El Pais
La historia más leída a principios de esta semana en Slate , el sitio web que comanda Jacob Weisberg, era un artículo sobre las ideas antimasturbación de la flamante nueva candidata a senadora del Partido Republicano por Delaware, Christine O?Donnell. Título: El lobby de la masturbación. Fuera esas manos de mi hobby. Argumento: mofémonos de las precámbricas ideas de la pulcra senadora y destacada miembro del movimiento ultraconservador norteamericano Tea Party. "No son mis declaraciones favoritas de O?Donnell", dice con media sonrisa Weisberg en la terraza del restaurante Hevia, en la madrileña calle de Serrano. "Me encantó cuando dijo: 'La masturbación es algo muy egoísta'. Gracias por la explicación".
A sus 46 años, Weisberg, hombre de discurso sólido y humor agudo, preside Slate, web de culto que, salvando las distancias, intenta recoger el espíritu del prestigioso The New Yorker para trasladarlo al ámbito online. Siete millones de usuarios únicos, según Nielsen, le avalan.
El onanístico artículo y su tono definen muy bien a Slate: agudeza, humor inteligente y valentía. A Weisberg se lo envió Joel Stein, columnista de Time : en la revista no se lo publicaban. Llegan las gambas de Huelva y el jamón ibérico y Weisberg se aplica concienzudamente al pelado del crustáceo. Con cuchillo y tenedor. No le disuadimos y seguimos su ejemplo, a ver qué tal. Pelín incómodo.
"Para los viejos medios es difícil no estar deprimido en estos tiempos. Para los nuevos, es difícil no estar excitado". Weisberg contagia optimismo al hablar de la revolución digital. Motivos, tiene. No por lo rico que está el jamón, inapelable carburador del optimismo, sino porque el sitio web al que se incorporó en 1996, y del que fue corresponsal político, director ejecutivo y, ahora, director y presidente, va como un tiro. Consigue al público que persigue: gente informada que busca otra mirada, teckies y culturetas varios; los anuncios representan el 90% de los ingresos y sujetan a una plantilla de 39 trabajadores y allí se escribe ligero de cortapisas y reverenciando el humor inteligente: "El humor es parte de lo que hacemos para que la gente se involucre, para captar su atención".
La botella de vino empieza a bajar. En picado. Este hijo de un juez y una activista social de Chicago se declara adorador de las tabletas electrónicas: "Amo mi iPad". Eso sí, no todo lo que acompaña a los nuevos tiempos le gusta. "Me preocupa que la gente no piense en su privacidad, la idea de vivir una vida transparente". En cuanto al oficio periodístico, declara: "El periodismo ciudadano es una mala idea".
Lector voraz y corredor de fondo -"Las mejores ideas se me ocurren corriendo"-, se suelta la melena política a los postres. Dice que Obama no empatiza con la gente tan bien como lo hacía Clinton. "Es un intelectual; es analítico. Es como un extranjero: no es negro, no es blanco, viene de Hawai". Y asegura que el Tea Party es el fenómeno más explosivo del momento. "Sarah Palin es una extraña narcisista que no sabe lo que está haciendo pero tiene una tremenda confianza en sí misma". ¿Tomamos un té?: "No, gracias".
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