ABC
Héroe o villano. Algunos de sus ex compañeros de Harvard le acusan de haberles robado la idea. Gobiernos y asociaciones dicen que la gestión de la privacidad en Facebook es manifiestamente mejorable. Ángel o demonio. La red social que dirige Mark Zuckerberg ya ha llegado a los 500 millones de usuarios. Una cifra gigantesca que implica una transformación radical en la forma de compartir «nuestras cosas», desde fotos a noticias. Empresas de publicidad, de comunicación y sociólogos miran el fenónemo con una mezcla de envidia y miedo. Una película (muy crítica) y un libro (favorable) hablan del jovencito Zuckerberg.
En estas líneas sumamos, además, algunos aspectos que dan idea de cómo las redes sociales han cambiado nuestras vidas. Mark Zuckerberg Dinero, genio y ¿traición? Mark Zuckerberg es el multimillonario más joven del planeta. 26 años, 4.000 millones de dólares. Eso dice Forbes. Esas son dos de las cifras más fáciles de recordar. Y, sin embargo, detrás de ese flash hay un dato más importante. Zuckerberg, creador de Facebook, es también uno de los genios casi imberbes que más ha cambiado internet y, por tanto, nuestra vida digital. Un libro elogioso («The Facebook Effect»), publicado en junio, y una película bastante más crítica sobre el origen de su poder («The Social Network», dirigida por David Fincher), que se estrenará en otoño, retratan el ascenso de un jovencito incomprendido que abandonó Harvard para trepar hasta la cima del cibermundo. La película se basa en el best seller «Multimillonarios accidentales», con un subtítulo que da idea de lo que veremos en la pantalla: «Una historia de sexo, dinero, genio y traición». Con diecinueve años, Zuckerberg creó «Course Match», un programa que permitía elegir en qué clase matricularse en función de quiénes iban a ser los compañeros. Después vino una aplicación para comparar el atractivo físico llamada Facematch. Y en 2004, finalmente, lo que entonces se llamó thefacebook.com. Los hermanos gemelos Cameron y Tyler Winklevoss y Divya Narendra siempre han defendido que Zuckerberg se apropió de una idea a la que habían llamado Harvard Connection, y un informático de aquella época reclama ahora judicialmente el 84 por ciento del negocio. Sea como fuere, en seis años Facebook se ha convertido en la segunda web más visitada del Planeta, después de Google, con 500 millones de usuarios (un 5 por ciento más cada mes).
Aún más asombroso es este dato: cada miembro de Facebook pasa una media de 55 minutos al día en ese club. Vidas públicas El poder de las redes sociales Es un hecho: todos estamos en las redes sociales. ¿Por qué? Contesta Dolors Reig, profesora y consultora Social Media, experta en redes sociales y tecnología. «Buscamos simplemente estar juntos. Y lo encontramos de una forma más cómoda. Podemos verlo en negativo: la necesidad de compartir en todo momento lo que hacemos, lo que pensamos, lo que sentimos, nos hace más dependientes, más gregarios. O en positivo: estamos al principio de algo muy grande, altamente prometedor y lo que vamos a ir descubriendo en un futuro acerca de la potencia del ser humano conectado nos va a cambiar, como humanidad, para siempre. Puede que lo que hoy entendemos por exhibicionismo y adicción sean comportamientos sociales positivos y naturales en muy poco tiempo. Buscamos globalidad, trascendencia, sentido, pero también cosas aparentemente mucho más básicas, como sexo, entretenimiento, afecto. Y no se trata, en absoluto, de un fenómeno pasajero. Por ello insisto en que debemos formarlo, educarlo. Son muchas las posibilidades de consumo en las redes sociales pero también son importantes y deben ser exploradas, las de participación.
Negar el acceso de los jóvenes a las redes sociales es limitar su proceso de adaptación a los usos y costumbres sociales del contexto en el que viven, descapitalizarles». Famosos enredados El reinado de Lady Gaga En Estados Unidos, la fiebre de Facebook y, sobre todo, Twitter entre los famosos ha cambiado su forma de relacionarse con los fans y con los periodistas. Todas las grandes estrellas miman sus páginas en las redes sociales. Y aún más, enseñan voluntariamente noticias como el nacimiento de un hijo (Cristiano Ronaldo), e imágenes íntimas, como aquella foto del trasero de Demi Moore, en bragas, colgada por su pareja, Ashton Kutcher. Nadie está fuera de la Red. Contador, Forlán, Kaká, Iniesta... A día de hoy, Lady Gaga es la reina de Facebook, con cerca de 14 millones de seguidores. Encuentros en el mundo real Quedadas gastronómicas de twitteros El asunto surge en OMExpo Madrid 2009, la feria de marketing online. Antonio Domingo, un enamorado de las redes sociales, aprovecha ese foro para quedar a comer con algunos colegas twitteros. Junto con Gemma Muñoz, analítica de web, y Ramón Albiol, profesional del marketing, decide institucionalizar la «quedada» y así nace Eats and Twitts (www.eatsandtwitts.com.es/et), encuentros que reúnen a usuarios de Twitter para desvirtualizarse (es decir, ponerse cara), hacer networking y disfrutar de la mejor cocina.
Un año después, coincidiendo con OMExpo, montan un gran evento en la carpa de un campo de golf madrileño bajo el auspicio de diversos patrocinadores. Asisten más de doscientos twitteros. La cosa va tomando cuerpo y lían a Fernando Canales, chef bilbaíno con estrella Michelín, para involucrarse en el proyecto: prepara un «menú sensitivo» en junio, también en Madrid. Hasta ahora Eats and Twitts ha celebrado 15 encuentros (además de en la capital, en Barcelona, Bilbao, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Palma de Mallorca y Málaga); para otoño se estudia abrir horizontes en Valladolid, Zaragoza, Asturias, Murcia y Canarias... y, en abril de 2011, Nueva York, donde las firmas patrocinadoras desean abrir mercado. «El placer gastronómico es la excusa perfecta para conocernos personalmente», comenta Fátima Martínez, experta en medios y publicidad y colaboradora de Eats and Twitts. El caso Tuenti Los padres y el patio de recreo Tuenti, la red social preferida por el 80 por ciento de los adolescentes españoles (según el informe «Generación 2.0» de la Universidad Camilo José Cela), fue creada en 2006 por Zaryn Dentzel, un estudiante norteamericano afincado en Madrid. Permite al usuario crear su propio perfil, subir fotos y vídeos, contactar con amigos, chatear y jugar. Con más de ocho millones de usuarios únicos, Tuenti saltó a los titulares de prensa hace unos días con la compra del 90 por ciento de su capital social por parte de Telefónica. El montante de la operación: 70 millones de euros. El acceso a la red es restringido: solo se entra mediante la invitación de un miembro ya registrado. El 73 por ciento pone «candados» para proteger su privacidad. La mayoría tiene más de cien contactos, de los que el 6,8 por 100 es «gente desconocida». Un 8 por 100 de los usuarios ha quedado con un extraño a través de internet. Datos que inquietan a no pocos padres, que observan esta herramienta con desconfianza.
Un caso real: La primavera pasada Marta recibió una llamada de su hermana María. «Tenemos que hablar». Quedaron a tomar un café y María fue al grano. «Mira, mis hijas han entrado en el perfil de la tuya en Tuenti y han encontrado esto. He estado dudando si contártelo o no. Al final creo que es mejor que lo sepas». Entonces le puso encima de la mesa unas fotos que mostraban a dos chicas adolescentes besándose y manoseándose. Marta reconoció a su hija, de dieciséis años, y a una amiga. Se puso lívida. «Pero esto... ¿quién puede verlo?». «Todo el que tenga cuenta en esa web, porque la niña no ha establecido filtros», le contestó su hermana. Había más material gráfico y comentarios subidos de tono de un montón de gente. Cuando Marta regresó a casa y pidió explicaciones a su retoño, aquello fue la guerra civil. Por su parte, el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Arturo Canalda, confesó que tenía un perfil con nombre falso para controlar a sus hijos... y no le gustó lo que vio. «Sería conveniente que los padres pudieran ver los perfiles de sus hijos tras una perfecta identificación de unos y otros», señaló. En cualquier caso, ¿es la herramienta responsable del uso que se haga de ella? “Alcohólicos sociales” La obsesión por mostrar nuestras vidas Tiene una hora después de comer. Ella abre el ordenador. Facebook.com. Nuevos mensajes. Las fotos del bautizo de ayer sábado. La ronda de opiniones sobre la cena tantas veces aplazada con las compañeras del colegio. «¿Dónde quedamos?». «¿Podrás colocar a los niños?». «¿Has visto qué foto he encontrado de aquella fiesta del 85?». Ni se reconoce. Dice que Facebook le ha devuelto aquella época, aquel grupo al que no había visto desde la Universidad. No sabe si eso le gusta, pero es un hecho. Ahora «viaja» a Twitter para colgar el enlace con la imagen del tal como era y también las de la reunión familiar del fin de semana, el tal como es. Control «c», control «v». De nuevo a Facebook, a la granja. Hay que cosechar, enviar regalos a los vecinos, visitar sus propiedades. Lleva ya casi una hora en el ordenador. Ha pasado levemente por la portada de un periódico, un par de minutos para ver un vídeo, y de nuevo a su «vida social». Le toca el turno al blog. Se abre el chat. «¿Sabes algo de la fiesta de los 40?». Uff. Vuelta al trabajo. Ha leído un estudio de Advertising Age que dice que algunos menores de 25 años (uno de cada diez) no dejan de mandar mensajes de texto ni cuando tienen relaciones sexuales. Ella no llega a tanto. Aunque también leyó a Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa, sobre la adicción a las redes sociales, y le reconfortó: «Sí, me gusta. ¿Podría vivir sin ello? No lo sé ni me importa. Es parte de mi mundo, y estoy dispuesto a vivir con ello». Quizá se parece al cantante Alejandro Sanz, enganchado a la red (más de 650.000 seguidores en su Twitter, twitter.com/alejandrosanz) desde primera hora: «Y amanece... Y no es un sueño. Qué aventura es despertar y que la vida siga ahí. Buenos días».
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