Idear nuevas y mejores técnicas para mantener a raya la temperatura
de grandes bloques de servidores es uno de los grandes retos de la
industria. Un reto al que se suman las ansisas de no perjudicar
demasiado al medio ambiente.
Hasta ahora este objetivo se había perfilado con diferentes elementos como el aire, los rayos láser y el agua. Pero Intel
ha querido dar una vuelta de tuerca e introducir en la ecuación un
nuevo líquido: el aceite. Y, más concretamente, sumergiendo las máquinas
en él.
Se trataría de aceite mineral que es capaz de reducir el calor del mismo modo que lo hace el agua, pero sin conducir la electricidad.
Tras pasarse el último año probando esta nueva tecnología de refrigeración por inmersión con un equipo de la compañía Green Revolution Cooling, el gigante de Santa Clara asegura que sus chips ya están listos para acometer la técnica de manera oficial.
Entre las ventajas que apunta este tipo de enfriamiento se encuentra la posibilidad de construir centros de datos con mayor concentración de equipos de computación y servidores y, por lo tanto, con mayor capacidad para ejecutar cargas de trabajo. También se apunta a CPUs más poderosas y ordenadores más rápidos, tal y como recoge Data Center Knowledge.
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