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2011/12/14

De nadar a cuatro patas a sudar para levantarse

Todo el que piense que es un terrible esfuerzo levantarse por las mañanas debería tomar en consideración los millones de años de evolución que costó llegar a ese sencillo ejercicio de ponerse en pie. Desde que los primeros peces reptantes empezaron a alzarse torpemente sobre sus aletas hasta que los primeros homínidos comenzaron a erguir el espinazo sobre la hierba, toda una legión de especies fue aportando su granito de arena para que hoy el ser humano pueda sujetar el móvil al mismo tiempo que camina. Pero como todo en la evolución, los detalles de este proceso aún son motivo de discusión. La revista PNAS publica hoy dos estudios que aportan nuevas pistas sobre el desarrollo de la locomoción en los animales.
El primero de los estudios se centra en ese momento que tantas veces han retratado los documentales: la conquista del medio terrestre por parte de unos peces que hasta entonces vivían una plácida existencia acuática. Se asume que esto sucedió en el Devónico, hace unos 400 millones de años, y que sus protagonistas fueron los peces de aletas lobuladas (sarcopterigios), de los que hoy sólo sobreviven el fósil viviente celacanto y los dipnoos o peces pulmonados. Según cuenta la historia, algunos de ellos comenzaron a desarrollar patas y dedos, el equipamiento necesario para aventurarse a tierra firme y conducir la evolución hacia los anfibios, los reptiles y, en último término, nosotros.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago ha estudiado uno de los únicos miembros supervivientes de aquella parentela que dio el salto a tierra. Se trata del dipnoo Protopterus annectens, un pez pulmonado africano. Estudiando con lupa el movimiento de estos animales bajo el agua, los científicos confirmaron algo que ya se sospechaba: este animalito es capaz de caminar elevándose con sus aletas pélvicas sobre el fondo de la pecera, sugiriendo que "este rasgo apareció en los sarcopterigios antes de la evolución de los tetrápodos y de la aparición de patas con dedos", escriben los investigadores. En otras palabras, la conclusión da la vuelta a la visión tradicional y atribuye el invento de la locomoción terrestre a unos héroes de la evolución que aún no estaban físicamente equipados para ello.
El segundo estudio se centra en otro momento clave, el de la aparición del bipedalismo en los homínidos. Los investigadores británicos Graeme Ruxton y David Wilkinson se han especializado en estudiar la locomoción de especies extinguidas, como los dinosaurios, a través de modelos matemáticos. En esta ocasión se plantearon si los datos apoyan una noción clásica, que los primates se alzaron del suelo para mejorar su regulación térmica. Tras construir su modelo, el resultado fue que "la postura erguida probablemente no surgió para la termorregulación", escriben. Sin embargo, "la pérdida de pelo y la mejora de la capacidad de sudar" fueron esenciales para que podamos caminar en las horas de más calor. 

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