Es un error pensar que la estabilidad de una pirámide depende sólo de la solidez de su base. Al menos, en el caso de los ecosistemas, su cúspide no es un elemento ornamental. Si los depredadores y los grandes herbívoros desaparecen, todo el sistema se resquebraja.
Un equipo internacional de 24 investigadores se ha fijado en algo poco estudiado aún, al menos a escala global: el impacto del declive de los grandes depredadores y herbívoros, la cúspide de la cadena trofica, en todo el ecosistema sobre el que se asientan. Una visión sesgada de la ecología los veía casi como aristócratas que vivían a costa de los demás animales y plantas. Sin embargo, son tan esenciales como la simple hierba.
Su investigación, publicada en la presente edición de Science, sostiene que la pérdida de los consumidores de la cúspide de los ecosistemas "puede ser la influencia más decisiva de la humanidad sobre la naturaleza". Su declive está provocando cambios en todos los ecosistemas terrestres y marinos.
"Al observar los ecosistemas casi siempre de abajo a arriba, los científicos y gestores de recursos se han centrado sólo en una parte de una ecuación muy compleja", dice el profesor de ecología y evolución en la Universidad de California en Santa Cruz, James Estes, coautor del trabajo. "Estos hallazgos demuestran que los mayores consumidores en la cadena alimentaria son factores de enorme influencia en la estructura, función y biodiversidad de la mayoría de los ecosistemas naturales", añadió.
La cúspide la forman animales los grandes felinos, lobos, bisontes, tiburones y ballenas y suelen ser grandes, de larga vida, y no se prestan fácilmente a su estudio en laboratorio. Como resultado, los efectos de su eliminación de los ecosistemas no son fáciles de medir.
Sin embargo, esta degradación trófica, que han documentado analizando decenas de investigaciones previas, revela una extensa serie de efectos en cascada en los ecosistemas de todo el mundo, especialmente cuando se ven agravados por factores como las prácticas de uso de la tierra, los cambios climáticos, la pérdida de hábitat y la contaminación causados por el hombre.
Este trabajo recoge algunos de los efectos negativos de la eliminación de la aristocracia ecológica. La disminución de la población de leones y leopardos en África subsahariana, por ejmplo, ha provocado que la población de babuinos, una de sus presas preferidas, aumente. Esto ha traído un aumento de la transmisión de parásitos intestinales de los babuinos a los humanos.
También, la caza industrial de ballenas en el siglo pasado dio lugar a la pérdida de una gran cantidad de grandes ballenas consumidoras de plancton. Ahora se sabe que ejercían un gran papel en la captura de carbono en las profundidades del mar mediante la deposición de sus heces. El resultado ha sido la transferencia de aproximadamente 105 millones de toneladas de carbono a la atmósfera que podrían haber sido sido absorbidas por las ballenas, lo que ha contribuido al cambio climático.
"Tenemos que asumir que la eliminación de los grandes depredadores y herbívoros de la parte superior de la cadena trófica tendrá efectos significativos en el futuro de los ecosistemas", alerta la directora del Instituto de Ciencias para la Conservación de los Océanos de la Universidad de Stony Brook, Ellen Pikitch, organización que ha impulsado la investigación. Y añade: "Los esfuerzos para gestionar y conservar la naturaleza tiene que incluir a estos animales. Un viejo paradigma ha cambiado y aquellos que cuestionan esta teoría ahora tienen la carga de probar lo contrario".
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Un equipo internacional de 24 investigadores se ha fijado en algo poco estudiado aún, al menos a escala global: el impacto del declive de los grandes depredadores y herbívoros, la cúspide de la cadena trofica, en todo el ecosistema sobre el que se asientan. Una visión sesgada de la ecología los veía casi como aristócratas que vivían a costa de los demás animales y plantas. Sin embargo, son tan esenciales como la simple hierba.
Su investigación, publicada en la presente edición de Science, sostiene que la pérdida de los consumidores de la cúspide de los ecosistemas "puede ser la influencia más decisiva de la humanidad sobre la naturaleza". Su declive está provocando cambios en todos los ecosistemas terrestres y marinos.
"Al observar los ecosistemas casi siempre de abajo a arriba, los científicos y gestores de recursos se han centrado sólo en una parte de una ecuación muy compleja", dice el profesor de ecología y evolución en la Universidad de California en Santa Cruz, James Estes, coautor del trabajo. "Estos hallazgos demuestran que los mayores consumidores en la cadena alimentaria son factores de enorme influencia en la estructura, función y biodiversidad de la mayoría de los ecosistemas naturales", añadió.
La cúspide la forman animales los grandes felinos, lobos, bisontes, tiburones y ballenas y suelen ser grandes, de larga vida, y no se prestan fácilmente a su estudio en laboratorio. Como resultado, los efectos de su eliminación de los ecosistemas no son fáciles de medir.
Sin embargo, esta degradación trófica, que han documentado analizando decenas de investigaciones previas, revela una extensa serie de efectos en cascada en los ecosistemas de todo el mundo, especialmente cuando se ven agravados por factores como las prácticas de uso de la tierra, los cambios climáticos, la pérdida de hábitat y la contaminación causados por el hombre.
Este trabajo recoge algunos de los efectos negativos de la eliminación de la aristocracia ecológica. La disminución de la población de leones y leopardos en África subsahariana, por ejmplo, ha provocado que la población de babuinos, una de sus presas preferidas, aumente. Esto ha traído un aumento de la transmisión de parásitos intestinales de los babuinos a los humanos.
"Tenemos que asumir que la eliminación de los grandes depredadores y herbívoros de la parte superior de la cadena trófica tendrá efectos significativos en el futuro de los ecosistemas", alerta la directora del Instituto de Ciencias para la Conservación de los Océanos de la Universidad de Stony Brook, Ellen Pikitch, organización que ha impulsado la investigación. Y añade: "Los esfuerzos para gestionar y conservar la naturaleza tiene que incluir a estos animales. Un viejo paradigma ha cambiado y aquellos que cuestionan esta teoría ahora tienen la carga de probar lo contrario".
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