Las escenas de destrucción y muerte que dejan a su paso estos fenómenos meteorológicos no son extrañas en las llanuras del centro de EEUU, donde acostumbran a formarse cerca de 1.300 tornados al año. Hasta finales del pasado mayo, el Servicio Meteorológico Nacional de EEUU (NWS) estima que se habían formado 1.314 de estos torbellinos mortales. Aún así, la cifra sigue lejos del récord registrado en 2004, cuando llegaron a producirse 1.817.
La temporada de tornados comienza en el mes de abril y finaliza en julio, y son mayo y junio los meses con mayor actividad, por más que las tormentas que generan estos fenómenos explosivos siguen formándose en el centro de Norteamérica durante el resto del año.
Particularmente catastrófico resultó el pasado abril, cuando se formaron 875 tornados en tan sólo un mes, un nuevo récord para el país, que dejaron un rastro de 361 fallecidos. Por encima de todos destacan los tornados que el día 27 destrozaron la ciudad de Tuscaloosa, cerca de Birmingham (Alabama), con 61 muertos, y el de Hackleburg, en el mismo Estado, con 78 fallecidos. Este periodo de dos días se ha convertido en el más mortífero desde 1936.
Pero si hay un tornado que quedará marcado en la memoria de los estadounidenses es el que azotó la ciudad de Joplin, en el estado de Misuri,el 22 de mayo. Con vientos superiores a los 320 km/h, este monstruo de categoría 5 según la escala de Fujita (el máximo), dejó 138 muertos y 44 desaparecidos, 750 heridos y 8.000 estructuras dañadas en la ciudad. A vista de pájaro, la franja arrasada ocupa un ancho de un kilómetro por diez de ancho. Con estas cifras, el tornado de Joplin se ha convertido en el más mortífero de los registros modernos, que empezaron en 1950, y en el octavo de la historia de EEUU.
La destrucción que causó el tornado de Joplin motivó incluso la visita del presidente de EEUU, Barack Obama, quien afirmó que el panorama era "tan descorazonador y, en cierto sentido, más devastador que en Tuscaloosa", donde nunca había visto "una destrucción semejante".
Una gran cantidad de medios de comunicación estadounidenses han relacionado el incremento en el número y la intensidad de los tornados de este año con el calentamiento global, pero el científico HaroldBrooks, del Laboratorio Nacional de Tormentas Extremas (NSSL), confirma que no se puede observar ninguna conexión entre esta intensa temporada de tornados y el cambio climático. En cambio, para Brooks, la relación sí queda establecida con otra tragedia meteorológica que sufre EEUU, los huracanes, que "sí están mucho más relacionados directamente con el cambio climático debido al incremento de la temperatura del agua del mar".
Las cifras de destrucción serían todavía mayores sin el sistema de alertas meteorológicas, coordinado por la Agencia Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA). En 2010, a través de avisos generales al país con ocho días de antelación, y con márgenes de minutos a condados y ciudades a través de las delegaciones del NWS, se ha conseguido alertar con una media de 14 minutos antes de que llegara el tornado, cuando en 1990 sólo había cinco minutos.
En Joplin, las autoridades alertaron a la población a las 5:17 horas y 24 minutos después llegaba la catástrofe.
Para identificar las condiciones meteorológicas que pueden dar lugar a un tornado, desempeñan un papel vital los radares Doppler. Este tipo de radares ha supuesto un coste de 4.000 millones de dólares para el erario federal, pero, tal y como afirma Jonathan Martin, profesor de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Wisconsin-Madison, su adopción "ha salvado, como mínimo, 10.000 vidas". En un año se producen cerca de 30.000 alertas meteorológicas en EEUU, que consiguen avisar en el 85% de los casos de tornado.
Las características geográficas del centro de EEUU se convierten en idóneas para generar las mayores tormentas del mundo, las supercélulas. Son grandes nubes que superan los 10.000 metros de altitud y que generan corrientes rotatorias en su base que se desprenden hasta la superficie, los denominados tornados. Las grandes llanuras del interior del país conforman el denominado callejón de los tornados (ver gráfico), una vasta extensión de planicies que engloba los estados de Texas, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Iowa, Colorado, Wyoming y las dos Dakotas.
En algunos casos, esta clase de fenómenos meteorológicos ha llegado a convertirse en un atractivo turístico, hasta tal punto que empresas como Tempest Tours o Silver Lining Tours ofrecen estancias de entre tres y diez días en el callejón de los tornados, con las salidas correspondientes en busca de los remolinos con precios que oscilan entre los 3.000 y los 5.000 dólares (de 2.000 a 4.000 euros).
Seis al año en España
Los tornados en España no son una rareza, por más que no sean, ni mucho menos, tan frecuentes como en Estados Unidos. Un estudio elaborado por el experto Miquel Gayá establece que en nuestro país acostumbra a formarse una media de seis tornados al año, aunque el 45% de ellos corresponde a las mangas o trombas marinas que aparecen alrededor de las islas Baleares.Publico
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