Fuente: 20minutos.
Un colorante alimentario que tiñe de color azul algunas chocolatinas y bebidas isotónicas tiene propiedades que permiten reducir los daños derivados de una lesión de columna vertebral, según un estudio divulgado hoy por la Universidad de Rochester.
El aditivo químico de un color azul intenso, denominado Tinte azul número 1, puede, según el estudio, frenar el desarrollo del daño secundario y grave que afecta a la columna vertebral inmediatamente después de haber sufrido una lesión traumática en la misma.
Tras inyectar el colorante a ratas que padecían este tipo de lesión, los investigadores del Centro Médico de la Universidad de Rochester, en Nueva York, constataron que los roedores volvieron a andar, aunque con una ligera cojera y un efecto secundario: sus patas, hocicos y orejas quedaron temporalmente teñidos de azul.
Los autores del estudio tardaron cinco años en descubrir los beneficios de este aditivo sobre la columna, en una serie de ensayos clínicos centrados en paralizar el torrente de destrucción de células que se inicia en las horas posteriores a una lesión y que puede conducir a la parálisis. En 2004 el equipo efectuó ensayos similares empleando ATP, una sustancia que produce el organismo para mantener a las células vivas.
Sin embargo, los investigadores no tardaron en darse cuenta de que el proceso no sería viable, puesto que debía inyectarse directamente en la médula espinal y amenazaba con producir graves efectos secundarios. El equipo comenzó entonces la búsqueda de una alternativa al ATP que bloquease el vertiginoso ritmo de destrucción de las células motrices y se administrase además por vía intravenosa.
La respuesta la encontraron en el compuesto químico Brilliant Blue G (BBG), que provocaba la misma recuperación en los animales sin causarles efectos secundarios y cuya estructura química era casi idéntica a la de un colorante azul utilizado en la industria alimentaria.
La equivalencia estructural y funcional de ambos compuestos convenció a la directora del equipo, Maiken Nedergaard, de que podrían tener "la misma capacidad de detener los daños en la columna". Por lo que el equipo continuará desarrollando pruebas de laboratorio que certifiquen que el uso médico de ese colorante es seguro y que sus efectos son idénticos a los que el BBG ha producido en los roedores.
El optimismo de las conclusiones del estudio se suaviza con la advertencia de la directora del equipo, Maiken Nedergaard, de que el carácter preventivo de este tratamiento sólo garantizaría su eficacia en el caso de pacientes que acabaran de sufrir la lesión, y no en los que la padezcan desde hace un día, por ejemplo.
"No existe un tratamiento estándar para los pacientes que llegan a las salas de urgencia de Estados Unidos con una lesión en la columna", dijo a la cadena de televisión estadounidense CNN Nedergaard, que calcula que un 85 por ciento de los pacientes que sufren este problema no se han sometido a ningún tipo de terapia.
Para reducir el riesgo de parálisis, añadió Nedergaard, es necesario desarrollar un agente "práctico y seguro" que pueda administrarse poco después de sufrir la lesión y permita, si no eliminarla por completo, devolver algo de movilidad a los pacientes.
Según datos de la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos, los estadounidenses consumen un promedio de 16 miligramos al día de "tinte azul número 1", lo que supone un consumo en el país de casi 500 toneladas al año.
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