Los paraísos fiscales son una pieza silenciosa y crucial del capitalismo financiero contemporáneo, claves en la debacle bancaria de 2008.
Según un cálculo del Fondo Monetario Internacional la suma total de activos y deudas en paraísos fiscales es de alrededor de 18 billones de dolares, aproximadamente una tercera parte del Producto Interno Bruto Global.La característica saliente de estos paraísos es la opacidad.
Y aunque la próxima publicación que hará WikiLeaks de la lista de un ex banquero suizo, Rudolf Elmers, promete revelar con nombres y apellidos los multimillonarios, multinacionales y bancos que usan el secreto bancario para evadir impuestos, el economista especializado en temas de desarrollo John Christensen comprendió, en la década de 1980, que la única manera de penetrar esa opacidad era trabajando desde dentro.
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Como en una novela de espionaje, Christensen trabajó 16 años en la isla de Jersey, primero para una importante entidad financiera multinacional, luego como asesor económico del mismo gobierno.
Hoy es director de Tax Justice International (Justicia Fiscal Internacional), una ONG que lucha contra evasión impositiva global.
En entrevista con BBC Mundo explicó su historia y el funcionamiento interno de estos paraísos del capitalismo contemporáneo.
¿Cómo se convirtió en un espía?
(Risas...) A fines de los 70 trabajaba para una organización caritativa, Oxfam, y nos preguntábamos qué pasaba con la ayuda que recibían los países pobres: ¿dónde estaba ese dinero?, ¿cómo se había invertido?
Una y otra vez encontrábamos dinero que fluía de países de África y América Latina al norte y siempre pasaban por los paraísos fiscales.
El fenómeno de los paraísos fiscales era relativamente nuevo. Se sabía muy poco y cuando uno quería averiguar se topaba con un muro de opacidad.
Como nací en Jersey, no me fue difícil encontrar un trabajo allí.
Fue como entrar en un mundo de espejismos.
El rasgo saliente no es que sean lugares donde se pagan bajos impuestos sino que el nivel de hermetismo, secreto e inmunidad de estos lugares es tal que se pueden ocultar todo tipo de actividades ilegítimas, desde dinero del narcotráfico hasta compañías fantasmas y transacciones con precios trucados.
Esto hace que muchos paraísos fiscales sean pequeñas islas con muy pocos habitantes y una asombrosa proporción de compañías por habitante. Pero no es una cuestión de tamaño. En Tax Justice International consideramos que la City de Londres o el estado de Delaware en Estados Unidos son los paraísos fiscales más poderosos del planeta. Lo importante no es el tamaño: es el secreto bancario, la opacidad.
En el caso de las fortunas individuales, hay una estrategia de los bancos a partir de la crisis de la deuda latinoamericana de los 80, cuando decidieron que una gran fuente de negocios para mejorar sus balances era la fortuna de unos 8 millones de multimillonarios que había en aquella época.
La estrategia ha sido exitosa. Un estudio reciente calcula que unos 11,5 billones de dólares de estas grandes fortunas se encuentran en paraísos fiscales.
Si uno calcula un impuesto promedio de un 30%, la pérdida en ingresos fiscales asciende a unos 255 mil millones de dólares.
Un mecanismo básico en el interior de este comercio es la distorsión de precios. Cuando dos multinacionales comercian entre ellas pagan el precio de mercado por un producto. Todo cambia cuando se trata del comercio de una multinacional con sus filiales y subsidiarias.
Supongamos que una empresa multinacional opera en un país X con un impuesto corporativo del 30%.
La empresa pagará menos impuestos, cuanto menos ganancias tenga. De manera que contratará a precios inflados servicios legales o financieros o de promoción de sus propias subsidiarias instaladas en distintos paraísos fiscales.
Como reina el secreto bancario y la opacidad, se producen todo tipo de operaciones infladas y ficticias.
El colapso del gigante energético Enron en EE.UU en 2001 fue un caso emblemático que muestra el peligro de esta estrategia. Enron tenía casi 900 subsidiarias en paraísos fiscales que le sirvieron no sólo para no pagar impuestos sino para ocultar su virtual bancarrota.
Supongamos que un banco tenía una hipoteca de alto riesgo subprime, lo que hacía era titulizarla, es decir vender los derechos de cobro de esa hipoteca a una entidad llamada vehículo que operaba en un paraíso fiscal y pertenecía normalmente al mismo banco.
Esto le permitía limpiar sus balances. Con los balances aparentemente sanos, los bancos podían salir a los mercados a endeudarse más para otorgar nuevos préstamos, que es el negocio de un banco, invirtiendo con frecuencia en instrumentos financieros altamente especulativos.
Todo duró mientras se siguieron pagando las hipotecas. Cuando se dejaron de pagar, el castillo de naipes empezó a desmoronarse.
A mi juicio es ésto último. Todo lo que ha cambiado es superficial. Los acuerdos de información impositiva que se han firmado con paraísos fiscales son tan difíciles de llevar a la práctica que son inútiles.
Los acuerdos entre Estados Unidos y Jersey fueron usados 6 veces en los últimos ocho años.
Si un país del poder de Estados Unidos solo puede hacer esto, quiere decir que los acuerdos no sirven porque el grado de prueba que hay que mostrar en la corte de los paraísos fiscales es tan alto que se vuelve casi imposible de cumplir.
Por eso las revelaciones que ha prometido WikiLeaks sobre la lista que les pasó el ex banquero Rudolf Elmer está produciendo pánico en el sector bancario que durante décadas protegió a sus clientes bajo un manto de silencio y opacidad.
BBC Mundo
Una y otra vez encontrábamos dinero que fluía de países de África y América Latina al norte y siempre pasaban por los paraísos fiscales.
El fenómeno de los paraísos fiscales era relativamente nuevo. Se sabía muy poco y cuando uno quería averiguar se topaba con un muro de opacidad.
Como nací en Jersey, no me fue difícil encontrar un trabajo allí.
Fue como entrar en un mundo de espejismos.
¿Espejismos?
El término paraíso fiscal da una idea equivocada de cómo funcionan estos lugares.El rasgo saliente no es que sean lugares donde se pagan bajos impuestos sino que el nivel de hermetismo, secreto e inmunidad de estos lugares es tal que se pueden ocultar todo tipo de actividades ilegítimas, desde dinero del narcotráfico hasta compañías fantasmas y transacciones con precios trucados.
Esto hace que muchos paraísos fiscales sean pequeñas islas con muy pocos habitantes y una asombrosa proporción de compañías por habitante. Pero no es una cuestión de tamaño. En Tax Justice International consideramos que la City de Londres o el estado de Delaware en Estados Unidos son los paraísos fiscales más poderosos del planeta. Lo importante no es el tamaño: es el secreto bancario, la opacidad.
¿Quiénes son los usuarios de los paraísos fiscales?
Hay cuatro grandes actores: las grandes fortunas individuales, las multinacionales, las entidades financieras y el dinero de origen ilegítimo, sea del narcotráfico, el terrorismo o la corrupción.En el caso de las fortunas individuales, hay una estrategia de los bancos a partir de la crisis de la deuda latinoamericana de los 80, cuando decidieron que una gran fuente de negocios para mejorar sus balances era la fortuna de unos 8 millones de multimillonarios que había en aquella época.
La estrategia ha sido exitosa. Un estudio reciente calcula que unos 11,5 billones de dólares de estas grandes fortunas se encuentran en paraísos fiscales.
Si uno calcula un impuesto promedio de un 30%, la pérdida en ingresos fiscales asciende a unos 255 mil millones de dólares.
¿Cómo es la mecánica con las multinacionales?
Según la OCDE, el 60 por ciento del comercio internacional global se produce entre multinacionales.Un mecanismo básico en el interior de este comercio es la distorsión de precios. Cuando dos multinacionales comercian entre ellas pagan el precio de mercado por un producto. Todo cambia cuando se trata del comercio de una multinacional con sus filiales y subsidiarias.
Supongamos que una empresa multinacional opera en un país X con un impuesto corporativo del 30%.
La empresa pagará menos impuestos, cuanto menos ganancias tenga. De manera que contratará a precios inflados servicios legales o financieros o de promoción de sus propias subsidiarias instaladas en distintos paraísos fiscales.
Como reina el secreto bancario y la opacidad, se producen todo tipo de operaciones infladas y ficticias.
El colapso del gigante energético Enron en EE.UU en 2001 fue un caso emblemático que muestra el peligro de esta estrategia. Enron tenía casi 900 subsidiarias en paraísos fiscales que le sirvieron no sólo para no pagar impuestos sino para ocultar su virtual bancarrota.
La crisis de 2008 puso en la mira como nunca antes a los paraísos fiscales y su relación con bancos y otras entidades financieras.
Es lo que se llamó el sistema bancario en la sombra. Este sistema está compuesto de entidades creadas por las casas matrices de los bancos para ocultar el grado de endeudamiento real que tienen.Supongamos que un banco tenía una hipoteca de alto riesgo subprime, lo que hacía era titulizarla, es decir vender los derechos de cobro de esa hipoteca a una entidad llamada vehículo que operaba en un paraíso fiscal y pertenecía normalmente al mismo banco.
Esto le permitía limpiar sus balances. Con los balances aparentemente sanos, los bancos podían salir a los mercados a endeudarse más para otorgar nuevos préstamos, que es el negocio de un banco, invirtiendo con frecuencia en instrumentos financieros altamente especulativos.
Todo duró mientras se siguieron pagando las hipotecas. Cuando se dejaron de pagar, el castillo de naipes empezó a desmoronarse.
En abril de 2009, el G20 anunció el fin de los paraísos fiscales reconociendo que habían sido una de las piezas fundamentales del estallido financiero de 2008.
O el G20 no sabe de qué está hablando o se dedicó a un deliberado intento de distorsión de la realidad.A mi juicio es ésto último. Todo lo que ha cambiado es superficial. Los acuerdos de información impositiva que se han firmado con paraísos fiscales son tan difíciles de llevar a la práctica que son inútiles.
Los acuerdos entre Estados Unidos y Jersey fueron usados 6 veces en los últimos ocho años.
Si un país del poder de Estados Unidos solo puede hacer esto, quiere decir que los acuerdos no sirven porque el grado de prueba que hay que mostrar en la corte de los paraísos fiscales es tan alto que se vuelve casi imposible de cumplir.
Por eso las revelaciones que ha prometido WikiLeaks sobre la lista que les pasó el ex banquero Rudolf Elmer está produciendo pánico en el sector bancario que durante décadas protegió a sus clientes bajo un manto de silencio y opacidad.
BBC Mundo
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