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2010/10/27

La semilla del olvido: países que intentan recuperarse tras una catástrofe natural

El cólera se ha abierto paso en Haití y Pakistán a través de las catástrofes naturales. En el país americano el número de muertos alcanza los 369 y el de afectados supera los 3.000, mientras que en el asiático la OMS confirmaba los 99 primeros casos de la enfermedad. El estado de las zonas, ya de por sí crítico tras el terremoto y las inundaciones que vivieron ambos países, se ha agravado con la epidemia.
La propagación de enfermedades es uno de los peligros de los desastres naturales, pero no el único. Muchos países tardan años en recuperar la normalidad después de un seísmo, de un huracán o de unas inundaciones. Así es ahora es la situación de Chile, Perú, Haití, Pakistán, Birmania, Italia y Nueva Orleans tras las catástrofes que han padecido en los últimos años.

HAITÍ (terremoto en enero de 2010)


La situación de Haití es especialmente difícil. Al tiempo en el que se levanta un nuevo hospital en Léogâne, la ciudad más cerca al epicentro del terremoto de enero, los casos de cólera se cuentan por decenas. No es casual: Hatí ha sufrido, en seis años, un violento huracán y un devastador seísmo que han reducido a escombros sus ya de por sí pobres infraestructuras.
El país está lejos de la reconstrucción, más aún cuando los esfuerzos se centran ahora en frenar la epidemia. Algunas ONG, como Acción contra el hambre, han puesto en marcha planes para paliar los efectos y distribuyen masivamente jabones, pastillas para clorar el agua y soluciones de rehidratación. Además, se realiza una campaña de sensibilización sobre aspectos de higiene básica y de tratamiento de cadáveres.
La situación, lejos de normalizarse, se ha agravado. La capital, Puerto Príncipe, sigue rodeada de escombros y 1,3 millones de personas viven en campos de desplazados en condiciones paupérrimas. Tanto es así, que varias personas han muerto y numerosas viviendas provisionales han sido destrozadas por las tormentas.

PAKISTÁN (inundaciones en agosto de 2010)

<p>Pakistán</p>Los 99 casos de cólera, 1.500 de dengue y 26 de fiebre hemorrágica son la cúspide de un problema mayor. El hambre y el frío amenazan a la población pakistaní que en sólo unos meses ha perdido sus viviendas y sus cultivos como consecuencia de las inundaciones. Hay 20 millones de damnificados repartidos en varias zonas del país: en las zonas montañosas del norte, los afectados se encuentran sin ningún tipo de refugio, en Punjab (noreste) la pérdida de los cultivos ha dejado en una situación crítica a los agricultores y en Sindh (sur) hay 1,4 millones de desplazados.
Pensar en la reconstrucción de Pakistán es ahora una utopía. Los países desarrollados instan a las autoridades pakistaníes a que se produzca en dos o tres años, pero vistas las actuales necesidades de la zona será difícil que los plazos se cumplan, máxime si se tiene en cuenta que un tercio de las infraestructuras del país quedaron dañadas por el agua. Para evitar que el cólera se propague, varias ONG han enviado ayudas y han implantado un sistema de sensibilización sobre la higiene similar al de Haití.
Es un contexto especialmente complicado para las mujeres y las niñas, muchas de las cuales se han visto aisladas en sus comunidades al mismo tiempo en el que se les veta el acceso a la educación, según denuncia UNICEF.

CHILE (terremoto en febrero de 2010)

En el país sudamericano no hay problemas por enfermedades derivadas del sismo que sacudió la zona de Concepción, pero la reconstrucción avanza con paso lento (el grueso de la misma se acometerá en 2011) y los habitantes tratan de recuperar la normalidad como pueden. Los comerciantes del área afectada por el terremoto, por ejemplo, han denunciado al Estado por los saqueos que se produjeron durante las caóticas horas posteriores al temblor.
Mientras tanto, el Gobierno de Piñera, una vez rescatados los 33 de Atacama, se centra de lleno en devolver al país la imagen que tenía antes del terremoto. En esta línea, ya hay 8.000 casas en construcción, según anunció la ministra de Vivienda chilena, y se darán ayudas a las personas solteras, muchas de las cuales han tenido que responsabilizarse de familiares tras la catástrofe. Las autoridades trabajan a contrarreloj para dar techo a los 200.000 damnificados mientras se jactan de haber detenido a un preso que escapó durante el temblor al derrumbarse un muro de la prisión en la que estaba.

ITALIA (terremoto en abril de 2009)

Italia es un país del primer mundo, aunque viendo el panorama en L'Aquila un año y medio después del seísmo nadie lo diría. El centro de la urbe es propio de una ciudad fantasma, con escombros amontonados en las calles junto a televisores rotos y restos de baños y cocinas.
Un reportero del Corriere della Sera describe el aspecto desolador del casco histórico, donde en lugar del esperado trajín de grúas y camiones sólo hay un desalentador silencio. No hay obras porque no hay dinero. Las pocas casas que se están construyendo son carísimas y parece que la ciudad no recuperará la imagen anterior al terremoto hasta dentro de varios años. Algunos de los pronósticos más pesimistas dicen que no se recuperará la normalidad hasta 2040, algo que ha dejado sin esperanza a muchos de los antiguos habitantes de L'Aquila.
Cuando se cumplía un año de la tragedia había 15.000 personas instaladas en casas proporcionadas por el Gobierno y 5.000 seguían en hoteles. Ahora, esos particulares huéspedes se encuentran con un problema: los hosteleros se niegan a darles más comida y a seguir limpiando sus habitaciones porque Berlusconi ha cerrado el grifo de las ayudas. El Gobierno italiano ha prometido que las reanudará, pero el sector de la hostelería ya ha anunciado que no atenderá a los alojados hasta que no vuelvan a cobrar.

BIRMANIA (ciclón en mayo de 2008)

Las ONG se enfrentan a verdaderas odiseas para suministrar alimentos a los miles de damnificados por el ciclón Nargis, que acabó con la vida de más de 100.000 personas. Además, muchos de los refugios son aún precarios y los cultivos no se han recuperado, tal y como informa Intermón Oxfam. Muchas de las personas carecen de ingresos, por lo que parte de los programas de ayuda consisten en la difusión de protocolos de actuación ante futuros desastres.
Los temores de la población birmana hacia la llegada de la temporada de ciclones de este año no eran infundados. Al menos 75 personas han muerto este mes de octubre tras el paso del Giri, que ha dejado tras de sí viviendas destrozadas y decenas de desaparecidos. Es difícil determinar los daños reales en el país, porque la Junta que lo gobierna desde 1962 dificulta la entrega de ayudas y limita al máximo las informaciones al respecto, según denuncia Human Rights Watch.

PERÚ (terremoto en agosto de 2007)

Tres años después del seísmo que destrozó las ciudades de Chincha, Pisco y Cañete, la situación no ha mejorado mucho. Ahora comienzan las obras de reconstrucción de la iglesia de San Clemente, pero el camino por recorrer es larguísimo. 53.000 familias no pueden volver a sus viviendas, faltan especialistas médicos y comisarías, aún hay que rehacer 29 colegios y en las calles los escombros se mezclan con estructuras de adobe.
La corrupción ataca a Pisco, donde varias empresas fantasma del sector de la construcción han hecho su negocio a costa del desastre, y Teódulo Hernández, Presidente del Comité de Lucha por los intereses de Pisco, denuncia que los plazos no se están cumpliendo. En Pisco, sólo un 5% de las 11.707 viviendas ha sido rehabilitado, mientras que en Cañete, donde 4.547 casas fueron destrozadas y 3.430 quedaron dañadas, sólo el 9% ha sido reconstruido. Para colmo, un incendio quemó parte de los documentos en los que estaban los planes para las obras y la falta de agua en la zona evitó que pudiera sofocarse a tiempo.

NUEVA ORLEANS (huracán en agosto de 2005)

La ciudad de Nueva Orleans es el vivo ejemplo de en qué medida influye la zona del mundo en la que se encuentre el país afectado. Cinco años después de que el Katrina arrasara con toda la ciudad, los habitantes ya han recuperado la normalidad. No sólo las calles y las viviendas son una realidad, sino que según las últimas cifras, ofrecidas en el quinto aniversario del huracán, el 90% de la población evacuada ha regresado y el 85% de los empleos han sido recuperados.
Pese a que la felicidad no es completa (el 20% de los ciudadanos vive bajo el umbral de la pobreza), las autoridades estadounidenses han unido sus esfuerzos por revitalizar la ciudad y han logrado convertirla en uno de los destinos turísticos más atractivos del país.

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