Ahora, abra los cajones de su casa. Encontrará termómetros, calculadoras con placas solares, cargadores de móvil, cables USB, ordenadores portátiles viejos, bombillas LED de Navidad y un sinfín de objetos que, probablemente, acabarán en la basura. En sus cajones hay una mina a cielo abierto. Cientos de miles de mineros se juegan la vida en todo el mundo para obtener los metales que acaban en los vertederos o se almacenan sin sentido en los armarios. En los dispositivos LED y en las células solares hay galio y selenio. En algunas guitarras eléctricas, germanio. En gafas de sol y bisutería, erbio, que también aparece en los cables de fibra óptica. En las baterías de los móviles, litio. Y así continúa una lista interminable.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alertó ayer de que las tasas de reciclaje de muchos de estos metales son "descorazonadoras". La desidia en el reciclaje en todo el mundo es especialmente frustrante, según el organismo de la ONU, porque los metales, al contrario que otros materiales, son reciclables indefinidamente casi al 100%. "En teoría, los metales se pueden usar una y otra vez, minimizando la necesidad de extraerlos en las minas y de procesar los materiales vírgenes, ahorrando así cantidades sustanciales de energía y agua al mismo tiempo que se minimiza la degradación medioambiental", lamentó ayer en Bruselas el jefe del PNUMA, el alemán Achim Steiner, en la presentación del primer informe mundial de reciclaje de metales.
Hacia una economía verde
Según las estimaciones aireadas por el organismo de la ONU, reciclar metales requiere entre dos y diez veces menos energía que ir a buscarlos a la mina. Sólo la extracción de estos elementos de la tierra devora el 7% de la energía consumida en el mundo, desbocando las emisiones de CO2 responsables del calentamiento global, según el PNUMA."Aumentar los niveles globales de reciclaje puede contribuir a la transición hacia una economía verde, eficiente en recursos, y ayudar a crear trabajos verdes", añadió Steiner. El informe ha estudiado 60 metales, prácticamente todos los que aparecen en la tabla periódica de los elementos. Y sus conclusiones, como ha subrayado Steiner, son desalentadoras. En más de la mitad de los metales estudiados, 34, los porcentajes que se reaprovechan están por debajo del 1%. En este grupo de metales olvidados están todos los mencionados anteriormente, incluido el omnipresente litio de las baterías de los teléfonos móviles. Muchos de ellos son fundamentales para el desarrollo de las energías limpias, ya que se emplean en las baterías de los coches híbridos y en las turbinas de los aerogeneradores.
Otro informe presentado en paralelo por el PNUMA muestra el desacople entre el ritmo del crecimiento y el ritmo de consumo de recursos. Durante el siglo XX, la extracción de minerales se multiplicó por 27, una tasa más alta que el crecimiento económico.
Para los autores del estudio, la era del acceso sencillo y barato a los minerales se está acabando. Ahora mismo se necesita remover el triple de material para extraer la misma cantidad de mineral que hace un siglo. Y el consumo de agua y de energía también se ha multiplicado por tres.
En el caso de los metales preciosos, la situación es "sorprendente", según el informe. Un gramo de platino cuesta unos 50 dólares (35 euros) en el mercado, un precio que parece un incentivo suficiente para el reciclaje. Sin embargo, no es así. En aplicaciones industriales, la tasa de reciclaje del platino supera el 80%. En cambio, en los catalizadores de los automóviles apenas alcanza la mitad y en electrónica se queda en un mísero 5%, como mucho. Mejorar las tasas de reciclaje para estas últimas aplicaciones del platino y de otros metales preciosos es "una estrategia clave", según el informe.
Posible escasez
El caso de los metales emergentes, con una tasa de reciclaje menor del 1%, es más preocupante. El PNUMA lo ilustra con el ejemplo del indio, un metal del que a comienzos del siglo XX había un gramo aislado en todo el mundo y del que ahora China produce cientos de toneladas, para pantallas de cristal líquido de televisiones y células solares. En las chatarrerías, apenas hay indio. Y tampoco hay instalaciones para su correcto reciclaje ni un marco legal. El caso es similar en casi todos los demás metales emergentes, esenciales en la economía del futuro."Al fracasar en el reciclaje de metales y conformarse con almacenarlos o despacharlos, las economías se están perdiendo importantes beneficios medioambientales e incrementando la posibilidad de que haya escasez", opina el investigador de la Universidad de Yale (EEUU) Thomas Graedel, principal autor del estudio.
Sin embargo, como subraya un portavoz de la patronal del sector del metal en España, Confemetal, la situación en los metales más usados es muy diferente. En nuestro país, según estas fuentes, el 80% del acero que se consume se obtiene a partir de chatarra. España, incluso, importa chatarra de otros países para fabricar acero, una aleación de hierro y carbono. En el caso del aluminio, el porcentaje llega al 40%, siempre según Confemetal. Y al 45% con el cobre, al 40% con el aluminio y por encima del 15% con el cinc. Según la patronal, reciclar un metal como el aluminio en lugar de ir a buscar la bauxita de la que se extrae a la mina ahorra hasta el 99% de la energía. En el caso del cobre, la reducción del consumo energético gracias al reciclaje llega al 65%.
Son casos excepcionales, remarcó ayer el organismo de la ONU. Menos de la tercera parte de los 60 metales estudiados presentan una tasa de reciclaje por encima del 50% al final de su ciclo vital. Plomo, oro, plata, aluminio, estaño y cobre encabezan esta lista, que difiere mucho de unas naciones a otras. En los países más industrializados, el reciclaje es mucho más alto que en los países pobres. El PNUMA no ofreció ayer la información desglosada por países y se limitó a presentar estimaciones mundiales.
Los expertos recomiendan estimular la gestión de los residuos en los países en desarrollo y acabar con el acaparamiento en casa de teléfonos móviles viejos y otros dispositivos electrónicos fuera de uso. "Yo soy tan culpable como cualquiera. Como una ardilla o una urraca, los cajones y armarios de mi casa están llenos de viejos cargadores de móvil, cables USB, ordenadores difuntos y similares. Siempre pienso que podrían ser útiles algún día, pero por supuesto ese día nunca llega", ha bromeado en un comunicado el portavoz del PNUMA, Nick Nuttall.
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