¿Ha probado a escribir su nombre en un buscador? ¿Sabe qué es lo que cualquiera podría conocer de usted con una simple consulta? ¿Y qué datos personales podría obtener una empresa a partir de sus hábitos de navegación? La respuesta a estas preguntas varía en función de lo activo que sea en las redes sociales y de las opciones de privacidad que haya configurado en su navegación. Pero no toda aparición pública o seguimiento depende estrictamente de los datos que el usuario coloca en redes sociales. "Sin ánimo de ser alarmista, la gente debería preocuparse por proteger su privacidad en internet", resume el director de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), Artemi Rallo, que se enfrenta a diario a los problemas de los usuarios que ven menoscabado este derecho.
Dos acontecimientos producidos esta semana no llaman a la tranquilidad. Google y Facebook han protagonizado una polémica relacionada con la recolección y difusión de los datos. En el caso de Google, la AEPD acaba de abrir un procedimiento sancionador contra la compañía (estimado en 2,4 millones de euros) por captar mediante sus coches Street View información de redes WiFi de los usuarios españoles. Facebook, por su parte, ha reconocido un problema de seguridad por el que empresas asociadas a su red social habrían reenviado un código a terceros a partir del cual se puede obtener información personal de los usuarios.
Expertos, asociaciones de consumidores y empresascoinciden en afirmar que buena parte de la responsabilidad sobre la difusión de los datos recae en el propio internauta. El hecho de que los 500 millones de usuarios en Facebooktengan una media de 130 amigos, muy superior posiblemente a la de la vida real, puede llevar a plantearse hasta qué punto valoran estos internautas su privacidad. "El problema es que seguimos haciendo un uso no demasiado sensato de la información personal que suministramos a esos servicios", explica Rallo. Su agencia recibió el año pasado en torno a 160 denuncias relacionadas con internet (de un total de 4.073) y solo 30 de ellas correspondían a redes sociales.
Sin pedir permiso
Ismael El-Qudsi, experto en redes sociales y director de nuevos medios en la agencia Havas Digital, sostiene que una gran cantidad de los usuarios no son conscientes de la sobreexposición. "La gente sube fotos de otros sin pedirles permiso. No lo hacen de mala fe, pero los departamentos de recursos humanos cada vez consultan más las redes sociales, y un error de juventud puede pasar factura", añade.Configurar correctamente las opciones de privacidad es el primero de los pasos para controlar la información. El segundo queda en manos de la empresa a la que el usuario ha facilitado datos sobre su vida, gustos e intereses.
Las condiciones de uso de Facebook, por ejemplo, especifican que la red no comparte la información con anunciantes sin consentimiento, aunque también añaden que en ocasiones necesitan proporcionar datos a aplicaciones de terceros. "Internet genera un espejismo de anonimato. Los usuarios creen que nadie conoce lo que publican salvo sus amigos, pero cada vez se producen más casos en los que vemos que los servicios no están bien diseñados. En esta semana hemos visto que Facebook tiene defectos estructurales muy evidentes en cuanto a privacidad", recuerda Rallo.
El portavoz de Facua, Rubén Sánchez, considera que en varias ocasiones ha habido "demasiada benevolencia" hacia las multinacionales con el tratamiento que realizan de los datos de los usuarios. Rallo niega esta indulgencia y explica lo que, a su modo de ver, es la auténtica garantía del derecho a la privacidad: "Sólo se va a lograr cuando las compañías diseñen sus servicios y sean ellas las que tomen las medidas de forma preventiva".
Publicidad personalizada
Servicios online como redes sociales y buscadores son gratuitos. A cambio, el usuario recibe publicidad, en muchos casos personalizada conforme a sus gustos, búsquedas o hábitos de navegación. En el caso de la publicidad en redes sociales, El-Qudsi destaca que en Tuenti se alcanza un ratio de un 15% de clics, una cifra muy elevada en relación a otros servicios. ¿Se puede entender, por tanto, que a los usuarios no les importa que husmeen en sus gustos y preferencias para ofrecerles publicidad? Según un informe elaborado por la consultora McKinsey y encargado por IAB, la patronal europea de los anunciantes, un 80% de los internautas valora sobre todo que los servicios de la red sean gratis y sólo un 20% estaría dispuesto a pagar para evitar la publicidad. Con ello asumen que sólo explotar las preferencias de los usuarios asegurará la supervivencia de estos servicios.Las cookies, pequeños archivos de texto que el propietario de la página o de la publicidad añade a una web, permiten realizar ese seguimiento. En el caso de la navegación, las empresas no saben quién es el usuario, pero sí identifican la dirección IP del ordenador para trazar un perfil. El-Qudsi resta importancia a la presencia de cookies para ofrecer la denominada publicidad segmentada. "La publicidad no dirigida puede ser peor, porque no interesa. La basada en los intereses intenta adecuar los anuncios a las personas".
Fusión de servicios
El problema surge cuando se habla de la transparencia de esos archivos y hasta qué punto están vinculados la navegación, las redes sociales, los juegos online, el correo electrónico y su libreta de direcciones, las aplicaciones para móviles basadas en geolocalización o la publicidad por proximidad. Con esos datos, el perfil que podría trazarse sería un sueño para cualquier anunciante.El programador Samy Kamkar, que ha creado una cookie imborrable para alertar del abuso de esta herramienta, explicaba en una entrevista reciente a Público que "los programadores ya están utilizando estas tecnologías para rastrear". El uso de los archivos es complejo, porque no sólo sirven para fines publicitarios. Fueron creadas para que el navegador recuerde y pueda mostrar las páginas con mayor rapidez. Para El-Qudsi, se ha creado una alarma excesiva sobre ellas. "Los navegadores incluyen opciones de desactivarlas, pero el usuario no las conoce. Los esfuerzos hay que hacerlos en educación, no en restricciones", añade.
Los países de la UE deben adoptar la legislación europea sobre privacidad antes de mayo, que incluye que las compañías deben haber recabado el consentimiento expreso del usuario, algo que ahora no es necesario. Las empresas de publicidad entienden que esa aceptación se lleva a cabo cuando el usuario tiene activada la opción de utilizar cookies en su navegador. "Parece que la UE dará el visto bueno a la autorregulación que nosotros proponemos, que consiste en informar a los usuarios y establecer sistemas para que los usuarios puedan darse de baja de los sistemas publicitarios que las utilizan", explican fuentes de IAB Spain.
Rallo se muestra comprensivo con la teoría defendida por los anunciantes, pero también expone que no se puede alegar la expansión del negocio como una verdad sagrada que niegue la privacidad. Y recomienda tomar conciencia del rastro que se deja online. "Nadie es consciente de sus derechos hasta que sufre la vulneración de alguno de ellos", concluye.
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