Un grupo de mujeres espera en fila, con bolsas vacías en la mano, su turno para recibir arroz, trigo y azúcar; al llegar al mostrador, cada una entrega su bolsa y una tarjeta plástica con su fotografía; luego les piden algo más: sus huellas digitales.
Para poder adquirir bienes en este establecimiento estatal en una barriada pobre del territorio de Chandigarh, en el norte de India, necesitan tocar un lector electrónico con sus dedos, para verificar su identidad.Sólo cuando esta es confirmada, se autoriza la compra.
Estas mujeres participan de un proyecto que utiliza tarjetas con información biométrica para repartir comida entre las personas más pobres de la zona.
Evitar el fraude
En India, quienes viven debajo de la línea de pobreza o tienen ingresos muy magros pueden adquirir alimentos básicos a precio subvencionado en locales del gobiernoLo habitual es que las familias reciban tarjetas de racionamiento en papel, donde registran qué y cuánto ha comprado cada uno.
Pero en el programa que se está llevando adelante en Chandigarh el papel ha sido reemplazado por las tarjetas biométricas, que contienen un microchip con una memoria de 64kb, en el que se almacenan las huellas digitales, fotografía y otros datos personales del jefe o jefa de familia y al menos otras dos personas más.
También lleva un registro de las compras efectuadas por cada familia; qué cantidades y a qué precio.
Con el viejo sistema de papel, era fácil que cualquiera utilizara la tarjeta de otro, dicen funcionarios del gobierno.
Los responsables del proyecto creen que la tecnología permitirá desterrar el fraude y asegurar que los alimentos lleguen a quienes realmente los necesitan.
"Esto quiere decir que sólo la persona que posee la tarjeta electrónica obtendrá la comida, y nadie más podrá reclamarla como propia", dice Bachan Singh, del departamento de provisión de alimentos de Chandigarh, a cargo de la administración del programa.
"Todos recibirán la cantidad justa de comida al precio que corresponde", agrega.
Problemas
"Las tarjetas inteligentes me parecen muy buenas", dice Usha, una madre de tres niños pequeños que está en la cola de la comida."Hace poco perdí la mía y fue muy fácil conseguir una nueva".
Usha trabaja como empleada doméstica, tiene un sueldo de unas 1.500 rupias al mes (US$33). Eso coloca a su familia debajo de la línea de la pobreza, con lo que tiene derecho a recibir hasta 35kg. de granos por mes.
Pero Kunty Devi no piensa igual. Ella es viuda, gana 2.000 rupias al mes (US$44) trabajando en limpieza y señala algunos problemas del esquema.
"A veces la máquina lee mal mis huellas digitales, a veces me dicen que me vaya y vuelva más tarde", revela.
"Además, tengo que esperar mucho tiempo en la cola, antes era más rápido".
Uno de los desafíos más grandes para los funcionarios es lograr que la gente confíe en la nueva tecnología. En esta zona de casas pobres no hay computadoras o televisores, y la idea de usar la electrónica en forma cotidiana es ajena a muchas de sus habitantes.
El programa tiene claros problemas por su reciente implementación. Durante la visita de la BBC, la máquina se rompió e hizo que la cola de gente esperando por su comida se alargara.
Pero de inmediato aparecieron funcionarios del gobierno a investigar el inconveniente.
Vinay Verma, a cargo del mantenimiento técnico de las máquinas, dice que algunos de los problemas se generan porque los vendedores todavía no se han familiarizado con ellas.
Asegura que las fallas en general se deben a un error humano, como que algún cable de conexión no está bien enchufado, o que las tarjetas no se insertan correctamente.
Temores
La ciudad tiene grandes planes: para septiembre quiere registrar a 200.000 familias en el programa. Por ahora sólo 5.000 se han suscrito."El gobierno quiere que la gente entregue sus datos biométricos y huellas dactilares, y mucha gente teme que esto será utilizado con otros fines, así que no se acercan masivamente a entregar su información", dice Surendra M Bhanot, de la Asociación de Consumidores de Chandigarh.
Bhanot asegura que mucha de la gente a la que apunta el esquema es analfabeta y teme que sus datos biométricos terminen en manos de la policía.
Cree que una campaña de concientización puede hacer que se supere este impedimento.
Implementar esta tecnología le cuesta a las autoridades de Chandigarh el equivalente a US$10 millones. Este costo no se transfiere a los usuarios de las tarjetas.
La implementación de estas medidas biométricas para la distribución de las raciones podría permitir al gobierno alcanzar su meta de asegurar que el alimento efectivamente llega a los más pobres.
En el borrador de su ley de seguridad alimentaria figura la garantía de subsidios para granos para al menos el 90% de los hogares rurales y el 50% de las familias que viven en ciudades.
Si el programa de Chandigarh prueba ser exitoso, podría copiarse en toda India.
BBC Mundo
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