Los 193 Estados miembros de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el organismo más antiguo de las Naciones Unidas, debaten desde el lunes y hasta el próximo día 14 la primera actualización desde 1988 de los tratados que regulan las comunicaciones internacionales. Las llamadas Regulaciones Internacionales de las Telecomunicaciones –firmadas actualmente por 178 Estados– permiten asignar el espectro radiofónico, repartir las órbitas de los satélites o definir estándares compartidos para que las fronteras no impidan o frenen las comunicaciones. Y no se modificaban desde la anterior cumbre celebrada en Melbourne (Australia) hace 25 años, cuando internet y la fibra óptica no lo habían revolucionado todo aún.
En este nuevo escenario digital, las discusiones se centran ahora en si la World Wide Web necesita ser regulada o no mediante acuerdos internacionales. Y el mundo parece haberse fracturado en dos. Como en «La Guerra de las Galaxias», una serie de países autoritarios, liderados por Rusia, defiende una centralización de la regulación de internet mediante tratados internacionales clásicos. En la otra bancada de este senado de la galaxia global figuran Estados democráticos defensores de la «república» autogestionada que es la red hoy día.
«Varios países y empresas quieren controlar la red», advertía Tim Berners-Lee, considerado como el inventor de Internet, en vísperas de la cumbre de Dubai. «El sistema actual con múltiples actores involucrados que gobierna Internet funciona bien, y necesitamos preservar su apertura», asegura.
Durante la Asamblea General de la ONU de septiembre de 2011, China, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán –cuatro países con probadas credenciales cibercensoras- propusieron abrir negociaciones para adoptar un código de conducta de la ONU que garantice que «la autoridad de vigilar cuestiones públicas relacionadas con Internet es un derecho soberano de los Estados». Muchos creen que ahora intentan llevar sus tesis al seno de la UIT.
Organismo «vintage» creado en 1865
Esta ONU de las Telecomunicaciones es la organización más «vintage» del concierto de naciones. Fue creada en París en 1865 como Unión Internacional de Telégrafos, y forma parte del sistema de Naciones Unidas desde 1947. Además de 193 países, forman parte de ella más de 700 entidades del sector privado. Y algunas, como las grandes operadoras de telecomunicaciones, están en Dubai con su propia agenda para asegurar que mantienen su lucrativa posición dominante sobre las infraestructuras físicas por las que circulan las telecomunicaciones.
Así lo denuncian al menos los grandes beneficiarios del status quo digital, con Google a la cabeza. Vint Cerf, vicepresidente de Google y otro de los fundadores de internet, denuncia en el blog de la compañía californiana que la regulación de Internet se debata en una «reunión a puerta cerrada» y advierte que «algunas propuestas permitirían a los gobiernos censurar contenidos legítimos».
Una resolución del parlamento europeo sobre la reunión de la UIT critica también «la falta de transparencia e inclusividadque rodea las negociaciones» en la Conferencia Mundial sobre Telecomunicaciones Internacionales de 2012. «La UIT, o cualquier otra institución internacional centralizada única, no son los órganos adecuados para ejercer la autoridad reguladora ni sobre la gobernanza de Internet ni sobre los flujos de tráfico en Internet», defienden los europarlamentarios.
Un portal defensor de la transparencia ha filtrado una de las propuestas rusas a la conferencia de Dubai que molesta especialmente al gobierno de EE.UU. Moscú reivindica para los Estados el control de las identidades, direcciones y numeraciones de la infraestructura de internet –incluye, entre otras cosas, los protocolos de internet o IPs que organizan los dominios web–.
Estas facultades fueron transferidas en su día por el Gobierno de EE.UU. –cuando Internet pasó de manos militares a manos civiles en los 90– a la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN por sus siglas en inglés), con sede en California.
Este organismo privado sin ánimo de lucro es uno de los actores clave de la constelación de entidades no gubernamentales que estructuran la vida de la red, sin tratados internacionales que «legislen» –como ocurre en la realidad no virtual– los comportamientos y los límites de la vida digital. Pero el departamento de Comercio del Gobierno de EE.UU. mantiene las facultades de control últimas sobre el ICANN, una proximidad a los intereses de Washington que molesta a muchos gobiernos.
El embajador Terry Kramer, representante estadounidense en Dubai, definía como «alarmantes» algunas de las propuestas que se han encontrado durante un «briefing» previo a la conferencia. «Algunas propuestas sugieren que la UIT entre en la gobernanza de Internet, que se involucre activamente. Otras recomiendan un enfoque invasivo de los gobiernos en la regulación del contenido que circula en Internet, lo que la gente busca, lo que la gente dice... Estas [propuestas] violan fundamentalmente todas nuestras creencias sobre la democracia y las oportunidades de los individuos», defendía Kramer la semana pasada.
Frente al modelo de regulación «dura» que defienden ciertos Estados autoritarios como Rusia o China, con el previsible apoyo de regímenes como el sirio o el iranía, el gobierno británico impulsa –desde una visión liberal de Internet– unos estándares de «comportamiento en la red» como alternativa a la adopción de tratados internacionales. La Unión Europeo simpatiza con esta visión anti-intervencionista: «Hay una batalla real sobre cómo gobernar Internet», reconocía la semana pasada Neelie Kroes, comisaria europea para la Agenda Digital.
«La tarea es conseguir un equilibrio. Si seguimos el camino de la regulación dura, destrozaremos todo lo que es bueno de internet, la creatividad que da vida a nuevas ideas y nuevos movimientos. Pero no podemos tampoco dejar el ciberespacio abierto a los criminales y terroristas que amenazan nuestra seguridad y prosperidad», afirmó Cameron el primer ministro, David Cameron, en la inauguración de la primera conferencia sobre el ciberespacio, organizada por el ministerio de Exteriores británico en Londres en noviembre de 2011, y en la que participaron representantes rusos y chinos. A primeros de octubre, Budapest albergaba la segunda cumbre de esta iniciativa, con lo que la reunión estos días en Dubai podría ser en realidad el tercer round de una larga batalla planetaria por el control de Internet.
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