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2011/12/16

¿La apuesta científica más costosa del mundo?

El Reactor Experimental Termonuclear Internacional (ITER, por sus siglas en inglés) no es una solución rápida para los problemas energéticos del mundo. Ni siquiera sus más abnegados promotores sugerirían esto.
El santo grial de la producción de energía con balance neutro de carbono -la fusión, en contraste con la fisión de átomos- lleva años en los planes de los científicos que ven su potencial.

El proyecto actual en Cadarache, en el sur de Francia, ya es uno de los lugares de construcción más grandes de Europa y la más reciente encarnación de un acuerdo firmado por los presidentes Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachev en plenos días de Guerra Fría, en 1985.
El principal problema, sin embargo, está en que ITER es un experimento, una apuesta. Y a un precio actual de US$20.000 millones, es una apuesta muy costosa.
Por ello, esta semana muchos en Bruselas se sorprendieron cuando se dio vía libre al uso de dinero de la Unión Europea para cubrir los gastos extras actuales de ITER de US$1.600 millones.

"Proyecto riesgoso"

Robert Jan Smits, director general de investigación e innovación en la Comisión Europea, en Bruselas, dice que entiende que el tema sea sensible.
"Reconozco que no es un momento apropiado para pedirle este dinero al Consejo (de la Unión Europea), a los estados miembros y al Parlamento Europeo", dice.
"En medio de una crisis económica grande no podría haber llegado en un momento peor. Pero este proyecto es tan crucial para Europa y para todo el mundo que simplemente teníamos que tomar el toro por los cuernos y tratar de llegar a un acuerdo".
"Por supuesto, es un proyecto extremadamente riesgoso y no sabemos cuál será el resultado. Hay muchos científicos que están ciento por ciento convencidos de que funcionará. Pero sólo lo sabremos si construimos la máquina y hacemos que funcione".
"Pero observando la necesidad de energía actual y futura, no podemos permitirnos el lujo de no explorar esta opción", señaló.

"Fuente sin límites"

En el área de 192 hectáreas en la Provenza, David Campbell supervisa con orgullo a los equipos de trabajadores. Trabaja como el jefe de física en ITER.
"He estado trabajando en los diseños por unos 15 años, así que es muy emocionante estar acá y ver finalmente cómo se vierte el concreto", dice.
ITER espera demostrar que la fusión nuclear puede ser comercialmente viable.
El reactor que está en construcción no servirá en ningún momento para surtir la red de suministro de electricidad nacional de Francia o de cualquier otro país. Eso optimista posibilidad que todavía está muy lejana.
Por ahora hay una cooperación internacional a una escala prácticamente sin precedentes. Además de la Unión Europea, otros países como Rusia, Estados Unidos, Japón, China, India y Corea del Sur también están contribuyendo con productos y habilidades.
Sus tareas combinadas deben crear un reactor que calentará plasma -una llama gigante que está rotando dentro de un campo magnético- a una temperatura 10 veces mayor que la del sol.
Hasta ahora, proyectos más pequeños lograron producir una fracción de la energía que se necesita para crear la reacción. La diferencia en Cadarache es la escala.

Campbell no se inmuta ante la posibilidad de que su experimento no funcione.
"Depende exactamente de lo que usted se refiere cuando habla de que 'no funcione'", dice.
"En los últimos 30 o 40 años hemos estado aprendiendo cómo producir energía de fusión. Ya lo hicimos en una escala pequeña. Así que pensamos que ya juntamos todos los elementos".
"Lo atractivo de la fusión es que hay una fuente casi ilimitada de combustible. Los ingredientes principales son isótopos pesados de hidrógeno generados del litio dentro del reactor. Y en la corteza terrestre hay grandes reservas de litio".
"Además, es una forma de energía intrínsecamente segura. Si algo malo le pasa a la reacción dentro del recipiente, se apaga. Y no se producen desperdicios nucleares duraderos. Nuestra meta es construir el reactor a partir de materiales que puedan ser reciclados y convertidos en más reactores dentro de cien años".

Preocupaciones de dinero

Activistas anti-nucleares se apresuran a criticar los argumentos de que la fusión no tenga riesgos, ya que destacan especialmente que se producirán desperdicios radiactivos (aunque con una vida considerada corta, de alrededor de 150 años).
Pero incluso entre quienes apoyan la energía nuclear convencional hay objeciones sobre el proyecto.
Sebastien Balibar, jefe de investigaciones en el Consejo Nacional de Francia para la Investigación Científica, en París, duda que la tecnología necesaria para hacer que el experimento funcione esté cerca de existir.
"Estoy de acuerdo con que es un reto interesante controlar la fusión, pero es un projecto de investigación aplicada a largo plazo", dice.

"Si de veras funciona, entonces generaría una gran fuente de energía limpia. Y si el sector industrial -las compañías petroleras o los ministerios de industria en varios países- cubre el presupuesto, entonces está perfecto".
"US$20.000 millones equivale más o menos a los ingresos anuales de una de las grandes compañías petroleras. Pero si este costo sale del presupuesto europeo para la ciencia, entonces es terrible porque es una gran cantidad y reduciría nuestros presupuestos drásticamente. Y no puedo estar de acuerdo con esto", dice Balibar.
Sin embargo, el ímpetu del proyecto de ITER es tal que es probable que sobreviva a sus críticos.
De hecho, si un reactor de fusión nuclear completamente viable -y comercial- llega a existir alguna vez, lo más seguro es que sus promotores más jóvenes de hoy no estarán vivos para verlo.

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