grave. Un reciente estudio publicado en la revista Plos-ONE, dirigido por el biólogo Erik Meijaard y llevado a cabo por un equipo de investigadores de una decena de universidades indonesias y australianas, da la voz de alarma. En los años 2008 y 2009 murieron en Kalimantán, hábitat de más del 80% de los orangutanes en libertad del mundo, entre 750 y 1.790 ejemplares, y, en años anteriores, la cifra pudo ser de casi 3.000.
"La conclusión más clara es que la caza del orangután va a llevarlos a la extinción a menos que se haga algo para detener esta masacre", afirma Meijaard, actual director del departamento de Selvas Tropicales de la agencia de conservación People and Nature Consulting International.
La investigación fue realizada entre abril de 2008 y septiembre de 2009 en 687 pueblos limítrofes con las selvas tropicales de Kalimantán donde viven los orangutanes. Casi 7.000 personas respondieron a los cuestionarios de los científicos, que por primera vez han obtenido datos cuantificables sobre el número de ejemplares que se sacrifican anualmente. Según estas conclusiones, los orangutanes salvajes están muriendo a un ritmo muy superior al que haría viable la supervivencia de la especie.
Amplia mortalidad
Los investigadores destacan que la mortalidad de las hembras está entre el 0,9% y el 3,6%, cuando el umbral máximo para que una especie se considere en grave peligro está en el 1%. "Si no se ponen en funcionamiento campañas claras de protección es muy probable que la especie desaparezca de Kalimantán en los próximos años", advierte el estudio.La caza y captura del orangután se ha convertido en una de las principales causas de su desaparición, más allá de la pérdida de su hábitat. Según el citado estudio, un 25% de los lugareños desconocen la ley que protege a estos animales gravemente amenazados. Muchos de ellos los cazan para alimentarse (54%), en defensa propia (11%) o para proteger las cosechas de palma de aceite y otros cultivos extensivos (10%). Es en este último grupo donde el estudio concluye que "el 0,5% admite haber matado entre 70 y 100 ejemplares, lo que sugiere que se puede hablar especificamente de cazadores de orangutantes".
El mayor número de muertes se concentra en el centro y el sur de Kalimantán, donde la mayor parte de los bosques y selvas han sido talados incontroladamente desde los años ochenta para extender, entre otros, los cultivos intensivos de palma de aceite, pulpa y pasta de papel o caucho. Yaya Rayadin, investigador de la Universidad de Mulawarman, declaró hace una semana al periódico The Jakarta Post que ya en 2008 "había pruebas evidentes de que las compañías de aceite de palma estaban ofreciendo recompensas".
Y es que Indonesia ha perdido más de la mitad de la superficie de sus bosques tropicales en los últimos 50 años para favorecer a las plantaciones, en un delicado equilibro de destrucción medioambiental, corrupción y degradación económica. Las selvas tropicales de Borneo y Sumatra son los reducidos ecosistemas a los que ha quedado replegado este gran simio. Aunque las cifras varían de unos organismos a otros, los últimos datos de 2008 del Programa de Medio Ambiente de la ONU alertan de que sólo quedan en Indonesia 42.000 orangutanes en libertad, 8.000 en Sumatra y 32.000 en Borneo.
"Los orangutanes salvajes no están seguros. Su principal amenaza es la caza incontrolada, además de la degradación de su hábitat debido a las plantaciones. A menos que se tomen medidas, prevemos más masacres en el futuro", concluye Meijaard.
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