Un nuevo estudio llevado a cabo en EE.UU. por el National Institute of Health vincula la visión repetitiva de escenas violentas con una mayor tolerancia hacia las agresiones en adolescentes.
El estudio se ha realizado sobre un total de 22 chicos de 14 a 17 años a los que les han mostrado docenas de escenas violentas extraídas de películas de cine, televisión y videojuegos, y monitorizado las respuestas generadas en su cerebro, que se hacían menos rápidas ante estos estímulos, mostrando tolerancia ante lo que se veía.
Aunque el estudio se ha realizado con muestras de violencia audiovisual de diferentes medios, pero se ha centrado la atención en los videojuegos. De hecho, la mayoría de las escenas escogidas eran de origen televisivo o fílmico.
El Dr. Jordan Grafman considera que la exposición repetitiva hacía que los actos agresivos se percibieran como "más aceptables", "lo que implica que una exposición continuada a vídeos violentos hará a los adolescentes menos sensibles a la violencia, más receptivos a la violencia, y con mayor tendencia a cometer actos violentos, puesto que los componentes emocionales asociados con la agresión se ven reducidos y son los que actúan normalmente para detener comportamientos agresivos."
El estudio ya ha sido puesto en cuestión por el Centre for the Study of Children, Youth and Media, una organización también estadounidense. Su director, el profesor David Buckingham, cuestiona si es eso "o si, en otras palabras, simplemente se aburren" y por eso aparecen trazas de tolerancia ante la violencia.
Las escenas escogidas para este estudio, un total de 60, se centraban, de hecho, en su mayor parte en peleas callejeras. En ningún caso se seleccionaron escenas de "extrema violencia".
Cuanto más tiempo veían los vídeos, menos respuesta se daba en ellos, particularmente en el córtex orbitofrontal lateral del cerebro, del que se piensa que está implicado en el proceso de las emociones. Su respuesta menguaba con cada vídeo.
El profesor Buckingham señala que "si estuviésemos realmente interesados en la violencia y la agresión, y no en culpar a los medios por todo lo malo que sucede en el mundo, investigaríamos qué es lo que las motiva en la vida real."
El estudio se ha realizado sobre un total de 22 chicos de 14 a 17 años a los que les han mostrado docenas de escenas violentas extraídas de películas de cine, televisión y videojuegos, y monitorizado las respuestas generadas en su cerebro, que se hacían menos rápidas ante estos estímulos, mostrando tolerancia ante lo que se veía.
Aunque el estudio se ha realizado con muestras de violencia audiovisual de diferentes medios, pero se ha centrado la atención en los videojuegos. De hecho, la mayoría de las escenas escogidas eran de origen televisivo o fílmico.
El Dr. Jordan Grafman considera que la exposición repetitiva hacía que los actos agresivos se percibieran como "más aceptables", "lo que implica que una exposición continuada a vídeos violentos hará a los adolescentes menos sensibles a la violencia, más receptivos a la violencia, y con mayor tendencia a cometer actos violentos, puesto que los componentes emocionales asociados con la agresión se ven reducidos y son los que actúan normalmente para detener comportamientos agresivos."
El estudio ya ha sido puesto en cuestión por el Centre for the Study of Children, Youth and Media, una organización también estadounidense. Su director, el profesor David Buckingham, cuestiona si es eso "o si, en otras palabras, simplemente se aburren" y por eso aparecen trazas de tolerancia ante la violencia.
Las escenas escogidas para este estudio, un total de 60, se centraban, de hecho, en su mayor parte en peleas callejeras. En ningún caso se seleccionaron escenas de "extrema violencia".
Cuanto más tiempo veían los vídeos, menos respuesta se daba en ellos, particularmente en el córtex orbitofrontal lateral del cerebro, del que se piensa que está implicado en el proceso de las emociones. Su respuesta menguaba con cada vídeo.
El profesor Buckingham señala que "si estuviésemos realmente interesados en la violencia y la agresión, y no en culpar a los medios por todo lo malo que sucede en el mundo, investigaríamos qué es lo que las motiva en la vida real."
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