Para los grandes superordenadores el consumo de energía se está convirtiendo en un grave problema. Unos investigadores de Berkeley creen haber encontrado la solución; utilizar microprocesadores para dispositivos móviles.
Michael Wehner, Leonid Oliker y John Shalf publicaron un artículo en el que daban las especificaciones para un nuevo supercomputador destinado a la simulación meteorológica; las especificaciones de esta máquina eran colosales: Su precio sería de 1.000 millones de dólares y consumiría 200MW de potencia eléctrica, el equivalente a una ciudad de 100.000 habitantes.
A la vista de semejantes especificaciones, los investigadores decidieron que debían rediseñar su ordenador según unas especificaciones diferentes y se les ocurrió probar un nuevo diseño basado en procesadores para dispositivos móviles; de esta forma diseñaron un nuevo ordenador, con 20 millones de procesadores y una potencia de cálculo de 200 petaflops, que costaría 75 millones de dólares y consumiría 4MW de energía.
¿A que se debe esta espectacular variación de precio? El motivo es que los superordenadores actuales están construidos con componentes estándar, lo que hace que, en esencia, sean baterías de PCs. La ventaja es de trabajar así que el coste de construcción y mantenimiento es mucho menor, pero el lado malo que estas tecnologías están optimizadas para ordenadores de escritorio.
El primer problema es la elevada velocidad de reloj de los procesadores modernos; en una CPU, el consumo de energía aumenta en relación cubo de la frecuencia de reloj; es decir, un procesador que funciona a 2Ghz consume 120W, si reducimos su velocidad a 600Mhz consumirá solo 0,09W. El problema del consumo tiene ademas otra faceta; mas consumo de energía significa mas disipación de calor lo que implica instalar pesados y voluminosos sistemas de refrigeración que tambien consumen energía; todos hemos visto los enormes ventiladores que necesitan los procesadores modernos.
El segundo problema es que los procesadores actuales incluyen gran cantidad de elementos que son necesarios en un ordenador de sobremesa; ejemplos de estos componentes son los puertos USB y las tarjetas gráficas o de sonido. En un superordenador estos componentes no se necesitan para nada, pero siguen estando ahí y, en consecuencia, consumiendo energía.
La consecuencia práctica es que, en los superordenadores modernos, el consumo de energía está alcanzando unos niveles inaceptables, lo que convenció a estos investigadores de que había que probar componentes optimizados para ahorrar energía, lo que les llevó a la electrónica para dispositivos móviles.
John Shalf cree que la era de los superordenadores basados en tecnología de PC toca a su fin; en su opinión, los procesadores de Intel y AMD han sido imbatibles mientras el consumo energético no ha sido un problema, pero esto ha cambiado.
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