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2011/05/06

Los chimpancés también hablan del tiempo

Conversar del tiempo con un chimpancé puede parecer absurdo; que un chimpancé pida un chicle, cachondeo; que un chimpancé recomiende a un estudiante para un proyecto universitario, de locos. Sin embargo, todas estas situaciones son verídicas y tienen una importancia científica incuestionable: la adopción por parte de estos simios de un lenguaje humano, como el de los sordomudos. Es la historia de Washoe, la mona que en los años sesenta y setenta, de la mano de los psicólogos comparativos Roger y Deborah Fouts, aprendió a comunicarse con humanos y transmitió esos conocimientos a su familia. Washoe falleció el 13 de octubre de 2007, a los 42 años. Sus descendientes, Tatu, Dar y Loulis, que viven juntos en el mismo grupo social, siguen comunicándose, entre ellos y con los humanos, a través del idioma universal de gestos.
Los dos expertos estadounidenses de la Universidad Central de Washington impartieron ayer en Cosmocaixa Barcelona la conferencia Conversaciones con chimpancés: cómo la lengua de signos borra la separación entre ellos y nosotros. La relación con Washoe surgió de forma casual. Roger se preparaba para psicólogo clínico infantil y buscó una beca con Allen Gardner, psicólogo experimental inmerso en el proyecto de enseñar el lenguaje de los sordomudos a la pequeña chimpancé.
"No congenié con Gardner y me temía que mi carrera científica acabaría allí", recuerda, divertido, Fouts. "Entonces, cuando conocí a Wa-shoe, ella me saltó a los brazos. ¡Me abrazó! Supo que necesitaba ese abrazo...". Gardner encontró, sin buscarlo, al amigo que necesitaba para la chimpancé.
Tras un infierno en un centro de cría de chimpancés, los Fouts consiguieron trasladarse a la Universidad de Washington con Washoe, donde se dedicaron a demostrar que "los chimpancés tienen cultura y la transmiten de padres a hijos".

Transmisión gestual

Washoe utilizaba más de 300 signos. "Hablábamos con ella de qué tiempo hacía, de qué quería hacer, de si tenía hambre...". Sin más contactos con sus congéneres que las primeras semanas de vida con su madre, a la que mataron cazadores furtivos, cuando Washoe se encontró con ejemplares de su especie los consideró "bichos o gatos negros". "Así nos lo dijo, se creía una de nosotros", asegura Deborah.
Las últimas aportaciones de los descendientes de Washoe confirman la transmisión de conocimientos: "No es instinto, es cultura, por supuesto", asevera Roger. Ella enseñó a sus hijos los signos que aprendió. Buena parte de los estudios de los Fouts consistieron en la observación: "No era una enseñanza activa, aunque a veces sí que Washoe sentaba a su hijo y se disponía a explicarle los signos". Ahora, Tatu, Dar y Loulis incluso reconducen las conversaciones que mantienen entre ellos cuando algo los distrae.
"La vocalización, el habla podría ser cuestión de un gen, según los estudios, pero existen dialectos gestuales diferentes, como se ha podido apreciar entre los grupos de chimpancés en libertad". Roger y Deborah, creyentes y luteranos, imitan los gestos de sus animales: "Árbol, juguete, pájaro, ir, venir, dónde, qué, quién... Con esos signos se comunican perfectamente", dice el psicólogo. "A veces, Loulis se lleva los dedos índice y corazón al moflete y los mueve de arriba abajo. Eso es que quiere un chicle".

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