El polvo de los barros rojos que han asolado 40 kilómetros cuadrados del suroeste de Hungría puede causar silicosis, la misma enfermedad pulmonar irreversible que provoca el amianto y que sufren los mineros. Así lo explicó ayer a este diario Janos Szépvölgyi, jefe del grupo de científicos húngaros que están analizando el contenido de los residuos industriales que arrasaron la zona el 4 de octubre. "Ahora la prioridad es retirar todo el barro", advirtió Szépvölgyi.
Según un informe de la Academia de Ciencias de Hungría publicado ayer, el lodo que aún están recogiendo los voluntarios y el ejército puede tener hasta un 50% más de arsénico que el producto que los expertos están usando como referencia: los residuos sólidos que producen las centrales de tratamiento de excrementos humanos y que se usa como abono, explicó ayer Szépvölgyi. Sin embargo, el trabajo advierte de que el arsénico y los metales pesados que contienen estos residuos no se han disuelto en el agua, no han contaminado las reservas de las que beben los habitantes de Kolontár, Devecser y el resto de localidades afectadas, y no han penetrado en el suelo más de diez centímetros.
El experto calcula que habrá que retirar hasta 1.000 toneladas de barro de una extensión de 800 hectáreas (una hectárea equivale a un campo de fútbol). Cuando el barro se seca y se convierte en polvo, la concentración de partículas corrosivas para el sistema respiratorio está "muy por encima" de los niveles del polvo normal, advirtió Szépvölgyi
Después de arrasar cientos de casas y matar a nueve personas la última murió ayer en un hospital de Ajka, el vertido está salpicando tanto al Gobierno como a Magyar Aluminium (MAL), la empresa propietaria de la balsa de lodos.
El Gobierno mantiene que la rotura de la balsa, que liberó un millón de metros cúbicos de lodo, se debió a errores humanos. La compañía sigue aferrándose a que nunca podría haber evitado el desastre, pues se debió a causas naturales (un exceso de lluvias que hizo caer el muro de la presa).
Ayer se publicó una fotografía aérea de la balsa tomada hace cuatro meses en la que puede verse cómo entonces el lodo rojo ya se escapaba de la presa. La policía está usando la imagen, tomada por la empresa Interspect, como prueba en sus investigaciones sobre cómo el muro pudo desmoronarse a pesar de que los expertos del Gobierno la habían inspeccionado dos semanas antes sin encontrar ningún problema.
Amenazas a los trabajadores
Los investigadores también cuentan con el testimonio de 20 empleados de MAL en contra de los directivos de la empresa, según el diario húngaro Nepszabadsag. El colectivo, que incluye a varios ejecutivos, dice que Zoltán Bakonyi, el director de MAL, sabía que el muro era peligroso y tenía grietas, pero lo ignoró y amenazó con el despido a cualquiera que hablara de ello.Ninguna de las dos pruebas convenció ayer a la jueza del tribunal de la ciudad de Veszprém, donde se esperaba que Bakonyi, arrestado desde el lunes, fuera acusado de negligencia y de no haber previsto planes de emergencia, por lo que podría pasar en la cárcel hasta diez años. Tras una vista de dos horas, el tribunal dejó libre y sin cargos a Bakonyi por falta de pruebas. El fiscal ha recurrido y habrá una nueva vista, aún sin fecha, en el tribunal del condado de Vezprém Megye.
El ejecutivo salió de los juzgados alzando las manos sin esposas ante la prensa antes de meterse en un coche con las lunas tintadas. A la puerta del juzgado, Arpad Bakonyi, padre de Zoltán y principal accionista de MAL, volvió a defender que la compañía nunca ha tenido constancia de que la presa estuviera en mal estado.
Durante una visita a la zona, el ministro del Interior, Sandor Pinter, anunció ayer que los habitantes de Konlontár podrán regresar a sus casas el viernes, seis días después de que la policía los evacuara.
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