Goleman aseguró que "el aprendizaje social emocional encaja perfectamente en la educación. Gracias a la neuroplasticidad, que permite moldear el cerebro de una persona hasta los 20 años, los educadores pueden ayudar a niños y jóvenes a alcanzar una mejor madurez".
Tras mencionar algunas de las numerosas investigaciones realizadas en esta línea, el prestigioso psicólogo destacó el sistema educativo de Singapur como modelo a seguir, ya que, a pesar de la escasez de recursos, "es el único país del mundo en el que la inteligencia emocional está integrada dentro de la enseñanza de forma obligatoria. Esto prepara a sus estudiantes para la vida real y hace de ellos mejores personas. Representa la educación por excelencia".
Los avances en la neurociencia muestran cómo si un individuo es emocionalmente inteligente, puede ser capaz de controlar sus impulsos para actuar de acuerdo con la parte más racional de su cerebro. "Si aprendemos a trabajar la autoconciencia emocional y nuestra propia autogestión, seremos capaces de reaccionar de forma adecuada en momentos de crisis y controlar nuestros impulsos para tomar la mejor decisión", señala Goleman.
La desmotivación y el estrés
El profesor debe ayudar a sus estudiantes a mantenerse en el estado denominado como 'el fluir', la mejor situación para el cerebro y su rendimiento. Se sitúa en la posición intermedia entre la desmotivación y el estrés. "La inteligencia social puede tener una gran influencia en la educación y el liderazgo si el líder (el profesor) es capaz de impulsar el cerebro de sus estudiantes y les contagia su actitud y estado emocional. Es fundamental para un profesor que su clase se sienta relajada y disfrute el aprendizaje".20minutos
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