Estados Unidos está desarrollando una ley mucho más represiva contra la piratería de obras protegidas por derechos de autor o patente. Según adelanta Le Monde, el texto, si es aprobado por el Congreso, permitiría atacar sitios web en el extranjero, independientemente de la soberanía de los Estados interesados.
A finales de mayo, un comité del Senado aprobó un texto llamado PIPA (Ley de propiedad intelectual), que otorga al Departamento Federal de Justicia unas competencias sin precedentes. Las autoridades federales podrían identificar sitios extranjeros que distribuyan estos contenidos, y luego exigir que los grandes actores públicos y privados americanos de Internet los hicieran invisibles y parcialmente inaccesibles.
La idea sería que Estados Unidos pudiera obligar a desactivar las direcciones de los sitios, y que la ley permitiera a las organizaciones privadas presentar denuncias contra el propietario de una dirección.
Según Le Monde, el problema sería la aplicación de esta legislación en otros países, pero, dado el papel central de Estados Unidos en la arquitectura de Internet y las redes bancarias internacionales, sería factible que lo llevara a cabo, al menos en parte.
De hecho, esta iniciativa forma parte de una política más amplia. Estados Unidos está aplicando una política activa destinada a fortalecer su control unilateral sobre la red mundo, tanto en su funcionamiento y su contenido.
La asociación americana de las libertades civiles y la libertad de expresión se opone tajantemente, pero no es el único. Las compañías de tarjetas de crédito y gigantes de Internet como Yahoo, eBay o Google han mostrado su disconformidad con estas medidas.
Las empresas privadas cuestionan la legitimidad para actuar en contra de los extranjeros que residen fuera de Estados Unidos. Durante un discurso en Londres en mayo, Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, aseguró que "se sentaría un mal precedente, porque otro país será capaz de decir "no me gusta la libertad de expresión, así que voy a cortar esto o lo otro".
El Mundo
A finales de mayo, un comité del Senado aprobó un texto llamado PIPA (Ley de propiedad intelectual), que otorga al Departamento Federal de Justicia unas competencias sin precedentes. Las autoridades federales podrían identificar sitios extranjeros que distribuyan estos contenidos, y luego exigir que los grandes actores públicos y privados americanos de Internet los hicieran invisibles y parcialmente inaccesibles.
La idea sería que Estados Unidos pudiera obligar a desactivar las direcciones de los sitios, y que la ley permitiera a las organizaciones privadas presentar denuncias contra el propietario de una dirección.
Según Le Monde, el problema sería la aplicación de esta legislación en otros países, pero, dado el papel central de Estados Unidos en la arquitectura de Internet y las redes bancarias internacionales, sería factible que lo llevara a cabo, al menos en parte.
Apoyos y detractores
El proyecto PIPA cuenta con el apoyo de la industria del espectáculo, las compañías farmacéuticas que deseen proteger sus patentes, las empresas de telecomunicaciones, e incluso Microsoft, cuyo 'software' es pirateado a gran escala. La mayoría de los demócratas elegidos y los republicanos parecen dispuestos a votar y la Casa Blanca no se opondría a su promulgación.De hecho, esta iniciativa forma parte de una política más amplia. Estados Unidos está aplicando una política activa destinada a fortalecer su control unilateral sobre la red mundo, tanto en su funcionamiento y su contenido.
La asociación americana de las libertades civiles y la libertad de expresión se opone tajantemente, pero no es el único. Las compañías de tarjetas de crédito y gigantes de Internet como Yahoo, eBay o Google han mostrado su disconformidad con estas medidas.
Las empresas privadas cuestionan la legitimidad para actuar en contra de los extranjeros que residen fuera de Estados Unidos. Durante un discurso en Londres en mayo, Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, aseguró que "se sentaría un mal precedente, porque otro país será capaz de decir "no me gusta la libertad de expresión, así que voy a cortar esto o lo otro".
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