Si bien Argentina fue históricamente una potencia ganadera, en los últimos años ese sector ha venido sufriendo una gradual crisis, que ya golpeó a la industria de la carne y ahora pareciera estar afectando a la producción láctea.
Entre 2005 y 2010 la industria cárnica redujo en 8 millones sus cabezas de ganado. El año pasado, los argentinos consumieron clic 10 kilos menos de carne y las exportaciones bajaron en más de un 40% su volumen (y en más de un 20% su valor), según la Cámara de la Industria y Comercio de Carne de la República Argentina (Ciccra).Ahora, algunos productores lácteos están advirtiendo que ese sector también padece problemas. Según denunciaron, en los pasados dos meses una veintena de pequeñas y medianas empresas (pymes) tuvieron que cerrar, una situación que –aseguran- podría agravarse.
La crisis en la pequeña industria se suma al cierre progresivo de muchos tambos, que en los últimos treinta años se redujeron de más de 20.000 a unos 11.000.
El principal problema en la actualidad, afirman, es el bajo precio que reciben por su materia prima: los tamberos argentinos cobran unos US$0.35 por litro de leche, por debajo de los US$0.42 que perciben sus vecinos uruguayos y los US$0.45 que reciben sus pares brasileños, los otros grandes ganaderos de la región.
A su vez, la alta inflación en Argentina (estimada extraoficialmente en un 25% anual) reduciría fuertemente el margen de ganancia de los productores, que cada vez tienen costos más altos.
Contradicción
Según un estudio de la empresa global DeLaval, especializada en equipos para tambos, Argentina es uno de los países que menos paga a sus ganaderos por su leche, ubicándose entre los últimos lugares en un ranking de los principales 16 productores mundiales.También las empresas que procesan la leche cobran montos bajos. El dueño de una de las cerca de 1.200 pymes que fabrican productos lácteos dijo a BBC Mundo que estos reciben cerca de US$0.50 por litro de leche.
En tanto, el Centro de la Industria Lechera Argentina (CIL), una cámara que agrupa a las 30 empresas más grandes (que elaboran la mayor cantidad de productos lácteos), señaló a este medio que cobran alrededor de US$0.70 por litro.
Paradójicamente, en el supermercado los precios de los productos lácteos se dispararon. La leche fresca en sachet, que cuesta cerca de US$1, aumentó más del 11% en el último año, mientras que el yogurt, la manteca y el queso registraron alzas de entre el 20% y casi el 40%, de acuerdo con cálculos citados por el diario La Nación.
En algunos comercios los aumentos fueron aún mayores. En el llamado “microcentro porteño” -el corazón financiero de Buenos Aires- un cartón de leche fresca se vende a US$2, más caro que una botella de gaseosa, algo impensado en un país que llegó a consumir hasta 230 litros de leche por persona al año.
Por qué se da esta situación
Tanto los referentes de la industria pequeña como de la más grande apuntaron a la cadena comercial para explicar el alto precio que pagan los consumidores por los lácteos.Miguel Paulón, presidente del CIL, dijo a BBC Mundo que el margen de ganancia de los comercios representa cerca del 30% del precio total del producto, mientras que otro 30% se va en impuestos.
Según afirmó, los productores reciben el 20% del valor y la industria procesadora otro 20%.
A pesar de que el empresario admitió que los márgenes de ganancia se achicaron, aseguró que el negocio lácteo sigue siendo muy redituable.
En cambio, desde la pymes el panorama fue otro.
“Las empresas más pequeñas no tienen la capacidad de exportar que tienen las más grandes y si los precios que se pagan siguen bajos varios más estarán en problemas”, señaló a BBC Mundo el productor lácteo Esteban Magnasco.
Magnasco afirmó, además, que los tamberos más pequeños tampoco tienen los incentivos para seguir en la industria láctea.
“Antes la ganadería era más redituable que la agricultura pero ahora, con los altos precios de la soja, es al revés”, aseguró.
¿Por qué no se paga más al productor?
Hay dos factores que explican por qué no ha aumentado el precio que se le paga a los tamberos y a las empresas lácteas.El primero –del que pocos hablan públicamente- son las presiones impuestas desde el gobierno (en particular por la Secretaría de Comercio Interior) para que no sigan aumentando los precios que pagan los argentinos por los lácteos.
Pero además, hay una dinámica de oferta y demanda que en este momento está perjudicando a los productores.
Y es que, si bien la cantidad de tambos se redujo a la mitad en las últimas décadas, la capacidad de producción de estos se duplicó, por lo que la oferta de leche se mantuvo en alza.
Esto, sumado al buen clima que se registró en los últimos tres años (tras una terrible sequía que golpeó al sector en 2008) llevó a que este año hubiera una sobreoferta de leche, algo que, naturalmente, llevó a una caída en los precios.
Muchos creen que la baja en la producción lechera que se dará en los próximos meses balanceará naturalmente el mercado y volverá a traer calma al sector.
Otros muestran más preocupación por el panorama futuro. No obstante, lo que es seguro es que más allá de la crisis actual, es improbable, por ahora, que la industria láctea argentina siga el camino descendente de la industria de la carne.
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