Es un caso de estudio en la escuela de negocios de la Universidad de Harvard. También es la primera red de salud en dar el salto a la frontera desde México hacia el norte. Pero, para muchos latinos de Los Ángeles, Salud Digna será más bien una opción para atender sus necesidades médicas en Estados Unidos, donde se estima que uno de cada tres pacientes hispanos no tiene acceso a cobertura.
La clínica Salud Digna acaba de inaugurarse en Huntington Park, un barrio del sur de Los Ángeles, donde se propone replicar el esquema probado en México: un modelo "social" de atención médica destinado a los sectores de menos recursos, donde el precio de los estudios es de hasta una quinta parte de lo que cuestan en el mercado."A mucha gente le llama la atención que pueda darse un servicio de salud de calidad y con rapidez en la entrega de resultados pero, sobre todo, bajo el principio de hacerlo más barato", señaló a BBC Mundo Adrián Vizcarra, jefe de proyecto en Salud Digna.
El ejecutivo es el hijo de quien hizo de este emprendimiento su cruzada personal: el empresario y político mexicano Jesús Vizcarra Calderón, dueño de un emporio familiar en la industria de la carne y ex diputado federal.
Originario de Culiacán, en el estado de Sinaloa, Vizcarra abrió la primera clínica en su ciudad natal en 2003. Desde entonces, ha expandido el servicio de ultrasonidos, análisis de laboratorio, radiografías, electrocardiogramas y toda una batería de test a 17 centros en todo México.
Ocho años más tarde llegó con el modelo a California, donde la clínica requirió una inversión de más de US$1 millón y será capaz de recibir a 180 mil pacientes anuales.
"En una primera etapa sólo haremos procedimientos de diagnóstico, luego en 2012 recibiremos licencia habilitante para ofrecer también consultas de médicos clínicos. Fue necesario pensarlo así porque, en México, si uno quiere hacerse un estudio puntual no necesita una orden médica, pero aquí sí", detalló el director ejecutivo del centro, Fabián Torres.
Inmigrantes, cerca de casa
En la lista de citas concertadas para usar los flamantes consultorios seguramente serán mayoría los apellidos de origen latino: el barrio donde se instaló Salud Digna tiene 95% de población hispana, uno de los mayores índices entre todas las ciudades que componen la región metropolitana de Los Ángeles.
Para muchos, será el fin de los viajes al otro lado de la frontera para acceder a pruebas médicas aptas para sus bolsillos. Durante el último año, la misma organización de Vizcarra programó excursiones de autobús a Tijuana para llevar pacientes a un centro de salud en el que, por US$70 la visita, podían hacerse una batería de pruebas por la que hubieran pagado varios miles en hospitales de primera línea en Estados Unidos.
El impacto será mucho mayor para quienes el viaje estaba vedado por carecer de papeles migratorios.
"Estamos orientados a los residentes que no tienen un seguro, que no tienen documentos o que son lo que se llama working poor (trabajadores pobres), es decir aquellos que ganan apenas por encima de la línea de pobreza y no son elegibles para programas de asistencia del gobierno pero tampoco le alcanza para pagarse un seguro privado", detalló Torres a BBC Mundo.
Según la organización Familias USA, enfocada en temas sanitarios, casi uno de cada tres latinos en Estados Unidos carecen de seguro médico, en un país en el que el sistema de salud es privado y de alto costo.
Los hispanos representan el grupo étnico con menor cobertura (55% carece de seguro, comparado con 25% entre los blancos no hispanos o 40% entre los afroamericanos) y los recortes presupuestarios de programas oficiales como Medicare o Medicaid, que provee cobertura para niños y adultos pobres, amenazan aún más el escenario.
Después de aquella primera inauguración en Culiacán, hace 8 años, el proyecto de Vizcarra Calderón se expandió y logró hacerse autosustentable en 2007.
"Funciona con un modelo de economía de escala, con márgenes muy pequeños porque los costos son bajos pero con un gran volumen de pacientes", indicó Torres.
Entre los principios del negocio también está el de no contratar servicios de terceros, sino contar con personal y equipamiento –como un laboratorio de lentes, por caso- que permita despachar resultados de manera más eficaz porque "tenerlo nosotros nos permite ahorrar intermediarios que aumenten los costos para los clientes", según indican.
Pero lo que atrajo la mirada de los académicos de Harvard fue también la velocidad de expansión -de 169 mil pacientes en 2006 a casi 1,1 millón el año pasado en todo México- así como el impacto social.
"En algunas localidades hemos atendido a más del 50% de la población que consulta al médico", señaló el hijo del fundador de un proyecto que ha inspirado a otros en México, como el programa Chécate.
En su mudanza a suelo estadounidense, el efecto busca ser el mismo: atraer pacientes de sectores carenciados -unos 34 mil el primer año, estiman- para que ir al médico deje de ser un lujo y se pueda empezar a trabajar en la salud desde la prevención.
Para muchos, será el fin de los viajes al otro lado de la frontera para acceder a pruebas médicas aptas para sus bolsillos. Durante el último año, la misma organización de Vizcarra programó excursiones de autobús a Tijuana para llevar pacientes a un centro de salud en el que, por US$70 la visita, podían hacerse una batería de pruebas por la que hubieran pagado varios miles en hospitales de primera línea en Estados Unidos.
El impacto será mucho mayor para quienes el viaje estaba vedado por carecer de papeles migratorios.
"Estamos orientados a los residentes que no tienen un seguro, que no tienen documentos o que son lo que se llama working poor (trabajadores pobres), es decir aquellos que ganan apenas por encima de la línea de pobreza y no son elegibles para programas de asistencia del gobierno pero tampoco le alcanza para pagarse un seguro privado", detalló Torres a BBC Mundo.
Según la organización Familias USA, enfocada en temas sanitarios, casi uno de cada tres latinos en Estados Unidos carecen de seguro médico, en un país en el que el sistema de salud es privado y de alto costo.
Los hispanos representan el grupo étnico con menor cobertura (55% carece de seguro, comparado con 25% entre los blancos no hispanos o 40% entre los afroamericanos) y los recortes presupuestarios de programas oficiales como Medicare o Medicaid, que provee cobertura para niños y adultos pobres, amenazan aún más el escenario.
Modelo de estudio
Pero, ¿qué es lo que convierte a esta red mexicana en un caso de análisis de Harvard? La propuesta de "salud social" y sin fines de lucro, dicen los analistas, que pone en práctica un negocio de escala.Después de aquella primera inauguración en Culiacán, hace 8 años, el proyecto de Vizcarra Calderón se expandió y logró hacerse autosustentable en 2007.
"Funciona con un modelo de economía de escala, con márgenes muy pequeños porque los costos son bajos pero con un gran volumen de pacientes", indicó Torres.
Entre los principios del negocio también está el de no contratar servicios de terceros, sino contar con personal y equipamiento –como un laboratorio de lentes, por caso- que permita despachar resultados de manera más eficaz porque "tenerlo nosotros nos permite ahorrar intermediarios que aumenten los costos para los clientes", según indican.
Pero lo que atrajo la mirada de los académicos de Harvard fue también la velocidad de expansión -de 169 mil pacientes en 2006 a casi 1,1 millón el año pasado en todo México- así como el impacto social.
"En algunas localidades hemos atendido a más del 50% de la población que consulta al médico", señaló el hijo del fundador de un proyecto que ha inspirado a otros en México, como el programa Chécate.
En su mudanza a suelo estadounidense, el efecto busca ser el mismo: atraer pacientes de sectores carenciados -unos 34 mil el primer año, estiman- para que ir al médico deje de ser un lujo y se pueda empezar a trabajar en la salud desde la prevención.
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