Los propietarios de las webs pueden saber cuánta gente visita sus páginas, de qué países son, cuánto tiempo pasan en ellas o a dónde se marchan después. Una de las técnicas que permite recolectar esta información es el uso de cookies, pequeños archivos que el propietario de la página o de la publicidad añade a la web. El programador estadounidense Samy Kamkar, que se hizo conocido en internet en 2005 por saltarse todas las medidas de seguridad de la red social MySpace, se ha propuesto ahora "demostrar a la gente qué tipo de métodos están empleando las compañías para realizar un seguimiento de las actividades del usuario en internet", explica a este diario. Para ello ha creado Evercookie, una cookie persistente y casi imborrable que podría utilizarse para espiar al usuario.
Kamkar considera que uno de los mayores problemas para que los internautas preserven su intimidad es que, pese a que los navegadores ofrecen la opción de rechazar o borrar las cookies, las opciones de privacidad "nunca aparecen activadas por defecto" y debe ser el usuario el que se preocupe de hacer uso de su derecho a la intimidad. Y, en algunos casos, no cambiar esa configuración implica un consentimiento.
En un momento en el que la patronal europea de anunciantes y empresas online (IAB) está pidiendo autorización a la Comisión Europea para aprovechar comercialmente la información de los internautas (argumentando que dejan de ganar unos 80.000 millones de euros al año), propuestas como la de Kamkar cobran aún más valor. El programador considera lógico que estas empresas quieran tener más información sobre sus usuarios. "Pero deben preguntar a sus visitantes si desean que alguien pueda realizar un seguimiento de su navegación. El poder debe estar en manos del usuario, no de la empresa", añade.
Uno de los problemas básicos es que, en el caso de conocer qué son las cookies, buena parte de los usuarios no considera que puedan hacer algún daño. En realidad, fueron creadas para que el navegador recuerde y sea capaz de mostrar las páginas con mayor rapidez. Pero, para Kamkar, es fundamental que el usuario conozca sus implicaciones de rastreo. El programador describe en el apartado de dudas frecuentes de Evercookie la forma de detener "esta invasión de la privacidad". Por ejemplo, con la opción de navegación privada, que puede acarrear lentitud pero que preserva de miradas indiscretas.
Las compañías que operan en la red sostienen que esa aceptación se lleva a cabo cuando el usuario tiene activada la opción de utilizar ‘cookies' en su navegador, pese a que una gran parte desconoce en qué consisten estas huellas.
Las agencias publicitarias prefieren optar por una autorregulación, algo similar a las prácticas que se aplican ahora en otros sectores publicitarios y que funcionan con éxito desigual.
La Comisión Europea no ha cerrado la puerta a esa autorregulación, pero insiste en la necesidad del concepto de transparencia por parte de las compañías.
Kamkar considera que uno de los mayores problemas para que los internautas preserven su intimidad es que, pese a que los navegadores ofrecen la opción de rechazar o borrar las cookies, las opciones de privacidad "nunca aparecen activadas por defecto" y debe ser el usuario el que se preocupe de hacer uso de su derecho a la intimidad. Y, en algunos casos, no cambiar esa configuración implica un consentimiento.
En un momento en el que la patronal europea de anunciantes y empresas online (IAB) está pidiendo autorización a la Comisión Europea para aprovechar comercialmente la información de los internautas (argumentando que dejan de ganar unos 80.000 millones de euros al año), propuestas como la de Kamkar cobran aún más valor. El programador considera lógico que estas empresas quieran tener más información sobre sus usuarios. "Pero deben preguntar a sus visitantes si desean que alguien pueda realizar un seguimiento de su navegación. El poder debe estar en manos del usuario, no de la empresa", añade.
La huella que regresa
Evercookie es una aplicación creada en lenguaje JavaScript que produce huellas que vuelven a aparecer aunque el internauta quiera borrarlas. Para ello utiliza ocho métodos de almacenamiento, escondiéndose en los archivos ocultos o temporales del ordenador. Ha sido realizada en código abierto, lo que significa que cualquier web ya podría incorporarla. Y eso es parte del objetivo de Kamkar, que el usuario se sienta vigilado y se preocupe por las opciones de privacidad de su navegador. "Los programadores ya están utilizando estas tecnologías para rastrear", advierte Kamkar, que puntualiza que la única diferencia es que la mayoría de los usuarios no lo sabe. "Evercookie sólo demuestra lo que las empresas ya están haciendo", asegura.Uno de los problemas básicos es que, en el caso de conocer qué son las cookies, buena parte de los usuarios no considera que puedan hacer algún daño. En realidad, fueron creadas para que el navegador recuerde y sea capaz de mostrar las páginas con mayor rapidez. Pero, para Kamkar, es fundamental que el usuario conozca sus implicaciones de rastreo. El programador describe en el apartado de dudas frecuentes de Evercookie la forma de detener "esta invasión de la privacidad". Por ejemplo, con la opción de navegación privada, que puede acarrear lentitud pero que preserva de miradas indiscretas.
La información, clave para el usuario
Los países de la UE están obligados a adoptar la legislación europea sobre privacidad antes del próximo mayo. Esta contempla que las empresas pueden utilizar la información que obtienen a través de las ‘cookies', pero siempre que el internauta haya dado su consentimiento expreso para ello y se le haya ofrecido información clara y concisa sobre las implicaciones que conlleva.Las compañías que operan en la red sostienen que esa aceptación se lleva a cabo cuando el usuario tiene activada la opción de utilizar ‘cookies' en su navegador, pese a que una gran parte desconoce en qué consisten estas huellas.
Las agencias publicitarias prefieren optar por una autorregulación, algo similar a las prácticas que se aplican ahora en otros sectores publicitarios y que funcionan con éxito desigual.
La Comisión Europea no ha cerrado la puerta a esa autorregulación, pero insiste en la necesidad del concepto de transparencia por parte de las compañías.
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