La Campus Party, muchos de cuyos participantes reflejan ya signos de agotamiento ante tantas horas casi ininterrumpidas ante sus ordenadores, ha evidenciado hoy la apuesta decidida por el software libre de jóvenes españoles que se están haciendo un hueco en el mercado global de la programación.
La plataforma web eyeOS, desarrollada con el modelo de software libre que actualmente tiene más de 400.000 miembros por todo el mundo y que ya compite con los sistemas operativos de Microsft y Google, ha sido presentada hoy por uno de sus creadores, Pau García-Milà. Según su diseñador, se trata de un "ordenador virtual" pensado como una nueva definición de sistema operativo, donde todo -escritorio y aplicaciones- puede ser usado desde cualquier sitio con un navegador web. García-Milà, de 18 años y que con sólo 15 ya despuntaba con pequeños proyectos junto a Marc Cercós, otro de los creadores de la plataforma, fundó "eyeOS" tres años después, con el que ha sido premiado varias veces y ha sido finalista junto a empresas como Microsoft, Google, Apple y Yahoo!.
La "gran diferencia" entre este proyecto y sus competidores, según el joven emprendedor, es que "eyeOS" es "un producto libre, de código abierto y con el que el usuario tiene su información bajo su control". "eyeOS 2.0", cuyo diseño se acabó "hace una semana" y que está en "proceso de producción" para su próxima presentación el primer día del año 2010, está disponible en 35 idiomas y activa en diez comunidades como Francia, Alemania y Brasil. Precisamente el sistema operativo más universal, el de Microsoft, ha presentado hoy en la Campus Party su nueva versión, Windows 7.
Y entre tantas actividades paralelas que se han organizado para este año, los "campuseros" luchan por aguantar las horas que quedan hasta que mañana se eche el cierre a la edición de este año, muchas de las cuales seguirán estando protagonizadas por las competiciones de videojuegos y las descargas masivas de material audiovisual. A Suman Lee Jang, valenciano de 22 años, esta noche pasada le ha tocado el "turno de guardia" para que los equipos de todo su "clan" no se queden sin vigilancia, así que estará durmiendo cuando se celebren las actividades paralelas que organiza el certamen. "Nunca sé cuáles son, siempre me pillan a la horizontal", reconoce.
Pero hace falta hablar con dos "auténticos campuseros" -así se consideran quienes siguen despiertos- para conocer los entresijos de la carpa de participantes: David Sanz, de Madrid, y Toni Parramón, de Barcelona, no se conocían antes de llegar a la Campus, pero ahora son compañeros de madrugadas, horas muertas y anécdotas.
Por lo que cuentan, las bebidas energéticas tienen mucho que ver en que lleven 18 horas navegando y sigan bastante espabilados. Y no siempre las compran en los lugares frecuentes de venta: muchas veces recurren al "tráfico" de "comida, bebidas, hielo y componentes informáticos" que hay en la carpa. Así, se venden, cambian y hasta se alquilan productos de todo tipo: un croissant "cuesta" veinte céntimos, un destornillador se trueca por dos bollos y se alquilan cojines "para un descansito".
Todo ello a través de un "chat" interno creado por algunos participantes en el que hablan de "todo lo que pasa" en el recinto y al que la organización no tiene acceso. Por su parte, David, que trabaja como técnico de sistemas, señala molesto: "A todos se nos mete en el mismo saco"; para él, estar delante de un ordenador también es trabajar, y "eso no es ser friki". No todos se pasan "las veinticuatro horas frente a un videojuego", aclara.
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