"Potencialmente, EEUU puede perder su próxima guerra por su falta de preparación frente a ciberataques", asegura a este diario Clarke por correo electrónico. "Cualquier país que sustenta su logística militar en redes informáticas, que tiene sus armas altamente computerizadas, corre el riesgo de que el oponente pueda tumbar sus redes e inutilizar su armamento. Y EEUU, más que ninguna otra nación, sustenta su superioridad en redes informáticas".
A pesar de esa evidencia, lamenta Clarke, Obama no está prestando atención a este problema y su equipo tan sólo cuenta entre sus filas con "el 20% de los ciberguerreros altamente cualificados que son necesarios". Según este experto en contraterrorismo, que expuso las vergüenzas de la gestión del 11-S por la Administración Bush en Contra todos los enemigos editorial Taurus, el Pentágono debería contar con "unos cuantos miles" de estos adiestrados ciberguerreros respaldados, además, por "decenas de miles" de ciberdefensores en un nivel inferior.
A pesar de esto, el Ejército de las barras y estrellas no ha dejado pasar la ocasión de lanzar ofensivas informáticas en el pasado. En Guerra en la red, Clarke hace un repaso de algunos episodios bélicos que han tenido bytes, y no balas, como protagonistas. Al comienzo de su presidencia, Ronald Reagan ejecutó un plan para dejarse robar por los agentes de la KGB cierta tecnología industrial que incluía un software malicioso controlado por EEUU. En 1982, una tubería de gas reventaba en medio de Siberia en una explosión de tres kilotones, debido al fallo de una de las válvulas robadas.
Una ciberguerra no es un conflicto de ordenadores contra ordenadores, es una guerra para sabotear las infraestructuras vitales de otros países o para minar la moral del adversario. "Este es un mensaje del Mando Central de EEUU. Como ustedes saben, es posible que recibamos la orden de invadir Irak en el futuro cercano. Si esto ocurre, avasallaremos a todas las fuerzas que se nos opongan, como ya hicimos hace años". Así comenzaba el email que colaron en la red interna del Ministerio de Defensa de Sadam Hussein, tras hackearla, y que recibieron todos los miembros de su Ejército poco antes de rendirse: guerra psicológica del siglo XXI.
Ataque desde Corea del Norte
Desde entonces, EEUU ha perdido su ventaja. En julio de 2009, algunas páginas de organismos vitales, como la del Departamento de Estado, la del Departamento de Seguridad Nacional, la de la Bolsa de Nueva York y la de The Washington Post quedaron inutilizadas. Las había tumbado un ataque ordenado desde Corea del Norte, que empleó entre 30.000 y 70.000 ordenadores zombis infectados por un virus propagado por Pyongyang del que sólo quedo indemne la web de la Casa Blanca, que resistió por poco. Una simple advertencia, aunque la imagen de un Pearl Harbour cibernético se instaló en muchas cabezas."EEUU ya está sufriendo un Pearl Harbour cibernético cada día. El efecto acumulado de pequeños ataques espía puede ser tan devastador como un ataque a gran escala. Pero este tipo de pequeños ataques son menos obvios y por eso generan una respuesta mucho menor", lamenta Clarke.
Esto no quiere decir que los países de Occidente, incluida Europa, no estén expuestos a ataques a gran escala. Hace dos semanas, el ministro británico de Exteriores, William Hague, aseguraba que su nación estaba siendo "atacada" para justificar la nueva política del Gobierno de David Cameron, que congelará la inversión en Defensa analógica para destinar 600 millones de euros a un programa de ciberseguridad.
"En los últimos años, China ha organizado y diseminado una red de ciberespionaje contra EEUU y los cárteles criminales de Rusia han desarrollado un red de cibercrimen", advierte Clarke, quien pone a Pekín como ejemplo de Gobierno que ha hecho los deberes en estrategias de Defensa tecnológica con la creación de grupos de hackers civiles y el desarrollo de bombas lógicas. "La mayor parte de los gobiernos son malos identificando nuevos problemas significativos antes de una crisis", justifica.
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