Tras varias salidas al campo en busca de microbios, un equipo de biólogos estadounidenses se ha topado con amebas que practican una forma primitiva de agricultura.
Se trata de Dyctiostelium discoideum, un hongo reptante que, según los investigadores, no sólo es una criatura social, sino que también sabe reservar alimento y sembrarlo para que su descendencia pueda recogerlo y zampárselo. Sus descubridores, de la Universidad Rice, en Texas, ven en estas criaturas un antecedente de "los agricultores no humanos más sofisticados", en referencia a las hormigas y termitas que cultivan hongos en sus nidos. Otros ven paralelismos hasta con los humanos.
"Los llamamos clones agricultores porque transportan, siembran y cosechan de alguna forma los alimentos, aunque sea una práctica primitiva en la que no hay cultivo activo", explica Debra Brock y el resto de su equipo en Nature.
El descubrimiento añade complejidad a la ya de por sí espectacular vida de este hongo, viejo conocido de los biólogos. El dicty, como le llaman algunos investigadores es, en origen, un ser unicelular. Cuando se le acaban las bacterias de las que se alimenta se comienza a unir a otros dictys hasta formar babosas reptantes con decenas de miles de ejemplares. Llegado el momento, la tira de moco se detiene y comienza a formar una especie de chupa-chups sexual. En el fino tallo se concentran amebas muertas que aíslan y protegen a las que están en la punta, que se transforman en esporas. Una vez diseminadas por un insecto o una hoja que cae, germinarán y saldrán de ellas nuevos dictys.
Hasta ahora, se pensaba que todo el proceso sucedía en ausencia de comida, es decir, de las bacterias que come la criatura. Pero Brock y sus colegas demuestran que una minoría de sus especímenes, recogidos en dos estaciones biológicas de Virginia y Minnesota, guardan siempre algo de comida en el interior de sus cuerpos. La reserva aguanta hasta después de convertirse en esporas que, una vez diseminadas, generan dictys sin necesidad de alimento exterior.
"Es un fenómeno rarísimo, pero cierto", señala Teresa Suárez, que investiga el comportamiento de estos hongos en el Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid (CSIC). "Nadie se había dado cuenta hasta ahora de lo que hacen, tal vez porque en el laboratorio trabajamos con estas amebas aisladas de las bacterias que comen", añade.
Las variantes granjeras coexisten con las que no lo son. Sólo el 36% de los dictys recogidos practican la cría o agricultura primitiva. Hacerlo tiene beneficios evidentes, pero también inconvenientes, como una menor capacidad de movimiento. Sin embargo, la práctica se transmite de generación en generación.
Esta convivencia refleja la que existió entre los primeros agricultores humanos y los grupos que preferían seguir cazando y recolectando, opina Jacobus Boomsma, jefe del Departamento de Ecología de las Poblaciones de la Universidad de Copenhague. En un comentario en Nature apunta que, dado que las bacterias fueron quizá las primeras formas de vida sobre la Tierra hace miles de millones de años, tal vez los ancestros de dicty crearon el "primer sistema agrícola".
"Están en el punto medio entre un granjero y un recolector", opina Xavier Espadaler, ecólogo y experto en hormigas de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Estas criaturas son como colonos que se llevan semillas de su isla para poder sobrevivir cuando lleguen a su destino", concluye. D
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