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2011/12/30

Adictos al ibuprofeno

Stewart Adams era un farmacéutico hecho a sí mismo. Dejó los estudios a los 16 años y no se licenció hasta que la empresa donde trabajaba como aprendiz, el gigante británico Boots, decidió financiarle la universidad. Hace 50 años, Adams, además, descubrió un medicamento que ha terminado convirtiéndose en el analgésico más utilizado. En los diez primeros meses de 2011 se habían vendido en España 89 millones de envases, según datos de la consultora IMS Health.
Aunque los expertos destacan la seguridad de este popular medicamento, diversos estudios han advertido en los últimos años de que no está exento de efectos secundarios y de que, además, se consume más de la cuenta: un estudio realizado por el Colegio de Farmacéuticos de Madrid en 2006 señalaba que el 65% de las personas que toman ibuprofeno lo hacía en exceso.

Una de las características que han hecho de este medicamento uno de los fármacos favoritos de los españoles es su versatilidad, ya que está indicado para combatir el dolor de cabeza o el de la menstruación, y para dolencias como el esguince, la artrosis de rodilla o cualquier tipo de inflamación. Dependiendo de su indicación, será más útil su potencial analgésico que el antiinflamatorio. Para las dolencias menos graves y más frecuentes sirve la dosis de 400 miligramos; para el resto se indica la de 600, según explica Vicente Baos, coordinador del grupo de trabajo de utilización de fármacos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC).
De estos distintos usos del ibuprofeno era muy consciente su inventor. Según explicó en una entrevista en The Telegraph en 2007, él mismo lo probó para combatir la resaca en 1971, dos años después de que se aprobara su uso con un fin bien distinto, el tratamiento de la artritis reumatoide. Un portavoz de Boots explica por correo electrónico: "Fue uno de los primeros medicamentos que estuvo disponible directamente para el consumidor, con el lanzamiento de Nurofen en 1983 como la primera marca OTC [sin receta] del mundo".

Escándalos en la industria 


 A pesar de los años que han pasado, pocos fármacos gozan de una vida activa tan larga. Los intentos de los laboratorios por crear una clase de medicamentos superior a los antiinflamatorios no esteroideos (a la que pertenece el ibuprofeno) acabaron trágicamente. Fue el llamado caso de las superaspirinas, uno de los últimos escándalos que afectó a la industria farmacéutica.
Un laboratorio desarrolló un medicamento que se suponía igual o más eficaz que los hermanos del ibuprofeno, pero sin ninguno de sus efectos secundarios: el Vioxx. Años después, se demostró que este medicamento aumentaba el riesgo de enfermedad cardiovascular y que, además, los fabricantes lo sabían y lo seguían vendiendo.
Como comenta Baos, el caso Vioxx llevó a los expertos a estudiar las posibilidades de sufrir problemas cardiacos por el consumo de antiinflamatorios. El ibuprofeno puede ser peligroso si se consume simultáneamente con dosis bajas de aspirina, una mezcla muy prescrita para la prevención de las enfermedades cardiovasculares.
"Si se usan unidas, puede impedir la acción protectora de la aspirina", subraya Baos, que afirma que este problema no es muy conocido y que se puede resolver sustituyendo el ibuprofeno por el paracetamol, siempre que un médico así lo aconseje. Y ante la eterna pregunta de si el ibuprofeno se puede tomar con alcohol, del Hospital Clínic de Barcelona, Montse Tuset lo aclara: este puede empeorar las molestias gástricas provocadas por los antiinflamatorios.

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