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2011/12/14

El efecto búmeran del veto de Cameron

La protección del poderoso sector financiero representado por la City de Londres fue uno de los principales argumentos utilizados por el primer ministro británico, David Cameron, para bloquear la reforma del tratado de la Unión Europea (UE) en busca de una mayor integración fiscal.
Ahora muchos en el Reino Unido se preguntan si el veto ejercido por Cameron tendrá justamente el efecto contrario.

El partido de oposición laborista dice que la decisión dejará al país aislado y no hizo nada para proteger a la City. Incluso el viceprimer ministro británico y líder liberaldemócrata, Nick Clegg, criticó al primer ministro.
El corresponsal de asuntos económicos de la BBC, Joe Lynam, apunta que pocos países se han beneficiado tanto como Reino Unido y su sector financiero de las libertades que otorga pertenecer al mercado común europeo, el mayor de su tipo con 500 millones de habitantes.
Esas libertades se refieren al libre movimiento de productos, empleos, servicios y capital.
De manera tal que cualquier europeo que quiera trabajar en la City puede hacerlo. Igualmente, los bancos del Reino Unido no tienen restricciones para vender sus servicios dentro del bloque, y su capital o dinero se puede movilizar libremente dentro de las fronteras de la UE.
Lynam señala que esencialmente nada de lo que sucedió el viernes en Bruselas cambia esa situación. Reino Unido y especialmente la City de Londres seguirán siendo parte del mercado común europeo y obteniendo los beneficios (o ganancias) derivadas de esa realidad.

El temor al impuesto común

Muchos en el gobierno británico y en el Parlamento temieron que la City quedara en situación de desventaja si se firmaban algunas de las propuestas por los países de la eurozona como Francia y Alemania, tales como un impuesto a las transacciones financieras en toda la UE.
El impuesto, que estuvo en el centro del veto de Cameron, contempla cada compra o venta de acciones o bonos del cualquier producto hecha por un banco. Debido a que se hacen millones de operaciones de este tipo cada día, la medida podría obligar a los bancos a ser más cuidadosos con sus transacciones.
Sin embargo, debido a que el 75% de todas las transaccciones financieras se llevan a cabo en el Reino Unido, los bancos basados en suelo británico tendrían que pagar la mayor parte del impuesto en discusión.
Aún es temprano para determinar si a largo plazo la City hubiese salido perdiendo con el impuesto pero, de todos modos, dentro del Reino Unido existe una fuerte corriente de opinión que apunta justamente a la necesidad de que el sector financiero tenga más regulaciones.
Por su parte, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, le dijo a Cameron que Reino Unido no podía ser un paraíso fiscal, llevándose el capital del resto de Europa.

"Aislamiento"

 El problema real para Reino Unido radica en que posiblemente en el futuro cuando llegue a negociar a Bruselas simplemente reciba las conclusiones de un trato ya acordado entre los restantes 26 países de la UE, sin la posibilidad de bloquearlo porque en temas de impuestos ya no se requiere unanimidad, sino mayoría.
Otra posibilidad es que los bancos europeos de la City comiencen a evaluar una mudanza a otra parte de Europa.
El Deutsche Bank alemán es el mayor empleador bancario de la City, donde también tienen una alta presencia las entidades francesas, españolas e italianas.
La pregunta es si seguirán en Londres cuando los gobiernos que los representan decidan introducir medidas que puedan resultar desventajosas desde el punto de vista político o fiscal.
El exministro laborista y banquero de inversiones, Lord Myners, le dijo a la BBC que al "aislarse", Reino Unido puso a los bancos basados en Londres en un dilema.
"O continúan poniendo todos sus fondos para apoyar sus actividades en la City de Londres o comienzan a desarrollar nuevos centros de excelencia en otras partes de Europa", se plantea Myners.
"Creo que la balanza se inclinó muy fuertemente como consecuencia de la arrogancia del primer ministro".
Por otra parte, la BBC pudo conocer que los jefes de las mayores compañías británicas están descontentos por lo que ven como una exclusión del Reino Unido en las negociaciones importantes de la Unión Europea.
En ese sentido varios se mostraron ansiosos de que inversiones cruciales para el Reino Unido, especialmente de Asia, podrían reducirse por la percepción de que el país ha pasado a tener menos influencia dentro del bloque.
Igualmente, apuntan que el primer ministro no pudo asegurar una protección adicional a la City, que justamente era lo que intentaba lograr.

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