El incidente protagonizado por Steven Smale lo cuenta el matemático español Guillermo Curbera en su reciente libro Matemáticos del mundo, ¡uníos!. Al parecer, cuando Smale se embarcaba hacia Moscú, el Comité de Actividades Antiestadounidenses lo citó a declarar por su participación en las manifestaciones contra la guerra de Vietnam.
No era la primera vez que Smale tenía problemas con las autoridades: antes le habían obligado a devolver el dinero de una beca por pasar más horas en las playas de Río de Janeiro que en su despacho, aunque mientras hacía surf hubiera resuelto el problema más importante de su área.
Nada más conocerse la noticia en el Congreso, se inició una campaña de recogida de firmas en apoyo de los intelectuales americanos que se oponían a la guerra. Un periodista vietnamita solicitó una entrevista con Smale, que el matemático consiguió transformar en una rueda de prensa en las escaleras de la Universidad de Moscú.
Pero el comunicado que leyó no sólo condenaba el militarismo americano, sino también la brutal intervención de las tropas rusas contra los independentistas húngaros ocurrida diez años antes.
Tras la lectura del comunicado, dos agentes soviéticos invitaron a Smale a "una visita guiada por los museos de Moscú" en su coche de cristales tintados. En realidad, el tour sólo incluía una parada en las oficinas de la agencia soviética de prensa, donde, por suerte, Smale fue tratado "con más que educación", según declararía luego.
Aún así, The New York Times y el Washington Post se hicieron eco de la noticia, que despertó un gran revuelo.
No era la primera vez que Smale tenía problemas con las autoridades: antes le habían obligado a devolver el dinero de una beca por pasar más horas en las playas de Río de Janeiro que en su despacho, aunque mientras hacía surf hubiera resuelto el problema más importante de su área.
Nada más conocerse la noticia en el Congreso, se inició una campaña de recogida de firmas en apoyo de los intelectuales americanos que se oponían a la guerra. Un periodista vietnamita solicitó una entrevista con Smale, que el matemático consiguió transformar en una rueda de prensa en las escaleras de la Universidad de Moscú.
Pero el comunicado que leyó no sólo condenaba el militarismo americano, sino también la brutal intervención de las tropas rusas contra los independentistas húngaros ocurrida diez años antes.
Tras la lectura del comunicado, dos agentes soviéticos invitaron a Smale a "una visita guiada por los museos de Moscú" en su coche de cristales tintados. En realidad, el tour sólo incluía una parada en las oficinas de la agencia soviética de prensa, donde, por suerte, Smale fue tratado "con más que educación", según declararía luego.
Aún así, The New York Times y el Washington Post se hicieron eco de la noticia, que despertó un gran revuelo.
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