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2011/07/06

En busca de la etiqueta de la 'grasa mala'

Escapar de las grasas que, sin ser totalmente perjudiciales para la salud, sí contribuyen al aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular no es una tarea fácil para el consumidor, según se puso ayer de manifiesto en una conferencia en Madrid, en la que expertos en alimentación esbozaron una radiografía del panorama nutricional en España, uno de los países euro-peos con mayor índice de obesidad. La razón de esta dificultad es que ninguna legislación (ni en España ni en Europa) obliga a los fabricantes a especificar qué grasas se utilizan en el etiquetado, según explicó el jefe de Sección de Componentes y Aditivos del Centro Nacional de Alimentación de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN), Pedro Mario Fernández.
Aunque la reciente Ley de Seguridad Alimentaria insta a las empresas a usar tecnologías e ingredientes que minimicen la presencia de grasas trans en los alimentos, no sucede lo mismo con otras grasas, "las menos buenas", como las define el presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, Javier Aranceta. Así, la utilización de aceites de coco, palma y palmiste sigue siendo habitual en la elaboración de bollería industrial y platos preparados, entre otros sectores, pero para el consumidor es complicado saber si estos aceites están incluidos en los alimentos que adquiere.
Aranceta, que no participó en la reunión, asegura que "habría que hacer algo" con el etiquetado y vaticinó que, en un futuro, "se obligará a especificar, lo que dará mayor información al consumidor". Para este especialista, uno de los principales problemas es que el consumidor medio "asocia las grasas vegetales con algo positivo", en contraste con la mala fama de las grasas de origen animal. Sin embargo, explica, los ácidos grasos de los aceites de coco, palma y palmiste "se comportan como una grasa saturada; es igual que si comieras sebo".
Fernández apunta que, en principio, se debe optar por consumir alimentos en los que el aceite de oliva sea "un componente mayoritario". El aceite de girasol alto oleico sería la segunda opción. El experto declina exigir un cambio en la legislación para que se especifiquen las grasas y alude a la "gran inversión" que ha supuesto el cambio en los procesos industriales para explicar que los fabricantes no informen al consumidor del uso de los aceites menos sanos. No obstante, reconoce que el etiquetado "es engañoso".
En cualquier caso, los expertos aseguran que "el ciudadano medio está más protegido ahora que antes desde el punto de vista sanitario y nutricional".

Publico

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