Pues mucho, si se considera que estas -y otras plantas espinosas- desarrollaron estos aguijones como un mecanismo de defensa para protegerse de herbívoros gigantes, como los elefantes.
Y a lo largo del planeta hay muchas otras pistas que recuerdan que, hace no tanto tiempo, por ahí vagaban grandes animales, ahora desaparecidos, que se alimentaban de plantas.
De hecho, hasta hace unos 15.000 años, los ancestros de los modernos elefantes -como mamuts, mastodontes, gonfotéridos y muchos otros mamíferos similares- estaban repartidos por todo el globo.
"Los mamuts no eran más que una especie de elefantes", explica el profesor Adrian Lister, del Museo de Historia Natural de Londres.
"Y hasta el final del período Pleistoceno, había millones de ellos a lo largo y ancho del globo, incluyendo el norte de Europa y Norteamérica".
Sin embargo, como producto del cambio climático, las grandes praderas que les servían de hábitat fueron invadidas por bosques o tundras.
"La reducción de su hábitat forzó a las especies a fragmentarse en grupos más pequeños", dice Lister. "Y es posible que los cazadores humanos también hayan acelerado el proceso de extinción una vez que eran vulnerables".
Y ahora parece que la historia se está repitiendo.
Bajo sitio
Las tres especies de elefantes que aún existen se han visto confinadas a tres áreas: Asia, la sabana africana, y las selvas del centro de África.Y al igual que los elefantes asiáticos, los pequeños elefantes africanos de la selva -reconocidos como una especie diferente hasta hace poco- se encuentran seriamente amenazados.
Protegidos por las selvas de la cuenca del Congo que le sirven de hábitat, los elefantes africanos de la selva habían escapado relativamente ilesos del "holocausto de marfil" de la era colonial.
Y durante la década de 1970 y 1980 tampoco fueron víctimas de los cazadores de marfil en la misma proporción que sus vecinos de la sabana africana.
Pero según Stephen Blake, un experto en elefantes del Instituto Max Planck de Alemania, quien trabajó con los elefantes selváticos con la Sociedad para la Conservación de la Vida Salvaje durante más de una década, su hábitat está desapareciendo.
"Estos elefantes necesitan de largas extensiones de selva virgen para pastar", explica.
"Pero la tala y la extracción de recursos los ha ido empujando a territorios cada vez más reducidos, haciéndolos más vulnerables ante los cazadores furtivos".
"No se sabe a ciencia cierta cuántos elefantes de selva quedan, probablemente varias decenas de miles, pero están siendo cazados a un ritmo alarmante".
Sorprendentemente, el principal problema no es la destrucción de su hábitat en busca de madera, aunque esto también los afecta.
Es la construcción de carreteras la que más está afectando a la especie.
"Las carreteras van directo al corazón de la selva, por lo que le facilitan acceso a los cazadores furtivos", lamenta Kate Evans, fundadora de la organización Elefantes para África.
Y en los lugares donde las autoridades no ofrecen protección, estas carreteras también se han convierten en una fuente de horror para los elefantes.
"Si alguien pone un anillo de muerte a 20 millas de tu casa, lo más probable es que no te alejes a más de 15 millas de la puerta", explica el Dr. Blake.
"Y si el anillo se cierra, te vas a sentir asediado, no vas a poder ir a los lugares adónde necesitas ir, no vas a poder visitar a tus amigos, te vas a sentir preso y, muy probablemente, se te va a empezar a acabar la comida".
"Eso es lo que les está ocurriendo a los elefantes".
El tráfico ilegal de marfil -alimentado por el descontento social y el crimen organizado en varios países del centro de África- también alienta a los cazadores furtivos.
Y, según Evans, los colmillos de los elefantes de la selva, densos y relativamente rectos, resultan especialmente atractivos para talladores y cazadores.
"Los principales mercados están en Asia", afirma Evans. "Es ahí que hemos notado una explosión en la demanda de marfil, gracias al crecimiento de la clase media".
Según la organización Tráfico Internacional, que monitorea el comercio de especies salvajes, bandas criminales organizadas originarias de Asia están moviendo grandes cantidades de marfil ilegal proveniente de África.
Mientras que, en África central, numerosas tiendas venden abiertamente productos hechos de marfil.
Animales clave
Pero así como los elefantes necesitan a la selva, la selva también necesita de estos gigantes, descritos por el Dr. Blake como "mega jardineros".Este investigador y sus colegas pasaron varios meses acampando en la densa selva, siguiendo a los elefantes, y vieron como estos llegan a aspirar cientos de frutas de debajo de un único árbol para luego distribuir sus semillas por la selva, a menudo acompañadas de una generosa dosis de fertilizante.
Y es que uno de los efectos de su dieta rica en frutas es que estos elefantes defecan unas 17 veces al día.
"Cada pila de estiércol de elefante contiene semillas viables de al menos 16 diferentes especies y miles de semillas individuales", explica Blake.
"Y las selvas tropicales son tan diversas que una semilla que se queda muy cerca de su lugar de origen está expuesta a numerosos predadores y patógenos, que están esperando para atraparla".
"Eso significa que la probabilidad de sobrevivencia de una semillas que se queda cerca del árbol que la produce es prácticamente cero".
Pero los elefantes se encargan de llevar las semillas a varios kilómetros de ahí.
"Y si hay muchos elefantes alimentándose por ahí, se puede estar seguro que al menos algunas semillas llegarán al lugar adecuado para crecer", dice Blake.
Miles de otras especies también dependen de la estructura selvática que los elefantes crean.
"Insectos, musgos, líquenes, invertebrados, otros vertebrados… todo una gama de animales, plantas y hongos que están vinculados a ciertos árboles o plantas", explica Blake.
"Y si perdemos a los elefantes vamos a perder esos árboles. Y la diversidad de toda la selva también se va a reducir".
Según el profesor Lister, los elefantes de la selva están siendo víctimas de la doble amenaza que causó la extinción de los mamuts: la caza indiscriminada y la pérdida de su hábitat.
"Y hoy en día las dos están siendo causadas por los humanos", afirma.
Lister cree que el destino de los mamuts encierra lecciones aplicables a muchas de las actuales especies en peligro de extinción.
Pero el Dr. Blake cree que en el caso de los elefantes selváticos ya es demasiado tarde.
La minería es cada vez más importante en el centro de África, por lo que cada vez más carreteras, cada vez más grandes, atravesarán las selvas de la cuenca del Congo.
Y, de seguir la tendencia, los elefantes pronto ya no tendrán donde esconderse, advierte Blake.
"En los últimos 20 años hemos visto algunas iniciativas emocionantes, como el desarrollo de parques nacionales, pero los recursos destinados a administrar estos programas son miserables si se los compara con los recursos disponibles para la extracción", cuenta.
"Creo que ya perdimos la oportunidad".
BBC Mundo
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